CENTENARIO SOLVEIG NORDSTRÖM (1923-2023)

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25 febrero 2024

EL RUMBO DE LA HUMANIDAD




Nos advierten desde todas partes que han llegado los tiempos señalados por Dios, en que habrán de producirse importantes acontecimientos para la regeneración de la humanidad. ¿En qué sentido se deben entender esas palabras proféticas?

 

Para los incrédulos, no tienen la menor importancia; según su punto de vista no son más que la enunciación de una creencia pueril, carente de fundamento. Para la mayoría de los creyentes, sin embargo, indican algo místico y sobrenatural, y las consideran precursoras de la derogación de las leyes de la naturaleza.

 

Ambas interpretaciones son igualmente erróneas: la primera, porque implica la negación de la Providencia; la segunda, porque esas palabras no anuncian un trastorno de las leyes de la naturaleza, sino el cumplimiento de esas leyes.

 

Todo es armonía en la Creación; todo revela una previsión que no se desdice ni en las pequeñas ni en las grandes cosas. Debemos, pues, apartar de inmediato toda idea de arbitrariedad, porque es inconciliable con la sabiduría divina. En segundo lugar, si nuestra época está señalada para la realización de ciertas cosas, es porque estas tienen una razón de ser en la marcha del conjunto.

 

Sobre esta base, diremos que nuestro planeta, como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso. Progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen, y moralmente por la purificación de los Espíritus encarnados y desencarnados que viven en él.

 

Esos dos progresos se realizan en forma paralela, puesto que el perfeccionamiento de la vivienda está relacionado con el de quien habita en ella. Físicamente, el planeta ha sufrido transformaciones sucesivas, comprobadas por la ciencia, que lo hicieron habitable por seres cada vez más perfeccionados.

 

Moralmente, la humanidad progresa por el desarrollo de la inteligencia, del sentido moral y de la moderación de las costumbres. Al mismo tiempo que el mejoramiento del globo se produce por la actividad de las potencias materiales, los hombres contribuyen a ese fin mediante los esfuerzos que resultan de la aplicación de su inteligencia. Sanean las regiones insalubres, facilitan las comunicaciones y hacen más productiva la tierra. Ese doble progreso se realiza de dos maneras: una de ellas, lenta, gradual e imperceptible; la otra, mediante cambios bruscos, a cada uno de los cuales corresponde un movimiento ascensional más rápido, que señala con efectos muy notorios los períodos progresivos de la humanidad.

 

Esos movimientos, subordinados en cuanto a los detalles al libre albedrío de los hombres, son en cierto modo fatales en su conjunto, porque están sometidos a leyes, como las que actúan en la germinación, el crecimiento y la madurez de las plantas. Es por eso que el movimiento progresivo se cumple en ocasiones de modo parcial, es decir, limitado a una raza o a una nación; en otras ocasiones es general. El progreso de la humanidad se lleva a cabo, por lo tanto, en virtud de una ley. Ahora bien, como las leyes de la naturaleza son obra de la eterna sabiduría y de la presciencia divina, los efectos de esas leyes derivan de la voluntad de Dios; no de una voluntad ocasional y caprichosa, sino de una voluntad inmutable.

 

Cuando, por consiguiente, la humanidad está madura para ascender un grado, se puede decir que los tiempos señalados por Dios han llegado, como se puede decir también que una determinada estación es el tiempo para la madurez y la cosecha de los frutos.

 

Por el hecho de que el movimiento progresivo de la humanidad sea inevitable, dado que está en la naturaleza, no se concluye que Dios permanezca indiferente a él y que, después de haber establecido leyes, se haya retirado a la inactividad dejando que las cosas sigan su curso por sí solas. No cabe duda de que sus leyes son eternas e inmutables, pero eso se debe a que su propia voluntad es eterna y constante, y a que su pensamiento anima todas las cosas sin intermitencias. Ese pensamiento, que todo lo penetra, es la fuerza inteligente y permanente que mantiene la armonía en todo. Si dejase de actuar un solo instante, el universo sería como un reloj al que le falta el péndulo regulador. Dios vela, pues, sin cesar por la ejecución de sus leyes, y los Espíritus que pueblan el espacio son sus ministros, encargados de cuidar los detalles de acuerdo con atribuciones que corresponden al grado de adelanto que hayan alcanzado.

 

El universo es, al mismo tiempo, un mecanismo inconmensurable, accionado por un número incontable de inteligencias, y un inmenso gobierno en el que cada ser inteligente participa de modo activo bajo la mirada del soberano Señor, cuya voluntad única mantiene la unidad en todas partes. Bajo el dominio de esa gran potencia reguladora, todo marcha, todo funciona en perfecto orden. Donde nos parece que existen perturbaciones, sólo hay movimientos parciales y aislados, que para nosotros tienen la apariencia de irregulares porque nuestra visión es limitada. Si pudiésemos abarcarlos en conjunto, veríamos que esas irregularidades sólo son aparentes, y que están en armonía con el todo.

