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15 abril 2023

PERIESPÍRITU

 


Pregunta 93 – El Espíritu propiamente dicho, ¿está descubierto o, como algunos pretenden, rodeado de alguna sustancia?

El Espíritu está envuelto en una sustancia vaporosa para ti, pero todavía muy densa para nosotros; aunque suficientemente vaporosa como para elevarse en la atmósfera y transportarse adonde quiera.

Comentario de Kardec: Así como el germen de un fruto está circundado por el perisperma, del mismo modo el Espíritu propiamente dicho está rodeado de una envoltura que, por comparación, podemos denominar periespíritu.


Pregunta 94 – ¿De dónde saca el Espíritu su envoltura semimaterial?

Del fluido universal de cada planeta. Es por eso que no es la misma en todos los mundos. Al pasar de un mundo a otro el Espíritu cambia de envoltura, como vosotros cambiáis de vestimenta.

Pregunta 94-a – Así, cuando los Espíritus que habitan en mundos superiores vienen al nuestro, ¿toman un periespíritu más denso?

Es necesario que se revistan con vuestra materia; ya lo hemos dicho.

Pregunta 95 – La envoltura semimaterial del Espíritu, ¿presenta formas determinadas y puede ser perceptible?

Sí, una forma al arbitrio del Espíritu, y es así se os aparece algunas veces, ya sea en sueños o también en estado de vigilia, pudiendo tomar una forma visible e incluso palpable. 

Además de la función de envoltura del Espíritu, el periespíritu presenta varias funciones y propiedades, que Kardec deja claro en el Libro de los Médiums cuando nos dice: “El periespíritu es como el conductor eléctrico que sirve para la recepción y la transmisión del pensamiento, desempeña un gran papel en la economía orgánica en los fenómenos fisiológicos y patológicos. 

En el libro Obras Póstumas, encontramos que, “se puede decir que el cuerpo recibe la impresión, el periespíritu la transmite y el Espíritu, que es el ser sensible e inteligente, la recibe. Cuando el acto es de iniciativa del Espíritu, se puede decir que el Espíritu lo quiere, el periespíritu lo transmite y el cuerpo lo ejecuta”. (3), siendo de esta manera, se puede comprender las relaciones de los estímulos del mundo exterior a través del cuerpo sensorial, somático, hacia el Espíritu y los comandos del Espíritu para las acciones en el cuerpo, considerando que el intermediario de estas informaciones es el periespíritu.

Toda acción tiene su causa en el Espíritu que a través de su voluntad mueve y activa las acciones a través del cuerpo físico, y este, siendo el “burrito” como cariñosamente llamó Francisco de Asís a su cuerpo físico, es capaz de poner el Espíritu en prueba y también expiaciones.


FUNCIONES DEL PERIESPÍRITU


Función instrumental:

Como se desprende de su propio concepto, la función primordial del periespíritu es servir como instrumento al alma, en su interacción con los mundos espiritual y físico. 

 Vehículo para la transmisión de las impresiones fisiológicas, sensaciones y percepciones psicológicas. 

Función individualizadora:

El periespíritu, cuerpo imperecedero del Alma, sirve a su individualización e identificación. El alma es única y diferenciada, y el periespíritu, como su perenne envoltura, la muestra, reflejándola, asegurando su identidad exclusiva. Sin embargo, no se trata de una identidad que se diga solo con características periféricas; se refiere, sí, a su propia historia, a sus características evolutivas particulares. 

Función organizadora: 

La función organizadora del periespíritu aparece especialmente notable en el proceso de reencarnación, en el que el ritmo morfogenético, relacionado con el modelado de sistemas biológicos: células, tejidos, órganos, conduce a la formación de un nuevo cuerpo físico estrictamente estructurado de acuerdo con las características que marcan el cuerpo espiritual, modelo por excelencia. 

El periespíritu es también un cuerpo organizado que, representando el molde fundamental de la existencia del hombre, subsiste más allá del sepulcro, permaneciendo en la región que le es propia. 

Modelo Organizador Biológico – MOB «Capaz de actuar sobre la materia orgánica y provocar el desarrollo biológico». 

Función sustentadora: 

El periespíritu, impregnándose de energía vital y trasladándola paulatinamente, al impulso del alma, para el vehículo físico, sosteniéndole desde la formación hasta el completo crecimiento, conservándolo, posteriormente, en la vida adulta, por el tiempo necesario. Otro aspecto importante está relacionado con la salud física en sí, mantenida por la acción fundamental del sistema inmunológico, que, a su vez, es sostenido por el periespíritu. Prueba de ello se deriva, por ejemplo, incluso del hecho de que la inmunodeficiencia, como podemos ver hoy, está estrechamente vinculada a factores que dicen, principalmente, con el equilibrio emocional. Desde la embriogénesis hasta la muerte, el periespíritu sostiene y mantiene el cuerpo físico. 

Insensible a las causas de desintegración y destrucción que afectan al cuerpo físico, el periespíritu asegura la estabilidad de la vida en medio de la renovación continua de las células. Es el modelo invisible a través del cual las partículas orgánicas pasan y se suceden obedeciendo a líneas de fuerza, cuyo encuentro constituye este diseño, este plan inmutable, reconocido por Claude Bernard como necesario para mantener la forma humana en medio de las constantes modificaciones y de la renovación de los átomos. 

