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27 marzo 2020

LLAMAD Y SE OS ABRIRÁ




(...)En 1917, Suzette, huyendo de su propia conciencia, se sumergía en la búsqueda exterior y había conseguido decorar el castillo con sentido artístico y habilidad, logrando un inusitado éxito.

Angélique le había propuesto a Suzette invitar a un extraño personaje lionés que vivía en París: Madame de Couberville, a fin de realizar con ella algunas experiencias psíquicas.

Aunque era refractaria a ese tipo de investigaciones, con las cuales no se sintió afín desde las bien cuidadas sensaciones realizadas por el viejo profesor de M. y teniendo como objetivo agradar a sus familiares que encontraron la idea fantástica, resolvió aceptar.

De ese modo, después de estar algunos días en Nantes, Julien-Paul, al retornar de París en uno de los pocos viajes que hacía para estar informado de los acontecimientos que tenían lugar en su Empresa, trajo a Madame de Couberville.

La simpática señora de aspecto distinguido cautivó a todos. Descendía de los célebres Courtenay (Antigua familia y Casa que ofreció innumerables condes y nobles a Edessa durante las Cruzadas, perdiendo el prestigio tras cruentas persecuciones de que fueron víctimas en el pasado) agradable, todos sus temas preferidos eran expuestos en un lenguaje y principios éticos relevantes.

Había conocido personalmente a M. Henri Suasse, el célebre biógrafo de Hippolyte-León Denizard Rivail, que la posteridad conocía con el seudónimo de Allan Kardec, y asistió a las memorables reuniones de la Federación Espírita Lionesa de las que participó y donde trabó amistad con el insigne escritor espírita León Denis, cuando daba sus memorables conferencias en aquella Entidad y en los Salones importantes de aquella Ciudad.

A través de M. Sausse se hizo espiritista, trabando contacto con el Mundo Espiritual y conocimiento más directo de la Doctrina Espírita, que la fascinaba. Madame de Couberville disertó con facilidad y emoción sobre el historial de los fenómenos mediúmnicos en el mundo y las circunspección y seriedad con que el Profesor Rivail los encaró, durante las pesquisas que realizó.

Investigador metódico y analista severo –agregó- no se entregó al entusiasmo o a la emoción del deslumbramiento. Más bien, se mantuvo en permanente vigilancia examinando profundamente, cada información, cada revelación, las que eran sometidas a averiguaciones incesantes, tras lo cual y solamente entonces, pasaba a acatar sin refutación. De temperamento científico, no se permitía la menor liviandad, sin por ello perder el buen humor que le era habitual. Tal vez, todo era consecuencia de haber ejercido antes el magisterio durante muchos años.

Cuantos lo trataron , fueron unánimes en testimoniar su honestidad y la grandeza de su alma. Aún aquellos que se convirtieron en sus más férreos adversarios, jamás encontraron un punto vulnerable en su carácter diamantino o algo que tiznase su limpidez.

De la constante reflexión, del estudio metódico y paciente, de la observación tenaz y del análisis profundo, surgieron Obras incomparables, preparándolo para ser el encargado de brindar al futuro y a la humanidad, irrefutables conceptos sobre Dios, la vida, el alma, la inmortalidad, la comunicación de los Espíritus, la Reencarnación…”

Con voz pausada, clara, de agradable entonación, la señora era escuchada con admiración por el selecto público, que jamás había oído la menor referencia sobre el tema. Las informaciones que les habían llegado referentes a los Espíritus, poseían un carácter despectivo o bien estaban rodeadas de supersticiones y misterios absurdos. Sin embargo, la narradora les ofrecía una visión muy distinta a ese respecto desprendiéndose de SUS PALABRAS CONNOTACIONES MORALES SUPERIORES, IMPREVISTAS.

Entretejía opiniones sobre la JUSTICIA DIVINA, afirmando: “que no se atrevía a abordar el tema de la DIVINIDAD, directamente por faltarle conocimientos suficientes razonables para la tentativa” Y PRESENTABA A LA REENCARNACIÓN COMO UNA NECESIDAD IMPERIOSA, DEPURADORA PARA UNOS E ILUMINATIVA PARA OTROS, EXPERIENCIA INDISPENSABLE PARA EL PROGRESO DEL ESPÍRITU, CUYO ORIGEN SE PIERDE EN LOS INCONTABLES MILENIOS DE LA CREACIÓN TERRENA…

Profunda conocedora de la filosofía expuesta en El libro de los Espíritus y sensiblemente inspirada, Madame de Couberville se transformó en el centro de las tertulias, en el majestuoso Château de Niesembaum.