 

Hasta el presente, la humanidad ha realizado incuestionables progresos. Los hombres, con su inteligencia, han llegado a resultados que jamás habían alcanzado, desde el punto de vista de las ciencias, las artes y el bienestar material. Aún les queda por realizar un inmenso progreso: hacer que reinen entre ellos la caridad, la fraternidad y la solidaridad, que habrán de garantizarles el bienestar moral.

 

No habrían de conseguirlo con sus creencias ni con sus instituciones anticuadas, vestigios de otra etapa y adecuadas para una cierta época, suficientes para un momento de transición; pero que habiendo dado todo lo que tenían, hoy representarían una traba. El hombre no sólo necesita el desarrollo de la inteligencia, sino la elevación de los sentimientos, y para lograrlo es imprescindible que aniquile todo lo que en él sobreexcite el egoísmo y el orgullo.

 

Ese es el período en el que va a entrar a partir de ahora, y que señalará una de las principales fases de la humanidad. Esa fase, que en este momento se encuentra en elaboración, constituye el complemento indispensable del estado precedente, del mismo modo que la edad viril es el complemento de la juventud. Podía, pues, ser prevista y predicha con anticipación, y a eso se debe que se diga que los tiempos marcados por Dios han llegado.

 

No obstante, en esta oportunidad no se trata de un cambio parcial, de una renovación circunscripta a una determinada región, a un pueblo o a una raza. Se trata de un movimiento universal que se realiza en el sentido del progreso moral. Tiende a establecerse un nuevo orden de cosas, y hasta los hombres que más se oponen al cambio, contribuyen a él sin saberlo.

 

La generación futura, desembarazada de las escorias del viejo mundo y formada por elementos más depurados, estará animada por ideas y sentimientos muy diferentes de los de la generación actual, que se retira a pasos agigantados. El viejo mundo habrá muerto, y sólo perdurará en la Historia, del mismo modo que lo está hoy el período de la Edad Media, con sus costumbres bárbaras y sus creencias supersticiosas.

 

Por otra parte, todos saben cuánto deja que desear el presente orden de cosas. Después de que, en cierto modo, se haya agotado el bienestar material que la inteligencia es capaz de producir, se llegará a comprender que el complemento de ese bienestar sólo puede hallarse en el desarrollo moral. Cuanto más se avanza, más se percibe lo que falta, sin que, no obstante, se pueda aún definirlo claramente: se trata de la consecuencia del trabajo interno con que se elabora la regeneración. Brotan deseos, aspiraciones, que son como el presentimiento de un estado mejor.

 

Con todo, un cambio tan radical como el que se realiza en la actualidad no puede llevarse a cabo sin conmociones. Existe una lucha inevitable de ideas. De ese conflicto forzosamente se originarán perturbaciones temporarias, hasta que el terreno haya sido allanado y el equilibrio restablecido. Así pues, de la confrontación de ideas surgirán los trascendentes acontecimientos anunciados, y no de cataclismos o catástrofes puramente materiales.

 

Los cataclismos generalizados fueron consecuencia del proceso de formación de la Tierra. Hoy no se agitan las entrañas del planeta, sino las de la humanidad. Si bien la Tierra ya no debe temer a los cataclismos generales, no por eso deja de estar sometida a revoluciones periódicas.

 

“Así es, no cabe duda de que la humanidad se transforma, como ya se transformó en otras épocas, y cada transformación está señalada por una crisis que es, para el género humano, lo que son para los individuos las crisis de crecimiento; crisis que a menudo son penosas, dolorosas, que arrastran consigo a las generaciones y a las instituciones, pero a las que siempre sigue una fase de progreso material y moral. ”La humanidad terrestre, llegada a uno de esos períodos de crecimiento, hace casi un siglo que se encuentra en pleno trabajo de transformación. A eso se debe que por todas partes haya agitaciones, como si estuviera presa de una especie de fiebre y como si la impulsara una fuerza invisible, hasta que recupere el equilibrio sobre nuevas bases.

 

Quien la analice, entonces, la encontrará muy cambiada en sus costumbres, en su carácter, en sus leyes, en sus creencias; en una palabra, en todos sus estamentos sociales. ”Algo que os parecerá extraño, pero que no deja de ser rigurosa verdad, es que el mundo de los Espíritus que os rodea sufre el contragolpe de todas las conmociones que agitan al mundo de los encarnados; digo incluso que aquel participa activamente en ellas. Esto nada tiene de sorprendente para quien sabe que los Espíritus componen un todo con la humanidad; que de ella salen y a ella deben volver.

 

Por consiguiente, es natural que se interesen por los movimientos que se producen entre los hombres. Tened la certeza de que, cuando se lleva a cabo una revolución social en la Tierra, dicha revolución afecta también al mundo invisible; todas las pasiones, buenas y malas, son allí tan sobreexcitadas como entre vosotros; una intraducible efervescencia reina entre los Espíritus que aún forman parte de vuestro mundo y que esperan el momento de regresar a él.