 

Propriedades del periespíritu

Plasticidad

Propiedad que permite que el periespíritu se ajuste al comando de la mente espiritual. Ese poder plástico es más amplio en los Espíritus superiores, los menos evolucionados pueden presentar graves modificaciones en el periespíritu – zoantropía y ovoidización. (5)

Luminosidad

Propiedad relacionada a la densidad. La fluidez revela densidad menor y, cuanto menos denso, más luz emite. (5)

Penetrabilidad

Indica que el periespíritu de los Espíritus de mediana y superior evolución no encuentran dificultad para atravesar la materia del plano físico. (5)

Visibilidad

El periespíritu es usualmente invisible al encarnado, el médium vidente consigue ver la forma en que el desencarnado se presenta. (5)

Sensibilidad

En el Espíritu desencarnado, las sensaciones y percepciones son generales, captadas en toda la extensión del periespíritu, muy diferente de las localizadas o compartimentado del cuerpo somático. «Así, ve, oye, siente, en fin con todo el cuerpo periespiritual». (5)

Expansibilidad

El periespíritu es indivisible, pero puede expandirse mucho, ampliando la capacidad de visión y percepción del Espíritu. Por la expansibilidad, muy relacionada a la plasticidad, ocurren los fenómenos de bicorporiedad – tal como sucedía con Eurípedes Barsanulfo y con Antônio de Pádua – permite que el cuerpo físico del encarnado sea visto en un local y su periespíritu en otro. Tal propriedad sugiere, a los que desconocen como ocurre el fenómeno, la falsa impresión de que la persona está dividida en dos, ya que es vista en lugares diferentes. Poder de ampliar el campo de sensibilidad y de percepción. ◦ Exteriorización de la sensibilidad (videncia, por ejemplo).  Emancipación del alma (desdoblamiento) (5)

07 julio 2022

PERIESPÍRITU (I)

 


PERIESPÍRITU: FORMACION, PROPIEDADES Y FUNCIONES


El periespíritu o cuerpo fluídico de los Espíritus, es una condensación del fluido cósmico en torno del alma; el cuerpo carnal es resultado de una mayor condensación del mismo elemento, que lo transforma en materia tangible.

 Aunque tengan un origen común, el mismo elemento primitivo, las transformaciones moleculares son diferentes en esos dos cuerpos, resultando de eso que si el periespíritu imponderable está dotado de cualidades etéreas, ambos son materia sólo que en diferentes estados. (01)

El Espíritu forma su envoltorio periespiritual con los fluidos ambientales en que vive. Como la naturaleza de los mundos varía con su grado de evolución, será mayor o menor la materialidad de los cuerpos físicos de sus habitantes y los periespirituales guardan relación, en cuanto a su composición, con ese grado de materialidad. Al admitir que un Espíritu emigre de la Tierra, queda allí su envoltorio fluídico y toma, en el mundo físico donde aportará, otro que sea apropiado al nuevo medio. (02)

«La naturaleza del envoltorio fluídico está siempre en relación con el grado de adelanto moral del Espíritu. (...)» (03)

A la condición moral del Espíritu corresponde, por así decirlo, una determinada densidad del periespíritu. A mayor elevación, menor densidad fluídica. A mayor inferioridad, mayor densidad, es decir, un periespíritu más grosero, con mayor condensación fluídica.

Está claro que hasta los envoltorios fluídicos más toscos permanecen imponderables, pero dentro de la relatividad de las cosas, se puede admitir un peso específico para el envoltorio periespiritual. Los de mayor peso específico retienen a los Espíritus en las regiones inferiores, imposibilitando su acceso a planos más elevados y, por eso mismo, la salida hacia mundos más elevados. La acentuada densidad del espíritu de un gran número de Espíritus los lleva a que lo confundan con el cuerpo físico. Por eso se consideran todavía encarnados y viven, en la tierra, imaginándose entregados a las ocupaciones que les eran habituales.

Los periespíritus de los Espíritus superiores, de reducido peso específico, les confiere una liviandad que les permite vivir en los planos elevados, así como su desplazamiento a otros mundos. Claro está que tales Espíritus pueden descender a los planos inferiores y, normalmente, dada la sutileza de su envoltorio no son percibidos por las entidades inferiores.

Cuando está encarnado, el Espíritu mantiene su envoltorio periespiritual y su cuerpo carnal, por consiguiente, constituyen un segundo envoltorio, más grosero, apropiado al medio físico donde vive sus experiencias.

El periespíritu, en esa situación, sirve de intermediario al Espíritu y al cuerpo. Es el órgano de transmisión de todas las sensaciones; que partan del Espíritu o que vengan del exterior, a través del cuerpo físico. (05)

Debido al tosco estado de la materia, los Espíritus no pueden actuar directamente sobre ella. Tienen que hacerlo a través de su periespíritu.» Es por medio del periespíritu que los Espíritus actúan sobre la materia inerte y producen los diversos fenómenos mediúmnicos. (...)». (06)

Los fluidos periespirituales se constituyen, por la acción de la voluntad de los Espíritus, en verdaderas palancas que les permiten producir golpes, ruidos, movimientos de objetos, etc.

En condiciones normales el periespíritu es invisible pero, en razón de las modificaciones que pueda experimentar, por acción de la voluntad del Espíritu, puede volverse visibles Esas modificaciones consisten en una especie de condensación o en nuevas disposiciones de las moléculas que componen ese envoltorio fluídico. La aparición de un Espíritu resulta de su propósito de hacerse visible. Pero no basta con desear esa visibilidad para obtenerla: la modificación del periespíritu requiere la existencia de ciertas circunstancias que no dependen del Espíritu; este necesita un permiso, que no siempre le es concedido, para mostrarse a alguien. (07)

En las apariciones, el periespíritu se presenta más o menos consistente. Por lo común tiene aspecto vaporoso y diáfano. Otras veces lo hace con las formas delineadas, con los trazos bien nítidos. En este último caso, puede hasta presentar la solidez de un cuerpo físico, siendo por eso mismo, tangible, lo que no le impide retomar instantáneamente el estado normal, de ser invisible y etéreo.

