OBSESIÓN Y TRASTORNOS MENTALES
Por Marta Antunes Moura- Revista “El
Reformador” Mayo de 2019
Traducción Alessandra Almeida
En "El libro de los médiums", Allan Kardec
conceptualiza obsesión como la acción persistente o el dominio que
algunos espíritus logran adquirir sobre ciertas personas.
Es practicada por los espíritus
inferiores, que buscan dominar. Presenta caracteres muy diversos,
desde la simple influencia moral, sin perceptibles signos externos,
hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades
mentales.
Los espíritus que producen obsesión,
conocidos como obsesores, presentan una característica muy
específica que es la imposición. Esto es, ellos dan órdenes y quieren ser
obedecidos.
Por otra parte, al individuo que se encuentra bajo el
yugo obsesivo se le denomina obsesionado. El cuadro obsesivo se refiere a las acciones del
obsesor y del obsesionado. La obsesión no se restringe a la acción
nociva de un perseguidor (el obsesor) y el sufrimiento de una víctima
(el obsesionado).
Se trata de un proceso complejo, muchas
veces de difícil resolución, sobre todo en las obsesiones graves,
que puede estar vinculado a las experiencias vividas en otras
encarnaciones y en los comportamientos y estilos de vida de la actual
existencia.
Para las ciencias médicas, la obsesión
se define como un "estado mental neurótico de tener un deseo
incontrolable de insistir en una idea o una emoción".
Habitualmente, el paciente es consciente
de la anormalidad e intenta oponer resistencia a esos pensamientos.
El neurótico es el individuo que sufre o padece neurosis, palabra
que presenta diferentes significados para la Medicina.
Algunos investigadores creen que su uso
debe quedar limitado a la descripción de un síntoma mental
desagradable en un individuo que está intacto, en las pruebas que
evalúan la realidad; otros estudiosos lo han aplicado al proceso
etiológico, y conflicto inconsciente que hace aflorar la ansiedad.
Por otro lado, algunos investigadores consideran que las neurosis
poseen una base física. Para confundir aún más el cuadro, algunos
pretenden abandonar completamente los términos neurosis y
psiconeurosis, sustituyéndolos por disturbios de la ansiedad (estados de pánico, fobias y neurosis
obsesivas-compulsivas.
Toda acción obsesiva es siempre
desagradable, penosa y fatigosa: "ella provoca una agitación
febril, movimientos bruscos y desordenados debido a la asociación
con entidades espirituales de baja vibración moral, lo que hace
aumentar la desarmonía psíquica que, a su vez, se refleja en el
cuerpo.
La acción de los bienhechores espirituales, manifestada por
la oración, pase o agua magnetizada, "por el contrario, es
tranquila, suave, y agradable".
Las causas de la obsesión son variables
y, para combatirlas o neutralizarlas, es necesario imponer una acción
contraria y efectiva.
De la misma manera que las enfermedades
resultan de las imperfecciones físicas, que hacen al cuerpo
accesible a las influencias perniciosas exteriores, la obsesión es
siempre el resultado de una imperfección moral, que da acceso a un
espíritu malo.
A causas físicas se oponen fuerzas
físicas; a una causa moral, se tiene que oponer una fuerza moral.
Para preservarlo de las enfermedades, se
fortifica el cuerpo; para librarlo de la obsesión, es necesario
fortificar el alma.
De ahí la necesidad de que el
obsesionado trabaje por su propia mejora, lo que basta en la mayoría
de las veces para liberarlo del obsesor, sin recurrir a terceros.
El Espíritu Emmanuel enseña que,
independientemente de que la obsesión esté asociada a trastornos
mentales, hecho que puede agravar el proceso obsesivo, las
enfermedades tienen origen en los comportamientos del Espíritu
inmortal.
La mayoría de las molestias proceden del
alma, de las profundidades del ser.
¿Cuántas enfermedades bautizadas por la ciencia médica no pasan de estados vibratorios de
la mente en desequilibrio?
Cualquier desarmonía interior atacará
naturalmente al organismo en su zona más vulnerable (locus minoris resistentiae). Uno experimentará
los efectos en el hígado, otro, en los riñones, y, aún otro, en la
propia sangre.
En tesis, todas las manifestaciones
mórbidas se reducen al desequilibrio, cuya causa dimana del mundo mental.
Los trastornos o disturbios mentales son
disfunciones en el funcionamiento de la mente, que pueden afectar a
cualquier persona en cualquier edad y, generalmente, son provocados
por complejos cambios en el sistema nervioso central.
Se trata de una condición patológica de
la mente.
En este sentido, la mediumnidad y la
obsesión podrían ser fácilmente entendidas como un estado
patológico de la mente, si se considerase sólo la práctica médica
o psicológica.
Especialmente porque durante el trance
mediúmnico y en los graves procesos obsesivos (fascinación y subyugación) el
individuo se encuentra en un estado alterado de la conciencia.
En realidad, el futuro nos apunta a un
estudio más profundo del pensamiento y de los procesos mentales.
André Luiz aclara al respecto:
"Como cimiento vivo de todas las
realizaciones en el plano físico y extrafísico, encontramos el
pensamiento por agente esencial. Sin embargo, sigue siendo materia -
la materia mental, en la que las leyes de la formación de las cargas
magnéticas o de los sistemas atómicos prevalecen bajo nuevo
sentido".
Otro gran
desafío científico es definir criterios que aclaren lo que es
acción obsesiva, provocada por Espíritus desencarnados, y un
trastorno mental, ya que ambos pueden presentar síntomas iguales o
similares. Sin embargo, es un hecho que todos los pacientes que dicen
ver y sentir la presencia de seres espirituales, oírlos o conversar
con ellos, ocasional o frecuentemente, sufren de un desorden mental.
El proceso inverso también es cierto: no
todos los pacientes con trastornos mentales presentan procesos
obsesivos. De ahí el peligro y la imprudencia que, a veces, ocurren
en el medio espírita, al definirse una facultad mediúmnica
ostensiva o un proceso obsesivo. Todo cuidado es poco.
En realidad, la Medicina y las
Neurociencias tienen por delante un largo camino por recorrer en sus
estudios e investigaciones, porque se sabe que el cerebro no ve, oye
o siente el mundo exterior, sino que construye respuestas a los estímulos
que recibe (interna o externamente) del Espíritu. Se puede,
entonces, hacer lectura errónea de los estímulos captados por el
médium o por el obsesionado identificándolos como ilusiones o
alucinaciones, comunes a los procesos patológicos de la mente.
¿Cuántos no se resignan con las
verdades que la Doctrina Espírita ha dilvulgado a la mente humana desde
hace más de un siglo?, dicen inconscientemente que la mediumnidad
genera la locura.
Y multiplican teorías complicadas que
les justifiquen el modo de pensar, observándola simplemente como
"estado mórbido", dando la idea de especialistas que sólo
examinan los problemas del hombre natural a través del hombre
enfermo.
En vista de la mediumnidad como
percepción peculiar de la estructura psíquica de cada uno de
nosotros, la encontraremos en los más diversos grados en todas los seres humanos.
A la vista de ello, podemos situarla
fácilmente en el campo de la personalidad, entre los demás sentidos
de que se sirve el Espíritu, a fin de expresarse y evolucionar hacia
la vida superior.
No ignoramos, sin embargo, que los
sentidos descarriados conducen fatalmente a la distracción y al
desvarío.
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