 

”A la agitación de los encarnados y los desencarnados se suman en ocasiones, e incluso la mayoría de las veces, ya que en la naturaleza todo se complementa, los trastornos de los elementos físicos; es entonces que durante un tiempo se produce una verdadera confusión general, pero que pasa como un huracán, después del cual el cielo se despeja, y entonces la humanidad, reconstituida sobre nuevas bases e imbuida de nuevas ideas, transita una nueva etapa de progreso.

 

”En el período que está comenzando, el espiritismo florecerá y dará frutos. Por lo tanto, vosotros estáis trabajando más para el futuro que para el presente. Pero era necesario que esos trabajos fuesen elaborados previamente, porque preparan los caminos de la regeneración a través de la unificación y la racionalidad de las creencias. Felices los que los aprovechan desde ahora; serán para ellos de gran utilidad y se evitarán muchas penas”. DR. BARRY.

 

La fraternidad debe ser la piedra angular del nuevo orden social. No obstante, no existe verdadera fraternidad, sólida y efectiva, si no se apoya en una base inquebrantable. Esa base es la fe, pero no la fe en tales o cuales dogmas particulares, que cambian con los tiempos y según los pueblos, y cuyos partidarios se agreden mutuamente, visto que al anatematizarse unos a otros fomentan el antagonismo. Se trata, por el contrario, de la fe en los principios fundamentales que todos pueden aceptar: Dios, el alma, el porvenir, EL PROGRESO INDIVIDUAL INDEFINIDO, LA PERPETUIDAD DE LAS RELACIONES ENTRE LOS SERES. Cuando los hombres estén convencidos de que Dios es el mismo para todos; de que ese Dios, soberanamente justo y bueno, no puede querer nada que sea injusto; de que el mal proviene de ellos y no de Él, entonces todos se considerarán hijos del mismo Padre y se tenderán las manos unos a otros. Esa es la fe que concede el espiritismo, y en lo sucesivo será el eje alrededor del cual se moverá el género humano, sean cuales fueren los cultos y las creencias individuales.

 

Por cierto, todavía existen retardadores de este proceso evolutivo; pero ¿qué pueden hacer contra la marea que asciende, aparte de arrojarle piedras? Esa marea es la generación que surge, mientras ellos desaparecen junto con la generación que se marcha a grandes pasos cada día. Hasta entonces, sin embargo, defenderán el terreno palmo a palmo. Hay, pues, una lucha inevitable pero desigual, porque se trata de la lucha entre el pasado decrépito, que caduca cubierto de harapos, y el futuro joven. Es la lucha del estancamiento contra el progreso; de la criatura humana contra la voluntad de Dios, pues los tiempos que Él ha señalado ya llegaron.

 

Kardec, Allan. La Genesis. Capítulo XVIII.

 




19 febrero 2024

HOMENAJE A SOL 2024

HOMENAJE A SOL POR LA PERIODISTA D ª SUSANA ESTEVE 19/2/2024




POEMAS DE SOL

En los últimos meses Sol quería enviar sus poemas al concurso de los premios nobel de Suecia. Pensaba que si ganaba el concurso podía ayudar a la Mansión del Camino de Brasil en su obra social.

 

Encontré estos para deleite de sus amig@s y compañer@s:


PARA UN ESCARABAJO

Tan bello en la muerte
con tus seis manos
unidas en oración.
Ni siquiera tus suaves bigotes
se mueven con el viento.
Descansando en el caparazón verde
Centelleante,
con la panza de cobre
vuelta hacia el cielo.

Por primera vez me dejas ver
tus ojos brillantes,
que reflejan el sosiego del sol y
del antiquísimo árbol amado.

Quizá mi amor puede llevarte
 a través del alma grupal de los insectos
a comenzar una caminata
como un ser que crece en el peregrinaje
de la evolución.

Feliz viaje, amado
centelleante escarabajo,
tan bello en la muerte




EN EL JARDIN DE MILLES
(Museo esculturas de Carl Milles, el más visitado de Suecia
)



Voy andando en el país del júbilo
porque aquí yaces tú 
rodeado por Dios 
con sus angelitos con trompetas.


Manitou, el Dador de Vida,
 exhala la pipa de la paz y la unidad,
aquí se halla la multitud,
que se encuentra después del fin de la vida;
desde el cielo se estira la gigantesca mano verde
-- bájalo un poquito más, ¡oh, Dios!

No comprendo mis sentimientos,
estoy abatida de tristeza,
y sin embargo estoy casi sonriendo,
formo parte  de una historia eterna
y no estoy  muerta como yo creía.
Es tu amor que me ha hecho vidente.



MOMENTOS

Hay que obedecer
la suave fuerza
que guía todo
y no quedarnos
con amargura
si el amigo derriba
las torres hechas
de soleada arena.
Eran demasiado bellas
para ser desechadas
como trastos viejos.


Los sentimientos
cuando las torres se alzaron,
aún existen en nuestros cantos
y nos llevan a vidas nuevas.




VISIÓN CÓSMICA

Una molécula solitaria
 estaba pataleando
En la Infinidad
En el octavo día de de la creación
No había sido colocada en ningún sistema solar.
No pertenecía al aire, ni al fuego,
Ni a la Tierra, ni al agua.