La materia no constituye un obstáculo para el periespíritu. Su condición etérea le confiere la propiedad de penetrabilidad. Atraviesa la materia con la luz a los cuerpos transparentes. Es por eso que las puertas y ventanas cerradas de una sala cualquiera, no impiden la penetración, a ese lugar de un Espíritu. (07)

Como ya dijimos, de las capas de los fluidos espirituales que envuelven a la Tierra, sacan los Espíritus que allí viven, sus envoltorios periespirituales. Esos fluidos no son homogéneos: son una mezcla de moléculas de varias calidades, unas más o menos depurando el Espíritu, su periespíritu se formará de las partes más puras o de las más groseras del fluido característico del mundo donde éste se encarna (...).» (04)

El Espíritu atrae las moléculas que tengan afinidad con su modelo vibratorio. Como consecuencia, «la constitución íntima del periespíritu no es idéntica en todos los Espíritus encarnados o no encarnados que pueblan la Tierra o el espacio que la circunda» (04), cosa que no ocurre con el cuerpo carnal, que está formado por los mismos elementos, independientemente de la mayor o menor elevación de los Espíritus a los que revisten. Otra consecuencia de la forma de composición del periespíritu es que el envoltorio periespiritual de un Espíritu se modifica con el progreso moral que éste realiza en cada encarnación, aunque encarne en el mismo medio;... los Espíritus superiores que encarnan excepcionalmente, en misión, en un mundo inferior, tienen un periespíritu menos grosero que el de los nativos de ese mundo.» (04)

El periespíritu, que contiene un organismo fluidico-modelo, es la fuerza directriz responsable de la edificación del plan escultural y del tipo funcional de todos los seres.» Contiene el dibujo previo, la ley omnipotente que servirá de regla inflexible al nuevo organismo y le asignará el lugar en la escala morfológica, según el grado de su evolución. Es el embrión donde se ejecuta esa acción directiva (02)

Pero ese modelo fluídico, verdadera matriz, mantiene la misma forma del ser hasta el fin de su vida, promoviendo incluso la regeneración de los tejidos orgánicos destruidos. En el periespíritu dormitan, por así decirlo, propiedades organogenias, que se activan por la acción de la fuerza vital.

Como enseña el Espíritu André Luiz, ese cuerpo espiritual posee todo el equipamiento de recursos automáticos que gobiernan a los billones de entidades microscópicas, al servicio de la inteligencia, en los círculos de acción en que nos demoramos; recursos adquiridos lentamente por el ser, durante milenios y milenios de esfuerzos y recapitulación, en los múltiples sectores de la evolución anímica. (10)

También refiere André Luiz que en el cuerpo espiritual, o psicosoma, están situados los centros vitales que presiden la actividad funcional de los diversos órganos que integran el cuerpo físico. Esos centros son focos de energía que, con la dirección automática del alma, imprimen a las células la extrema especialización, por la cual el hombre posee en el cuerpo denso — y todos conservamos en el cuerpo espiritual, en recursos equivalentes —, las células que producen fosfato y carbonato de calcio para la constitución de los huesos, las que se distienden para recubrir el intestino, las que desempeñan complejas funciones químicas en el hígado, las que se transforman en filtros de la sangre en la intimidad de los riñones y otras tantas que se ocupan de la fabricación de sustancias indispensables para la conservación y defensa de la vida en las glándulas, en los tejidos y en los órganos que constituyen nuestro cosmos vivo de manifestación (11)

 Ver centros de energía 

«En el momento de encarnar, el periespíritu se une, molécula a molécula, a la materia del germen. Este posee una fuerza vital, cuya energía más o menos vigorosa, al transformarse en energía actual, durante la existencia, determina la longevidad del individuo (06)

Ese germen está sujeto a las leyes de la genética, es decir que la fuerza vital sufre las acciones modificadoras de la herencia de los padres, que transmiten sus disposiciones orgánicas. Como ya hemos visto, la acción de la fuerza vital es la que lleva al periespíritu a desarrollar sus propiedades funcionales. El germen recapitula, de modo rápido, en su desarrollo, las diferentes fases de la evolución por las cuales pasó la raza.

De la misma forma que el psicosoma trae el registro de todos los estados del Espíritu, desde su origen, así también el germen material contiene las impresiones de todas las etapas recorridas por el psicosoma.

La idea directriz que determina la forma está, por consiguiente, contenida en el fluido vital y el periespíritu, al impregnarse de él, transfundiéndose en él, uniéndose a él íntimamente, se materializa lo suficiente como para tornarse el director, el regulador, el soporte de la energía vital modificada por la herencia. Es gracias a él que el tipo individual se forma, se desarrolla, se conserva y se destruye (07)

 


 

El periespíritu retiene todos los estados de conciencia, de sensibilidad y de voluntad; guarda todos los conocimientos adquiridos por el ser. Es la sede de la memoria. Él es quien almacena, registra, conserva todas las percepciones, todas las intenciones e ideas del alma. Y no solamente incrusta en la sustancia todos los estados anímicos determinados por el mundo exterior, sino que se constituye en testigo inmutable, el que posee infaliblemente hasta los pensamientos más huidizos, los sueños vislumbrados y los formulados. (03)

Todo nuestro pasado queda almacenado en él. Las diferentes etapas de nuestro desarrollo están registradas allí. Es el que conserva nuestra personalidad, los elementos de nuestra identificación. A lo largo de su inmensa trayectoria, desde que el alma inició sus peregrinaciones terrestres, bajo las formas más inferiores, el periespíritu está registrando todas las experiencias vividas por el ser inteligente, incorporando un creciente bagaje.