Durante toda una semana de continuas explicaciones, sugirió ideas, fundamentó conceptos, azuzó observaciones ,exponiendo con simplicidad y lógica inconfundible. Sostenía siempre, citando a ALLAN KARDEC, que: FE INQUEBRANTABLE ES AQUELLA QUE PUEDE MIRAR FRENTE A FRENTE A LA RAZÓN, EN TODAS LAS ÉPOCAS DE LA HUMANIDAD.

-Para tan segura filosofía –aducía Madame de Couberville- los hechos constituyeron los cimientos fundamentales, sobre los cuales había sido erigida la Doctrina en sí misma.

ALLAN KARDEC NO SUGIRIÓ CONCEPTOS BUSCANDO DESPUÉS DATOS POSTERIORES QUE LOS CONFIRMARAN. PARTIERON DE LAS EXPERIENCIAS CIENTÍFICAS A LAS CONCLUSIONES FILOSÓFICAS.

LA DOCTRINA ES UNA CONSECUENCIA NATURAL DEL TESTIMONIO DE LAS INVESTIGACIONES.

DIFIRIENDO DEL CRITERIO DE TODAS LAS DEMÁS FILOSOFÍAS: LAS BASES DEL ESPIRITISMO –DIOS, INMORTALIDAD, COMUNICABILIDAD DE LOS ESPÍRITUS, REENCARNACIÓN Y PLURALIDAD DE LOS MUNDOS HABITADOS- ESTABAN ASENTADAS EN LOS PRINCIPIOS MORALES RESULTANTES DEL INTERCABIO MEDIÚMNICO.

LA MEDIUMNIDAD, ASÍ EXAMINADA, FUE EL VEHÍCULO MEDIANTE EL CUAL SE PUDO PENETRAR EL BISTURÍ DE LA INDAGACIÓN, RESPONDIENDO CON VITALIDAD Y SEGURIDAD A LOS ANÁLISIS QUE SE PROPUSIERON.”

Innumerables narraciones que pertenecían a la Mitología y a la superstición, depuradas de lo fantástico y de lo sobrenatural, se hicieron dignas de aceptación y análisis cultural. Aparte de eso, la más valiosa contribución ofrecida por la Ciencia Espírita ha sido la certeza de la sobrevivencia: la muerte de la muerte.

Ante esa realidad, el soñado aniquilamiento de la vida, celebrado por las escuelas nihilistas y materialistas, se reduce a la pobreza de los parcos y desunidos sentidos físicos . En otra dimensión prosiguen el amor y el odio, los sentimientos elevados y los soeces, las construcciones santificantes y las viles, en natural proceso, dando curso a la vida que se transfiere de dimensión, sin desaparecer.

En el silencio de la tumba no se diluyen los ideales ni las pasiones, las luchas ni las miserias a las que se aferran las criaturas. Cada ser es, en el Más Allá, lo que cultivó el cuerpo, prosiguiendo conforme se habituó, en la vivencia de la verdad, como acción de la delincuencia.”

Madame de Couberville exponía, raramente interrumpida para esclarecimientos innecesarios, conforme se desprende de los fragmentos que transcribimos de sus excelentes informes.

La mediumnidad –informaba, serena –soportó la sospecha de los psiquiatras y la incursión metapsiquista. Todas las respetables teorías que fueron elaboradas con el fin de explicarlas, cayeron por tierra. Sólo el concepto espírita aclaró definitivamente toda la gama de sus manifestaciones.

Los médiums- y aquí me refiero a los hombres y mujeres honestos que se convierten en paradigmas de una nueva era- acentuó-, tienen un relevante papel en la Historia Universal. Surgieron en todos los períodos humanos y en las más diversas culturas de Oriente como de Occidente, impulsando el progreso de los pueblos y anticipando los acontecimientos históricos.

Despojados de lo fantasioso con que los vistieron los siglos y la imaginación, se revelaron criaturas dotadas de superior percepción, por medio de la cual sintonizan con otras fajas vibratorias que envuelven al planeta, extrayendo de allí el contenido de ennoblecimiento que les es transmitido por los Espíritus triunfadores del túmulo.

No hay ninguna otra enseñanza más consoladora, mejor fundamentada, más lógica que la Espírita.

Las explicaciones bien ordenadas, obedeciendo a un programa hábilmente elaborado, confirmaban en los creyentes la fe y despertaba en los incrédulos la curiosidad. “Antes de intentar convertir a alguien en espírita –escribió Allan Kardec y repetía la gentil señora-, tornadlo espiritualista.”


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