Estaba abandonada e inútil
Un fragmento que había quedado
Después del primer planeamiento Cósmico.

Pero el pensamiento de Dios lo captó
Y lo acariciaba
Con manos sonrientes, y
Susurrando en el viento le dijo:
--Tu vas a experimentar una gracia especial,
Tu misma vas a elegir tu destino y tu estrella;
¿Quieres ser un rey brillante
Con poder sobre hombres y tierras?
O ¿un famoso artista elogiado por las masas?”

-- Déjame  ser un árbol
Con la raíz fija en la tierra
Y la corona lo más cerca posible del cielo.
Déjame ofrecer frutas más dulces que las ácidas manzanas.


TENGO VENERACIÓN POR LO IMPERFECTO

Tengo veneración por lo imperfecto,
Adoro fracasar,
Y la capacidad de decir
Con ojos alegres:
“ No puedo”.


Cada pequeña flor
Es mucho más bella
Que nuestras más grandes hazañas.
Tenemos la dicha de contemplar su belleza,
 acariciar su cuerpo aterciopelado
y apreciar su perfume.

¿A que viene entonces
ese llanto por tu derrota?



NO SER NADA

Recibí el don
de no ser nada.

Por eso escucho el canto de las estrellas,
encima de las risas y lamentos de los seres humanos.

Por eso veo coronas de luz
 sobre piedras, árboles y flores.

Nada es tan grande
como no ser nada.


10 enero 2024

EXPIACIONES COLECTIVAS


 

Imagen de starline en Freepik

Pregunta. - El espiritismo nos explica perfectamente la causa de los padecimientos individuales, que son la consecuencia inmediata de las faltas cometidas en la existencia presente, o una expiación del pasado; pero dado que cada uno sólo es responsable de sus propias faltas, ¿cómo se explican satisfactoriamente las desgracias colectivas que afectan a las aglomeraciones de individuos, como sucede en ocasiones a toda una familia, a una ciudad, a una nación o a una raza, y que se abaten tanto sobre los buenos como sobre los malos, tanto sobre los inocentes como sobre los culpables?

 

Respuesta.- Las leyes que rigen el universo, sean físicas o morales, materiales o intelectuales, han sido descubiertas, analizadas y comprendidas a partir del estudio de la individualidad y de la familia hacia el de todo el conjunto, y se las ha generalizado gradualmente, comprobando la universalidad de los resultados. Lo mismo sucede hoy en relación con las leyes que el estudio del espiritismo os ha permitido conocer.

 

Podéis aplicar, sin temor a equivocaciones, las leyes que rigen el individuo a la familia, a la nación, a las razas, al conjunto de los habitantes de los mundos, los cuales constituyen individualidades colectivas. Existen las faltas del individuo, las de la familia, las de la nación; y cada una de ellas, sea cual fuere su carácter, se expía en virtud de la misma ley. El verdugo expía, en relación con su víctima, ya sea encontrándose con ella en el espacio, o viviendo en contacto con ella en una o en muchas existencias sucesivas, hasta que haya reparado todo el mal que practicó. Lo mismo sucede cuando se trata de crímenes cometidos solidariamente por un cierto número de personas; las expiaciones son solidarias, lo que no suprime la expiación simultánea de las faltas individuales.

 

En cada hombre existen tres caracteres: el de individuo o ser en sí mismo, el de miembro de la familia, y finalmente el de ciudadano. Bajo cada una de esas tres fases puede ser criminal o virtuoso, es de[1]cir, puede ser virtuoso como padre de familia, al mismo tiempo que criminal como ciudadano, y recíprocamente. De ahí las situaciones especiales que experimenta en sus existencias sucesivas.

 

Así pues, salvo alguna excepción, podemos admitir como regla general que todos aquellos que en una existencia están reunidos por una tarea en común, ya han vivido juntos para trabajar con el mismo objetivo, y todavía se encontrarán reunidos en el futuro hasta que hayan alcanzado la meta, es decir, expiado su pasado o cumplido la misión que aceptaron.

 

Gracias al espiritismo comprendéis ahora la justicia de las pruebas que no derivan de los actos de la vida presente, porque reconocéis que esas pruebas son el rescate de las deudas del pasado. ¿Por qué no habría de ser del mismo modo en relación con las pruebas colectivas?

 

Alegáis que las desgracias de orden general alcanzan al inocente tanto como al culpable; pero ¿no sabéis que el inocente de hoy puede haber sido el culpable de ayer? Si se ve afectado individualmente o en forma colectiva, es porque lo ha merecido.

 

Además, como ya hemos dicho, están las faltas del individuo y las del ciudadano; la expiación de unas no exime de la expiación de las otras, dado que toda deuda debe ser pagada hasta la última moneda. Las virtudes de la vida privada difieren de las de la vida pública. Alguien que es un excelente ciudadano puede ser un pésimo padre de familia; y otro, que es buen padre de familia, probo y honesto en sus negocios, puede ser un mal ciudadano, haber atizado el fuego de la discordia, oprimido al débil, manchado sus manos con crímenes de lesa sociedad.