Nada se destruye, todo se acumula en ese periespíritu tan imperecedero e incorruptible como la fuerza o la materia de la que salió. Los maravillosos espectáculos que contempla nuestra alma, las armonías sublimes que se dilatan en los espacios infinitos, los esplendores del arte, todo quedó fijado en nosotros y poseemos por siempre lo que pudimos adquirir. El mínimo esfuerzo es llevado mecánicamente a nuestro activo, nada se pierde y es así que lenta, pero seguramente, ascendemos la escalera del progreso.

Es comprensible que los excesos, los abusos, los atentados contra el cuerpo físico, las lesiones a los derechos de los otros, también tengan su registro en el cuerpo espiritual y repercutan, ya sea en la existencia en que concurren o en otra encarnación. A ese respecto, Kardec nos enseña que el doble fluidico, como uno de los elementos componentes del ser humano, además del importante papel en los fenómenos psicológicos, tiene su participación en los sucesos fisiológicos y patológicos. (01)

André Luiz nos dice que la etiología de las dolencias perdurables, que angustian al cuerpo físico y lo torturan guardan sus causas profundas en el cuerpo espiritual»; y agrega: «el remordimiento provoca diversos disturbios en nuestras fuerzas profundas, desarticulando las sinergias del cuerpo espiritual, creando predisposiciones mórbidas para esa o aquella enfermedad. (09)

Cuando está encarnado, hay una estrecha unión del Espíritu al cuerpo físico, a través del periespíritu, razón por la cual, cualquier modificación enfermiza, en las moléculas nerviosas del cerebro, implica una alteración de las facultades espirituales. En condiciones normales, las sensaciones modifican la naturaleza de las vibraciones de la fuerza psíquica. Si esas modificaciones fueren, por su intensidad y duración, capaces de rebasar un limite mínimo, las sensaciones serán registradas en el periespíritu de manera consciente, es decir que habrá una percepción, que el Espíritu toma conocimiento de lo que está pasando. Es la memoria de fijación. Si no es alcanzado ese límite mínimo, habrá registro de la sensación, pero en el inconsciente.

No todas las sensaciones y recuerdos pueden existir simultáneamente; hay un debilitamiento de su ritmo que las lleva a descender, gradualmente, hasta debajo de un límite mínimo de percepción, por lo que entran en la faja del subconsciente. «Todos los aspectos de la vida vegetativa y orgánica han sido conservados en el periespíritu de esa forma, durante la evolución del alma a través de la serie de las formas inferiores.» (05)

La repetición continuada de ciertos actos crea hábitos. Inicialmente, esos actos eran conscientes pero, con la repetición constante, exigiendo menos tiempo y esfuerzo, fueron volviéndose mecánicos, hasta hacerse automáticos e inconscientes. La memoria evocativa nos permite recordar los conocimientos que se agrupan a su alrededor, transportándose a la época de los sucesos. Para esa rememoración tiene que haber una asociación de la voluntad a la atención, de lo que resulta traer a la conciencia las imágenes recogidas en el archivo periespiritual.

Estudio Sistematizado de Espiritismo

BIBLIOGRAFÍA


1. KARDEC, Allan. Los Fluidos. In: ___. La Génesis. Traducción de Nora V. Casadella de

Girard. Buenos Aires, Editora Argentina «18 de Abril», 1981. Ítem 07. p.

2. ____. Ítem 08. p.

3. ____. Ítem 09. p

4. ____. Ítem 10. p

5. ____. El periespíritu como principio de las manifestaciones. In: __. Obras Póstumas. Buenos

Aires, Editorial Kier, 1966, Item 10. p.

6. ____. Ítem 13. p

7. ____. Ítem 16. p


02. DELLANE, Gabriel. A vida – a idéia diretriz. In: ____. A Evolução Anímica. Trad. de

Manuel Quintão. 6. ed. Rio de Janeiro, FEB, 1989. p. 39.

03. ____. p. 55.

04. ____. p. 56.

05. ____. A alma animal – a luta pela vida. In: ____. A Evolução Anímica. Trad. de Manuel

Quintão. 6. ed. Rio de Janeiro, FEB, 1989. p. 81.

06. ____. O papel da alma do ponto de vista da encarnação, da hereditariedade e da loucura. In:

____. A Evolução Anímica. Trad. de Manuel Quintão. 6. ed. Rio de Janeiro, FEB, 1989. p. 225.

07. ____. p. 226.

08. XAVIER, Francisco Cândido . VIEIRA, Waldo. Predisposições mórbidas. In: ____.

Evolução em Dois Mundos. Pelo Espírito André Luiz. 11. ed. Rio de Janeiro, FEB, 1989. p. 213.

09. ____. p. 213-214.

10. -____. Corpo espiritual. In: ____. Evolução em Dois Mundos. Pelo Espírito André Luiz.

11. ed. Rio de Janeiro, FEB, 1989. p. 26.

11. ____. p. 28.



09 julio 2021

PROFUNDIZANDO EN EL PERIESPÍRITU

 LAS REVELACIONES DEL ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ SOBRE EL PERISPÍRITU (Psicografiado por Chico Xavier)La Unidad En La Diversidad
 

¡Si los hombres encarnados pudieran entender la importancia del estudio que hace referencia al cuerpo periespiritual! André Luiz (Trabajadores de la vida eterna - Capítulo 5)

 

¿Cuáles son las principales características del periespíritu?

Las revelaciones hechas por el Espíritu André Luiz psicografiado por Chico Xavier, permitieron relacionar las siguientes características del periespíritu, que varían según el grado de elevación de cada Espíritu.

