"El apóstol del bien" por Solveig Nordström.
España fue la cuna de los grandes Congresos Espíritas, siendo los españoles unos pioneros en ese campo, basta citar el Congreso Espírita Mundial Internacional de 1888 en Barcelona.
En congresos realizados posteriormente, principalmente el de 1934, la delegación española desarrolló ingente tarea a favor de la tesis reencarnacionista.
Anteriormente a la guerra civil en 1939, España se destacaba de forma inusitada en la divulgación del espiritismo, bastando decir que ya en 1873 había sido propuesta en el Parlamento español la enseñanza de la Doctrina Espírita.
Miguel Vives y Vives (1842-1906) está considerado uno de los mayores exponentes del Espiritismo en España, junto a Amalia Domingo Soler, José María Fernández Colavida y el Vizconde Torres-Solanot. Enseguida su nombre tuvo proyección mundial siendo una de las personas más notorias. Cuando un hombre consigue cumplir una fecunda tarea en prensa y difusión del ideal que sustenta haciendo de él un culto y predisponiéndose a luchar de forma ininterrumpida a su favor podemos calificarlo de apóstol.
Fue el apóstol del espiritismo en España y la población de Tarrasa le denominó "El apóstol del bien", además de ser un ejemplo vivo de abnegación. Evangelizo tanto a través de la palabra escrita y hablada como ante la tribuna, el libro y la imprenta. Toda su obra se apoyó sobre la fuerza moral de la ejemplificación y vivencia de los ideales espiritas y cristianos.
Fundó la "Federación Espírita del Vallés", de la cual surgió la "Federación Espírita de Catalunya" entidad que tuvo una vida efímera pero que ha vuelto a resurgir y está recuperándose por los grupos espiritas de Catalunya.
En Tarrasa fundó el "Centro Espírita Fraternidad Humana", el cual sigue llevando el mismo nombre y está en el mismo lugar. Lanzó la famosa obra Guía práctica del espírita traducida al portugués hace muchos años en la edición de la Federación Espírita Brasileña. Otra de sus obras fue El tesoro de los espiritas.
Fue también fundador de la revista Unión, órgano que se incorporó a la revista Luz del porvenir, de marcada actividad en la difusión de los ideales reencarnacionistas. Fue presidente del Centro Barcelonés de Estudios Psicológicos.
Su esplendorosa mediumnidad hizo que se desarrollará, en Terrassa, una verdadera obra a favor de los necesitados del cuerpo y del alma, socorriendo a los desajustados, a los enfermos y a los humildes, al punto que al desencarnar causó una profunda repercusión en la población de aquella ciudad. Las fábricas paralizaron sus actividades y el comercio cerró sus puertas a la hora del entierro de su cuerpo a fin de permitir a sus empleados poder acompañar el ataúd al cementerio. Durante el trayecto, se formó una verdadera muralla humana a lo largo de las calles y en la necrópolis, con el propósito de atender a las peticiones de todos los que deseaban verle. El ataúd permaneció abierto durante una hora, y aproximadamente cinco mil personas desfilaron ante él.
No era político, no ansiaba la popularidad y, sin embargo, gracias a su ejemplo de abnegación, recibió una de las mayores consagraciones públicas de su tierra, a pesar de vivir en un país de profundas tradiciones católicas, donde hombres y libros fueron quemados en el transcurso de muchos siglos.
Miguel Vives fue un notable espírita. Fue un hombre que se dignificó por la práctica de las buenas obras y por el desempeño de una verdadera misión de tolerancia y amor.
En uno de sus escritos publicado en la revista La Doctrina órgano de la Federación Espírita del Paraná en Brasil, de cuya institución era socio honorario, escribió en 1906:
"Los Centros Espiritas deben ser la cátedra del Espíritu de Verdad, porque al no tener el Espíritu de luz su cátedra, tendría su influencia el Espíritu del error, e infelices de esos Espíritus que se encuentran bajo la influencia del Espíritu de las tinieblas, porque poco, muy poco adelantan en la senda del progreso".
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