 

Esas faltas colectivas son las que expían colectivamente los individuos que a ellas han concurrido, los cuales se encuentran de nuevo reunidos para sufrir juntos la pena del talión, o para tener la oportunidad de reparar el mal que han cometido, probando su devoción a la causa pública mediante el socorro y la asistencia a los que antes habían maltratado.

 

Así, lo que sin la preexistencia del alma es incomprensible e inconciliable con la justicia de Dios, se vuelve claro y lógico mediante el conocimiento de esa ley.

 

La solidaridad, por lo tanto, que es el verdadero lazo social, no lo es sólo para el presente: se extiende al pasado y al porvenir, puesto que las mismas individualidades se han reunido, se reúnen y se reunirán para ascender juntas la escala del progreso mediante el auxilio mutuo. Esto es lo que el espiritismo hace comprensible por medio de la equitativa ley de la reencarnación y de la continuidad de las relaciones entre los mismos seres.

Obras Póstumas - Allan Kardec (cap. I)

20 diciembre 2023

NAVIDAD 2023

 


Ante la avalancha de Santa Claus que nos invade prefiero recordar el motivo por el que celebramos estas fiestas para que perdure en nuestros corazones el resto de los días del año. No se trata de consumir, de gastar sin sentido, de atiborrarse a comida y alcohol, eso ya ocurría en la época del imperio romano en que se celebraban las fiestas saturnales al cambio de estación en la noche más larga del año. 

 El Maestro Jesús vino con el propósito de enseñarnos a encontrar la verdadera felicidad en el Amor, al igual que todos los maestros misioneros que vinieron con posterioridad y a muchos de ellos se les ha asesinado con la excusa de que querían pervertir a la gente e ir contra los intereses de la sociedad. 

 ¿Que pensáis que haría esta sociedad involucrada en guerras terribles, ignorando el hambre en los países más pobres e intoxicando física y mentalmente a los jóvenes a través de las drogas y la tecnología, si el Maestro Jesús apareciera y arremetiera contra toda esa hipocresía?

 

 

 

 

08 septiembre 2023

LO NECESARIO Y LO SUPERFLUO

¿Qué es para ti necesario y qué es superfluo en tu vida? 


Rogier Hoekstra


La naturaleza dual del hombre – cuerpo y espíritu – le impone la necesidad de mantener la vida en su doble aspecto. Pero acontece que la mayoría de los habitantes de este Planeta se preocupa solamente por su aspecto material, por eso relega y descuida los intereses espirituales por ignorancia o indiferencia. Entre tanto, el Creador dotó a todos los seres vivos, particularmente el hombre, de los instintos y de la inteligencia apropiados para la conservación de la vida, proporcionándoles los medios para ello. (9)

 

Todo lo que el hombre necesita para el sustento de la vida se encuentra en la Tierra. Es admirable la providencia y la sabiduría divinas que se manifiesta en la Naturaleza para proveer a todas las necesidades del hombre, primitivo o civilizado, en cualquier época. Por un lado, todos los recursos naturales están al alcance de la criatura en la atmósfera, en las aguas y en las entrañas de la Tierra; por otro, se encuentra la necesidad del esfuerzo, del trabajo, la aplicación de la inteligencia, la lucha contra los elementos para poseer el provecho de los medios de manutención. (10)

 

Es importante que el ser humano aprenda a establecer un límite entre lo superfluo y lo necesario evitando, en la medida de lo posible, las exigencias de la sociedad de consumo. Entre tanto sabemos que no es fácil la definición precisa de este límite porque el proceso de civilización creó necesidades que el salvaje desconoce. Todo es relativo, y le compete a la razón regular las cosas.

 

La Civilización desarrolla el sentido moral, y, al mismo tiempo, el sentimiento de caridad que conduce a los hombres a prestarse mutuo apoyo. Los que viven a expensas de las privaciones de los otros, explotan en su provecho los beneficios de la Civilización. De ésta sólo poseen el barniz, así como hay personas que no tienen de la religión más que una máscara. (3)

 

Comprendemos que es natural desear el bienestar. Dios sólo rechaza el abuso, porque es contrario a la conservación. No condena la búsqueda del bienestar si éste no fue adquirido a expensas de otros y no debilitó vuestras fuerzas físicas ni vuestras energías morales. (4)

 

En ese sentido es siempre muy valioso dejar de lado lo superfluo porque eso  desliga al hombre de la materia y eleva su alma. Es meritorio resistir a la tentación que arrastra al exceso o al gozo de las cosas inútiles; es bueno que el hombre se prive de una parte de lo que le es necesario para darlo a quien carece de lo suficiente. (5)

 

Según el Espíritu Bezerra de Menezes, el mundo está repleto de oro. Oro en el suelo. Oro en el mar. Oro en los cofres. Pero el oro no resuelve los problemas de la miseria. El mundo está repleto de espacio. Espacio en los continentes. Espacio en las ciudades. Espacio en los campos. Pero el espacio no resuelve el problema de la codicia. El mundo está repleto de cultura. Cultura en la enseñanza. Cultura en la técnica. Cultura en la opinión. Pero la cultura de la inteligencia no resuelve el problema del egoísmo. El mundo está repleto de teorías. Teorías en las ciencias. Teorías en las escuelas filosóficas. Teorías en las religiones. Pero las teorías no resuelven el problema de la desesperación. El mundo está repleto de organizaciones. Organizaciones administrativas. Organizaciones económicas. Organizaciones sociales. Pero las organizaciones no resuelven el problema del crimen. (11)