Con estas detalladas revelaciones hechas por André Luiz, percibimos que el periespíritu de cada Espíritu asume sus propias características según:

- las acciones realizadas en el mundo;

- el tipo de vida

- condiciones morales;

- de las vibraciones íntimas;

- de acciones y emisiones mentales;

- la naturaleza de las emociones, los sentimientos y los pensamientos;

- el grado de evolución espiritual,

- y cualidades, nobles o no.

 

Por lo tanto, hemos de gestionar bien estos factores para constituir un periespíritu con buenas características, que nos permitirá disfrutar de las Bienaventuranzas.

 

EL PERIESPÍRITU RECIBE LOS REFLEJOS DE LA CONDUCTA MORAL ADOPTADO DURANTE LA VIDA CORPORAL.

"El organismo espiritual presenta en sí mismo la historia completa  de las acciones realizadas en el mundo. (Nuestro Hogar - Cap. 4.)

"La zona de sus intestinos presenta graves lesiones con rastros muy exactos de cáncer; la región del hígado revela dilaceraciones; los riñones muestran signos de agotamiento prematuro. (Nuestro Hogar - Cap. 4.)

"La causa de tus males persistirá en ti mismo, hasta que te libres de los gérmenes de la perversión de la salud divina, que añadió a su cuerpo sutil el cuerpo sutil por el descuido moral y el deseo de disfrutar más que los los demás". (Nuestro Hogar - Cap. 5)

 

EL ESPÍRITU AL ESTAR CONSTITUIDO DE MATERIA SUTIL CONSIGUE ELEVARSE POR ENCIMA DE LA CORTEZA TERRESTRE

Nuestros cuerpos y los de nuestros compañeros encarnados presentan una diversidad esencial. Imaginemos el círculo de la superficie terrestre como un océano de oxígeno. Las criaturas terrestres son elementos pesados que se mueven en el fondo, mientras nosotros somos como las gotas de aceite, que pueden elevarse hasta la superficie sin mayores dificultades, por las cualidades de los materiales de que estamos constituidos. (Los Mensajeros - Cap. 37)

 

EL PERIESPÍRITU DESEMPEÑA UN PAPEL IMPORTANTE EN EL PROCESO DE FORMACIÓN  Y MANTENIMIENTO DEL CUERPO MATERIAL, AL SERVIRLE DE MOLDE SUTIL.

En la sede mental y consecuentemente, en el cerebro, tenemos todos los registros de distribución de los principios vitales a los núcleos celulares, inclusive el agua y el azúcar. Los centros metabólicos son grandes talleres de incesante trabajo.La mente humana, aunque es indefinible por las limitadas concepciones científicas de la Tierra, es el centro de toda manifestación vital en el planeta. Cada órgano, cada glándula,amigo mío, integra el cuadro de servicio de la máquina sublime, construida en el molde sutil del cuerpo espiritual preexistente y, por eso mismo, llegará el tiempo en que la ciencia reconocerá cualquier abuso del hombre como una ofensa causada a sí mismo. (Los Mensajeros - Cap. 49.)

El pobrecito aún no puede comprender que el cuerpo físico es apenas una leve sombra del cuerpo espiritual; (Misioneros de la Luz - Cap. 3.)

Usted no ignora que el cuerpo humano tiene sus actividades propiamente vegetativas, pero tal vez aún no sepa que el cuerpo periespiritual, que da forma a los elementos celulares, está fuertemente radicado en la sangre. En la organización fetal, el patrimonio sanguíneo, es una dádiva del organismo materno.

Después del nacimiento, se inicia el período de asimilación diferente de las energías orgánicas, en que el “yo” reencarnado ensaya la consolidación de sus nuevas experiencias y solamente a los siete años de vida común,comienza a presidir, por sí mismo, el proceso de formación de la sangre, elemento básico de equilibrio al cuerpo periespiritual o forma preexistente, en el nuevo servicio iniciado.

Por tanto, la sangre, es como si fuera el fluido divino que nos fija las actividades en el campo material, y en su flujo y reflujo incesantes en la organización fisiológica, nos suministra el símbolo del eterno movimiento de las fuerzas sublimes de la Creación Infinita. Cuando su circulación deja de ser libre, surge el desequilibrio o enfermedad y si surgen obstáculos que impiden su movimiento, de manera absoluta, entonces sobreviene la extinción del tono vital, en el campo físico, al cual le sigue la muerte con la retirada inmediata del alma. (Misioneros de la Luz - Cap. 13.)

Por eso mismo, en su desenvolvimiento embrionario, el futuro cuerpo del hombre no puede ser distinto de la formación del reptil o del pájaro. Lo que opera la diferenciación de la forma, es el valor evolutivo, contenido en el molde periespiritual del ser que toma los fluidos de la carne. (Misioneros de la Luz - Cap. 13.)

 

EL PERIESPÍRITU POSEE CENTROS DE FUERZA SIMILARES A LOS SISTEMAS QUE RIGEN EL CUERPO MATERIAL

Analizando la fisiología del periespíritu, clasifiquemos a sus centros de fuerza, aprovechando los recuerdos de las regiones más importantes del cuerpo terrestre. Tenemos, así, por expresión máxima del vehículo que nos sirve en el presente, el centro coronario, que en la Tierra, es considerado por la filosofía hindú como el loto de mil pétalos por ser el más significativo en razón de su alto potencia l de radiaciones dado que en él se asienta la unión con la mente, fulgurante sede de la conciencia. Ese centro recibe en primer lugar los estímulos del espíritu, comandando a los demás, vibrando así mismo con ellos, en justo régimen de interdependencia.