 

¿Cuál sería entonces la solución para esos problemas? Bezerra nos da, evidentemente, la respuesta correcta: Para extinguir la llaga de la ignorancia que incentiva la miseria; para disipar la sombra de la codicia que genera alucinación; para exterminar el monstruo del egoísmo que fomenta la guerra; para anular la larva de la desesperación que impulsa la locura; para remover el lodazal del crimen que produce la desdicha, el único remedio eficiente es el Evangelio de Jesús en el corazón humano. (12)

 



Dentro de ese contexto de lo que es superfluo y lo que es necesario para nuestra existencia, nos hacemos eco de las siguientes reflexiones de un Espíritu Protector, quien  en un mensaje dictado en el año 1861, decía: Cuando reflexiono sobre la brevedad de la vida, me impresiona dolorosamente la incesante preocupación de que es objeto para vosotros el bienestar material, mientras que atribuís tan escasa importancia y no consagráis sino un poco o ningún tiempo a vuestro perfeccionamiento moral, que debe interesaros para la eternidad. Ante la actividad que desplegáis, parecería que se tratara de una cuestión del más alto interés para la Humanidad, cuando, en la mayoría de los casos no es más que poneros en condiciones de satisfacer necesidades desmedidas, la vanidad, o entregaros a excesos.

 

¡Cuántas penas, disgustos y tormentos se impone a sí mismo cada uno; cuántas noches de insomnio para acrecentar una fortuna que con frecuencia ya es más que suficiente! Para colmo de vuestra ceguera, es común ver a personas que por el apetito desmedido de obtener fortuna y los gozos que ésta les proporciona, se esclavizan a un trabajo penoso y se vanaglorian de una existencia a la que consideran de sacrificio y de mérito, como si trabajaran en beneficio de otros y no para ellos mismos.  

 

¿Creéis realmente, que se os tendrán en cuenta los desvelos y esfuerzos realizados cuyos móviles son el egoísmo, la codicia y el orgullo, mientras que descuidáis vuestro futuro y los deberes que impone la solidaridad fraterna a todos aquellos que gozan de las ventajas de la vida social?

 

Sólo habéis pensado en vuestro cuerpo; su bienestar, sus placeres fueron los únicos objetivos de vuestra preocupación egoísta. Y por él – que perece - despreciasteis vuestro Espíritu, que vivirá siempre. Es por eso que ese amo tan delicadamente atendido y mimado se ha transformado en vuestro tirano, domina a vuestro Espíritu que se ha convertido en su esclavo. ¿Será esa la finalidad de la existencia que Dios os otorgó? (1)

 

Si aprendemos a establecer un límite entre lo necesario y lo superfluo, no debemos temer el futuro ni pensar que pasaremos privaciones. Los Espíritus Superiores nos afirman que “La Tierra producirá lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes, cuando los hombres sepan administrar los bienes que ella les brinda, según las leyes de justicia, de caridad y de amor al prójimo. Cuando reine la fraternidad entre los diversos pueblos como entre las provincias de un mismo país, lo momentáneamente superfluo de uno suplirá la insuficiencia temporaria del otro, y cada uno tendrá lo necesario. De esa manera, el rico se considerará como un hombre que posee grandes cantidades de semillas. Si las distribuye, éstas producirán cien veces más para él y para los otros. Pero si él las come solo, si las desperdicia y deja que se pierda el excedente de lo que haya comido, las semillas nada producirán, y no habrá lo suficiente para todos. Si las almacena en su granero, los parásitos las devorarán.

 

Por eso es que Jesús dijo: “No acumuléis tesoros en la Tierra”, porque son perecederos; “acumuladlos en el cielo”, donde son eternos. En otras palabras: no les deis a los bienes materiales más importancia que a los espirituales, y sabed sacrificar a los primeros en provecho de los segundos. (2)

 

Teniendo en cuenta la importancia de nuestra felicidad espiritual, algo debemos hacer para educar nuestros impulsos consumistas y dominar el deseo de la posesión y de la acumulación de bienes. Es necesario confiar más en la Providencia Divina, y aceptar la segura orientación de Jesús: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

 

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber? ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os inquietéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal. (6)

 

Analizando esas orientaciones de Jesús, entendemos que uno de los grandes problemas del ser humano respecto de la preocupación por acumular bienes, es la inseguridad. El origen de la inseguridad está en el hecho de que sobredimensionamos nuestras necesidades esenciales. Pensamos demasiado en nosotros mismos y vivimos tan angustiados, tan tensos, tan preocupados por los pequeños problemas que bullen en nuestra mente porque les concedemos excesiva atención, que no tenemos tiempo para detenernos y pensar en Dios, que alimenta a la humilde ave hasta la saciedad y que viste de belleza incomparable la hierba del campo. Él es nuestro amparo fundamental, nuestra más legítima bendición, nuestro futuro más promisorio, nuestra verdadera felicidad.

 

Podrán argumentar: si lo esperamos todo del Creador, estaremos condenados a la indolencia, causa que genera problemas más serios que la misma inseguridad. Pero esto es un error. Lo que Jesús pretende es que no conservemos temores en nuestro corazón y que veamos en Dios nuestra providencia, nuestro apoyo para vivir en paz. Al recomendar que busquemos por sobre todas las cosas el Reino de Dios, donde todas nuestras aspiraciones se realizarán, estaba muy lejos de invitarnos a la inercia.

 

 Al ser el Reino un estado de conciencia, una especie de limpieza y de poner en orden la casa mental, es evidente que no se trata de una tarea para indolentes, porque exige una férrea disciplina interior, un ingente trabajo de renovación propia, una lucha exhaustiva contra nuestras tendencias inferiores. (7)

 

Para vivir el mensaje evangélico es preciso aprovechar la bendición del tiempo y valorar las oportunidades que se presentan . A cada día, explica el Maestro, le basta sus males. Quien se preocupa mucho por el futuro, compromete el presente. Hoy es nuestra legítima oportunidad de aprender y trabajar, servir y edificar. (8)

 





Presentamos a continuación algunos preceptos que fueron sugeridos por el Espíritu André Luiz. Son preceptos que nos pueden servir de guía para ayudarnos a educar nuestra ansiedad de consumir y acumular bienes, con el fin de poder acometer con más seguridad nuestro crecimiento espiritual:

  • No conviertas tu hogar en un museo. 
  • El utensilio inútil en casa, puede ser de utilidad en casa ajena. 
  • El desapego comienza por las cosas pequeñitas, y el objeto conservado sin ser utilizado en la morada pone de manifiesto los sentimientos del morador. 
  • La verdadera muerte comienza en la inmovilidad. 
  • Quien hace circular los préstamos de Dios, renueva su propio camino. 
  • Transforma los enseres inútiles en fuerzas vivas del bien. 
  • Saca de la despensa los alimentos olvidados y distribúyelos fraternalmente entre los compañeros cuyos estómagos están atormentados. 
  • Revisa el guardarropas, libera las perchas de las prendas que no usas, y llévalas a los transeúntes desnudos de la calle. 
  • Deposita los pares de zapatos que te sobran en los pies descalzos que transitan a tu alrededor. 
  • Elimina el excedente del mobiliario y aumenta la alegría de las viviendas carentes. Observa lo que guardas en cajones y placares, y bríndale aplicación a los objetos que ya no utilizas en tu uso personal. 
  • Transforma en patrimonio ajeno los libros cubiertos de polvo que no consultas y entrégalos al lector que carece de recursos para adquirirlos. 
  • Examina tu dinero, y da un poco más de lo que donas en los simples compromisos de la fraternidad, mostrando así gratitud por lo recibido por añadidura de la Divina Misericordia. 
  • Prevente hoy contra el remordimiento de mañana. El exceso en nuestra vida crea la necesidad de nuestro semejante. (13)

 




Allan Kardec inquirió a los Espíritus superiores sobre lo necesario y lo superfluo en El Libro de los Espíritus en los siguientes parágrafos:


704. Puesto que Dios ha dado al hombre la necesidad de vivir, ¿le ha proporcionado siempre los medios para ello? 

“Sí, y si no los encuentra es porque no los comprende. Dios no ha podido dar al hombre la necesidad de vivir sin proporcionarle los medios para ello, por eso Él hace que la tierra produzca lo que sus habitantes necesitan; pues sólo lo necesario es útil; lo superfluo nunca lo es.”

 

705. ¿Por qué la tierra no siempre produce lo suficiente para proporcionar al hombre lo necesario? 

“¡Porque el hombre es ingrato y la descuida! No obstante, ella es una excelente madre. El hombre también suele acusar a la naturaleza de lo que constituye el efecto de su propia impericia o de su imprevisión. La tierra produciría siempre lo necesario si el hombre supiera contentarse con ello. Si la tierra no lo abastece, es porque el hombre emplea en lo superfluo lo que podría destinar a lo necesario. Mira al árabe en el desierto: siempre encuentra de qué vivir, porque no se crea necesidades ficticias. En cambio, cuando la mitad de los productos se desperdicia en satisfacer fantasías, ¿debe el hombre asombrarse de no encontrar nada al día siguiente, y tiene razón de quejarse si está desprovisto cuando llegan los tiempos de escasez? En verdad os digo, no es la naturaleza la imprevisora, sino el hombre, que no sabe administrarse.”

 

706. Por bienes de la tierra, ¿sólo debemos entender los productos del suelo? 

“El suelo es la fuente principal de donde derivan los otros recursos, porque en definitiva esos recursos no son más que una transformación de los productos del suelo. Por eso hay que entender por bienes de la tierra todo lo que el hombre puede disfrutar en este mundo.”