Considerando en nuestra exposición los fenómenos del cuerpo físico, y satisfaciendo a los impositivos de simplicidad en nuestras definiciones, debemos decir que de el centro coronario emanan las energías de sostenimiento del sistema nervioso y sus subdivisiones, siendo el responsable por la alimentación de las células del pensamiento y el proveedor de todos los recursos electromagnéticos indispensables a la estabilidad orgánica. Es, por eso, el gran asimilador de las energías solares y de los rayos de la Espiritualidad Superior capaces de favorecer la sublimación del alma.

A continuación, anotamos el “centro cerebral”, contiguo al centro coronario, que ordena las percepciones de variada especie, percepciones esas que, en la vestimenta carnal, constituyen la visión , la audición, el tacto y la vasta red de procesos de la inteligencia con relación a la Palabra, a la Cultura, al Arte, al Saber. Es en el “centro cerebral” que poseemos el comando del núcleo endocrino, referente a los poderes psíquicos.

A continuación tenemos el “centro laríngeo”, que preside a los fenómenos de la voz. Incluso, las actividades del timo, de la tiroides, y de las paratiróides. Después, identificamos el “centro cardíaco”, que sostenía los servicios de la emoción y del equilibrio general.

Continuando en nuestras observaciones, señalamos el “centro esplénico” que, en el cuerpo denso, está situado en el bazo, regulando la distribución y la circulación adecuada de los recursos vita les por todos los rincones del vehículo que nos servimos.

Continuando, identificamos el “centro gástrico”, que se responsabiliza por la penetración de alimentos y fluidos en nuestra organización y, por fin, tenemos el “centro genésico”, en el que se localiza el santuario del sexo, como templo modelador de formas y estímulos . (Entre la tierra y el cielo. Cap. 20)

 

EL PERIESPÍRITU ESTÁ EN PERMANENTE INTERACCIÓN CON EL CUERPO MATERIAL

Ellos se alimentan diariamente, de formas mentales, sin utilizar su boca física, valiéndose de la capacidad de absorción del organismo periespiritual, pero aún no sienten la extensión de esos fenómenos en sus experiencias diarias.

En el hogar, en la vía pública, en el trabajo, en las diversiones, cada persona recibe el alimento mental que le es proporcionado por aquellos con quien convive, condimentado por el magnetismo personal de cada uno. De esa alimentación dependen, la mayoría de las veces, los estados íntimos de felicidad o de disgusto, de placer o de sufrimiento, en inmenso porcentaje de encarnados que todavía no alcanzaron el dominio de sus propias emociones.

 Según puede observar, el hombre también absorbe materia mental a todas horas, asimilándola dentro de sí mismo, en los círculos más íntimos de su propia estructura fisiológica. (Misioneros da Luz - Cap. 18.)

Del mismo modo que el cuerpo físico puede ingerir alimentos venenosos que intoxiquen sus tejidos, también el organismo periespiritual puede absorber elementos degradantes que le corroen los centros de fuerzas, con reflejos sobre las células materiales.

Si la mente de la criatura encarnada aún no alcanzó la disciplina de las emociones, si alimenta pasiones que la desarmonizan con la realidad, puede, en cualquier momento, intoxicarse con las emisiones mentales de aquellos con quienes convive y que se encuentran en el mismo estado de desequilibrio.

A veces, semejantes absorciones, constituyen simples fenómenos sin mayor importancia; pero, en muchos casos, son susceptibles de ocasionar peligrosos desastres orgánicos. Esto sucede, principalmente, cuando los interesados no llevan una vida de oración, cuya influencia benéfica puede anular innumerables males. (Misioneros da Luz - Cap. 19.)

 

EL PERIESPÍRITU ACOMPAÑA A LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

 Aprendemos que el organismo periespiritual que nos condiciona en materia más suave y más plástica, después del sepulcro, es fruto igualmente del proceso evolutivo. No somos creaciones milagrosas, destinadas al adorno de un paraíso de cartón. Somos hijos de Dios y herederos de los siglos, conquistando valores, de experiencia en experiencia, de milenio en milenio. (En el mundo mayor. Cap. 3)

El prodigioso cuerpo del hombre en la Costra Terrestre fue erigido pacientemente, en el transcurso de los siglos, y el delicado vehículo del Espíritu, en los planos más elevados, viene siendo construido, célula a célula, en la estela de los milenios incesantes... (Entre la Tierra y el cielo. Cap. 20)

Nuestro organismo periespiritual, fruto sublime de la evolución, como ocurre al cuerpo físico en la esfera de la Tierra, puede ser comparado a los polos de un aparato eléctrico. El espíritu encarnado sufre la influencia inferior, a través de las regiones en que se sitúan el sexo y el estómago, y recibe los estímulos superiores, aún procedentes de almas no sublimadas, a través del corazón y del cerebro.

Cuando la criatura busca manejar su propia voluntad, escoge la compañía que prefiere y se lanza al camino que desea. Aunque no escasean millones de influencias primitivas, manejando emociones y deseos, en bajos círculos, y abocándonos a caídas momentáneas en abismos del sentimiento destructivo, por los cuales ya peregrinamos hace muchos siglos, tampoco nos faltan millones de peticiones santificantes, invitándonos a la ascensión hacia la gloriosa inmortalidad. (Liberación. Cap. 3)

 

EL PERIESPÍRITU REFLEJA LAS CONDICIONES DEL ESPÍRITU

Preguntas si la mente desencarnada puede enfermar...