 

707. Algunos individuos suelen carecer de medios de subsistencia, incluso entre la abundancia que los rodea. ¿A quién deben culpar por eso? 

“Al egoísmo de los hombres, que no siempre hacen lo que deben. Con todo, la mayoría de las veces esos individuos deben culparse a sí mismos. Buscad y encontraréis.96 Estas palabras no quieren decir que basta mirar al suelo para encontrar lo que se desea, sino que es preciso buscarlo con ardor y perseverancia, y no con desidia, sin dejarse desalentar por los obstáculos que muy a menudo no son más que medios de poner a prueba vuestra constancia, paciencia y firmeza.” 

 

Si bien la civilización multiplica las necesidades, también multiplica las fuentes de trabajo y los medios de subsistencia. No obstante, es preciso convenir en que en ese aspecto le queda todavía mucho por hacer. Cuando la civilización haya cumplido su obra, nadie podrá decir que carece de lo necesario, salvo que sea por su propia culpa. La desgracia de muchos se debe a que se internan en un camino que no es el que la naturaleza les ha trazado, en cuyo caso les hace falta la inteligencia para triunfar. Hay lugar para todos bajo el sol, pero con la condición de que cada uno ocupe el suyo y no el de los demás. 


La naturaleza no puede ser responsable de los vicios de la organización social ni de las consecuencias de la ambición y del amor propio. Con todo, habría que ser ciego para no reconocer el progreso que se ha realizado en ese aspecto en los pueblos más adelantados. Gracias al loable esfuerzo conjunto que la filantropía y la ciencia no cesan de llevar a cabo para mejorar la condición material de los hombres, y a pesar del crecimiento incesante de las poblaciones, la insuficiencia de la producción ha disminuido –al menos en gran medida– y ni siquiera los años más calamitosos del presente se pueden comparar con los de poco tiempo atrás. 


La higiene pública, ese elemento tan esencial para la fuerza y la salud, que nuestros padres no conocían, es objeto de una atención especializada. El infortunio y el sufrimiento encuentran lugares donde refugiarse. En todas partes la ciencia es aplicada para contribuir al aumento del bienestar. ¿Significa eso que hemos alcanzado la perfección? ¡No, por cierto! Sin embargo, lo que se ha hecho nos da la medida de lo que puede hacerse con perseverancia, si el hombre es suficientemente sabio para buscar su felicidad en las cosas positivas y serias, y no en utopías que lo retrasan en vez de hacerlo adelantar.

 



708. ¿No hay situaciones en que los medios de subsistencia no dependen en modo alguno de la voluntad del hombre, y en que la privación de lo más indispensable es una consecuencia de la fuerza de las circunstancias?

 “Se trata de una prueba, a menudo cruel, que el hombre debe sufrir, y a la que sabía que estaría expuesto. Su mérito radica en la sumisión a la voluntad de Dios, en caso de que su inteligencia no le proporcione ningún medio para salir de la dificultad. Si la muerte lo alcanza, debe someterse a ella sin quejarse, y pensar que la hora de la verdadera liberación ha llegado y que la desesperación de los últimos instantes puede hacerle perder el fruto de su resignación.”

 

709. Los que en determinadas situaciones críticas se han visto obligados a sacrificar a sus semejantes para alimentarse con sus despojos, ¿han cometido un crimen? De ser así, dicho crimen, ¿se ve atenuado por la necesidad de vivir, que resulta del instinto de conservación? 

“Ya he respondido al decir que hay más mérito en sufrir todas las pruebas de la vida con valor y abnegación. En el caso citado, existe asesinato y crimen de lesa naturaleza: falta que debe ser doblemente castigada.”

 

710. En los mundos donde el organismo es más depurado, ¿tienen los seres vivos necesidad de alimentarse? 

“Sí, pero sus alimentos son adecuados a su naturaleza. Esos alimentos no serían suficientemente sustanciosos para vuestros estómagos groseros. De igual modo, ellos no podrían digerir los vuestros.”

 

                                                                                         



REFERENCIAS

1. KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Capítulo XVI. Ítem 12.

2. __________. Cap. XXV. Ítem 8.

3. __________. El Libro de los Espíritus. Pregunta 717.

4. __________. Pregunta 719.

5. __________. Pregunta 720a.

6. BIBLIA. Biblia de Jerusalén. Equipo e traductores de la edición española de 1999. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao. (Mateo, 6: 25 y 34) págs. 2185- 2186.

7. SIMONETTI, Richard. A Voz do Monte. Ítem: A distância do Reino.

8. __________. Ibídem.

9. SOUZA, Juvanir Borges de. Tempo de Transição. Cap. 5: Necessário e supérfluo.

10. __________. Ibídem.

11. XAVIER, Francisco Cândido & VIEIRA, Waldo. El Espíritu de Verdad. Por Diversos Espíritus. Cap. 1: Problemas del mundo. Mensaje del Espíritu Bezerra de Menezes.

12. __________. Ibídem.

13. __________. Cap. 2: Tú y el exceso. Mensaje del Espíritu André Luiz


Reflexiones

Reflexión 18/5/19

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