¡Qué pregunta! ¿Crees que la maldad deliberada no es una molestia del alma o que el odio no constituye una enfermedad terrible? ¿Supones que no existen “gusanos mentales” de la tristeza y de la inconformidad? Aunque podamos actuar en un cuerpo más sutil y suave, gracias a la naturaleza de nuestros pensamientos y aspiraciones, ya distantes de las zonas bajas de la vida que dejamos, no poseemos aún el cerebro de los ángeles.

Conservar la forma actual es un incesante trabajo, camino de conquistas más sublimes. No podemos descansar en los procesos iluminativos, debemos purificar siempre, seleccionar tendencias y cribar conceptos, para no interrumpir la marcha. (En el mundo mayor. Cap. 3)

 

EL PERIESPÍRITU DEFINE, POR SU DENSIDAD, LAS CONDICIONES DE LA MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU, SEGÚN SU GRADO DE EVOLUCIÓN ESPIRITUAL

El periespíritu, recipiente de nuestras manifestaciones, es, por ahora, nuestra más alta conquista en la Tierra, en el capítulo de las formas. Para las almas esclarecidas, iluminadas de luz redentora, representa un puente para el campo superior de la vida eterna, aún no alcanzado por nosotros mismos.

 

Para los espíritus vulgares, es la restricción indispensable y justa, para las conciencias culpables, es una cárcel intraducible, pues registra los errores cometidos, guardándoles con todas los detalles vivos de los momentos de la caída. El género de vida de cada uno, en el cuerpo físico, determina la densidad del periespíritu después de la pérdida del cuerpo denso. (En el mundo mayor. Cap. 3)

 

 

EL PERIESPÍRITU INFLUYE EN LA FORMACIÓN Y EL ESTADO DEL

SISTEMA NERVIOSO DEL CUERPO MATERIAL.

 

Todo el campo nervioso de la criatura constituye la representación de las potencias periespirituales, lentamente conquistadas por el ser, a través de milenios y milenios. Al renacer entre el cuerpo físico, nuestro periespíritu, que se caracteriza, en nuestra esfera menos densa, por una extrema ligereza y extraordinaria plasticidad, se somete, en el plano de la corteza, a las leyes de recapitulación, herencia y desarrollo fisiológico, en conformidad con el mérito o demérito que traemos y con la misión o el aprendizaje necesarios.

 

Aquí, (en el mundo espiritual) sin embargo, examinamos el organismo que modela las manifestaciones del campo físico, y reconocemos que todo el sistema nervioso es de

un orden sublime. La célula nerviosa es una entidad de naturaleza eléctrica, que diariamente se nutre del combustible adecuado.

 

Hay neuronas sensitivas, motoras, intermedias y reflejas. Existen las que reciben las sensaciones exteriores y las que recogen las impresiones de la conciencia. En todo el cosmos celular se agitan interruptores y conductores, elementos de emisión y de recepción.

 

 La mente es la orientadora de ese universo microscópico, en que billones de corpúsculos y energías multiformes se consagran a su servicio. De ella emanan las corrientes de la voluntad, determinando una amplia red de estímulos, reaccionando ante las exigencias del ambiente exterior, o atendiendo a las sugestiones de las zonas interiores.

 

Colocada entre lo objetivo y lo subjetivo es obligada por la Divina Ley a aprender, comprobar, escoger, repeler, aceptar, recoger, guardar, enriquecerse, iluminarse y progresar siempre. Del plano objetivo, recibe la influencia de la lucha directa, de la esfera subjetiva, absorbe la inspiración, más o menos intensa, de las inteligencias desencarnadas o encarnadas que le son afines, y los resultados de las creaciones mentales que le son peculiares. Aunque permanezca aparentemente estacionaria, la mente prosigue su camino, sin retroceso, bajo la actuación de las fuerzas visibles o de las invisibles. (En el mundo mayor. Cap. 4)

 

EL PERIESPÍRITU ESTÁ SIEMPRE DE ACUERDO CON LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

El salvaje presenta un cerebro periespiritual con vibraciones muy diferentes de las del órgano del pensamiento en el hombre civilizado. Bajo este punto de vista, el cerebro de un santo emite ondas que se distinguen de las de un científico.

 

En síntesis, el hombre de las últimas decenas de siglos representa a la humanidad victoriosa, emergiendo de la bestialidad primaria. De esta condición participamos nosotros, los desencarnados, en número de muchos millones de espíritus pesados, al no haber aligerado todavía el contenido de inferior calidad de nuestro periespíritu, eso es lo que nos impulsa a vivir, después de la muerte física, en formaciones afines, en sociedades realmente avanzadas, pero semejantes a las terrestres.

 

Oscilamos entre la liberación y la reencarnación perfeccionándonos, puliéndonos, progresando, hasta conseguir, por el refinamiento propio, el acceso a expresiones sublimes de la vida Superior, que aún no nos es dado comprender. (En el mundo mayor. Cap. 4)

 

Debemos saber que aquí nuestra mente actúa en el periespíritu con poderes mucho más extensos, gracias a la especial naturaleza y elasticidad de la materia de que está revestido nuestro cuerpo astral.

 

Pero a pesar de todo, en nuestro plano no nos evita las manifestaciones densas, las caídas lamentables o los trastornos enfermizos, porque la mente, el señor del cuerpo, incluso aquí, es accesible al vicio, al relajamiento y a las pasiones ruinosas. (En el mundo mayor. Cap. 4)

 

El periespíritu, para la mente, es una cápsula más delicada, más susceptible de reflejarle la gloria o el estado vicioso, en virtud de los tejidos menos densos de los que se constituye. En razón de eso, las almas decaídas, en un impulso de rebeldía contra los deberes que nos competen a cada uno, en los servicios de sublimación, se alían, unas a las otras, a través de organizaciones en las que exteriorizan, tanto como le es posible, las lamentables tendencias que les son peculiares. (Liberación. cap. 4)

 

 

EL PERIESPÍRITU PUEDE SUFRIR PROFUNDAS TRANSFORMACIONES Y PROFUNDAS MODIFICACIONES EN SU FORMA, REFLEJANDO LAS CONDICIONES MORALES DEL ESPÍRITU, ASÍ COMO SUS MÉRITOS O DEMÉRITOS Y SUS NECESIDADES DE EVOLUCIÓN O DE EXPIACIÓN.

 

El cuerpo periespiritual también se transforma y perece aunque esté estructurado en un tipo de materia más especial.

 

Viste a compañeros –prosiguió el orientador–, que se deshicieron de el periespíritu, rumbo a esferas sublimes, cuya grandeza por lo pronto no nos es dado sondear, y observaste a hermanos que se sometieron a operaciones reductibles y desintegradoras de los elementos periespirituales, para renacer en la carne terrestre.

 

Los ignorantes y los malos, los desviados y los criminales también pierden, un día, la forma periespiritual. Por la densidad de la mente, saturada de impulsos inferiores, no consiguen elevarse y gravitan alrededor de las pasiones absorbentes que, por muchos años, eligieron como centro de intereses fundamentales. Gran número, en esas circunstancias, en especial los participantes de condenables delitos, se imantan a los que se asociaron en los crímenes.

 

Estamos aún presos a las aglutinaciones celulares de los elementos fisio-periespirituales, tanto como la tortuga permanece encadenada a la concha. Nos sumergimos dentro de los fluidos carnales y de ellos nos liberamos, en vicioso vaivén, a través de numerosas existencias, hasta que despertamos a la vida mental, para expresiones santificadoras. Somos cual arbustos del suelo planetario.

 

Nuestras raíces emocionales se sumergen, más o menos profundamente, en los círculos de la animalidad primitiva. Viene la hoz de la muerte y siega las ramas de nuestros deseos terrenos; sin embargo, nuestros vínculos guardan una gran vitalidad, en las camadas inferiores, y renacemos entre aquellos mismos que se convirtieron en nuestros asociados de largas eras, a través de luchas vividas en común, y a los cuales nos encadenamos por la comunión de intereses de la línea evolutiva en la que nos encontramos. (Liberación. Cap. 6)

 

 

 

EL PERIESPÍRITU REFLEJA LAS EMOCIONES DEL ESPÍRITU

 

Tenemos ante nosotros al vehículo espiritual, por excelencia vibrátil. El cuerpo del alma se modifica, profundamente, según el tipo de emoción que le fluye de lo íntimo. Eso, por cierto, no es novedad. En la misma Tierra, la máscara física se altera en la alegría o en el sufrimiento, en la simpatía o en la aversión.

 

En nuestro plano, semejantes transformaciones son más rápidas y exteriorizan aspectos íntimos del ser, con facilidad y seguridad, porque las moléculas del periespíritu giran en más alto patrón vibratorio, con movimientos más intensos que las moléculas del cuerpo carnal. La conciencia, como punto de apoyo anímico, se expresa, de ese modo, en la materia sutil con poderes plásticos más avanzados. (Entre la tierra y el cielo. Cap. XIV)

 

 

 

EL PERIESPÍRITU TIENE UN GRADO DE CONDENSACIÓN O SUTILEZA ACORDE AL GRADO DE EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

 

El crecimiento del influjo mental, en el vehículo electromagnético en que nos movemos, tras abandonar el cuerpo terrestre, está en la medida de la experiencia adquirida y archivada en nuestro propio espíritu. Atentos a semejante realidad, es fácil comprender que sublimamos o desequilibramos el delicado agente de nuestras manifestaciones, según el tipo de pensamiento que nos fluye de la vida íntima.

 

Cuanto más nos acercamos a la esfera animal, mayor es la condensación oscurecedora de nuestra organización, y cuanto más nos elevamos, al precio del esfuerzo propio, rumbo de las gloriosas construcciones del espíritu, mayor es la sutileza de nuestra envoltura, que pasa a combinarse fácilmente con la belleza, con la armonía y con la luz reinante en la Creación Divina. (Entre la tierra y el cielo. Cap. 20)

 

Los Espíritus pueden perder la forma humana de presentación de su periespíritu, surgiendo como esferas ovoides. Estas son poco mayores que un cráneo humano, variando mucho en las particularidades; algunas tienen movimiento propio, como si fuesen grandes amebas, otros parecen en reposo, aparentemente inertes, ligados al halo vital de otras entidades.

 

En Evolución en Dos Mundos, André Luiz explica que, innumerables desencarnados, poseídos por la idea de hacer justicia con las propias manos o apegados a vicios viles, por repetir, infinitamente, esas imágenes degradantes, acaban en deplorable fijación monoideística, fuera de las nociones de espacio y tiempo, sufriendo, entonces, enormes transformaciones en la morfología del periespíritu.

 

Por falta de función, los órganos de ese cuerpo sutil quedan retirados, surgiendo, entonces, la forma ovoide. ¿Cuál es la situación psíquica de esos ovoides? La mayoría de ellos duermen en extrañas pesadillas, incapaces de exteriorizaciones mayores. Son, en verdad, “fetos o amebas mentales, movilizables, con todo, por entidades perversas o rebeladas”.¿Cómo quedan en la reencarnación? Así como la simiente tirada a la cueva oscura formará el árbol adulto, los ovoides se desarrollarán, normalmente, como embriones y fetos humanos, formando el nuevo cuerpo de carne, en compañía de socios afines, disfrutando de la bendita oportunidad de acertar ante la ley universal del amor.

 

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