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07 enero 2022

ALLAN KARDEC INSTRUMENTO DE LIBERTAD

 


La doctrina de la creación del alma en el acto del nacimiento constituye un sistema de creaciones privilegiadas. Los hombres son extraños entre sí, pues nada los une. Los lazos de familia son puramente carnales. No existe solidaridad con un pasado en el que no se existía ni con la nada después de la muerte.



Toda relación termina junto con la vida. Tampoco hay solidaridad con el porvenir. Con la reencarnación, en cambio, los hombres son solidarios con respecto al pasado y al futuro: las relaciones se perpetúan en el mundo espiritual y en el corporal, la fraternidad se basa en las leyes mismas de la Naturaleza y el bien tiene su meta y el mal sus consecuencias ineludibles.



Con la reencarnación desaparecen los prejuicios de razas y de castas, ya que el mismo espíritu puede renacer rico o pobre, gran señor o proletario, patrón o subordinado, libre o esclavo, hombre o mujer. La reencarnación es el argumento más lógico de todos los invocados contra la injusticia de la servidumbre, la esclavitud y la sujeción de la mujer al más fuerte. La reencarnación funda el principio de la fraternidad universal en una ley natural, y en ésta basa el principio de igualdad de derechos sociales y, en consecuencia, el de libertad.



Si se hace abstracción en el hombre de su espíritu libre, independiente y sobreviviente a la materia, sólo queda de él una máquina organizada, sin responsabilidad y carente de fines, manejada por la ley civil con escaso éxito y apta para la explotación. En resumen: el hombre sería sólo un animal con inteligencia. Si no espera nada después de la muerte, no hay frenos que detenga su pasión por aumentar los goces materiales. Si sufre, no tiene otra perspectiva ni otro refugio que la desesperación y la nada. Mas, si tiene la certeza de un futuro, del reencuentro con los seres amados y el temor de volver a ver a quienes ofendió, todas sus ideas cambian.



Aunque el Espiritismo sólo hubiese quitado al hombre sus dudas acerca de la vida futura, ya hubiera hecho más por su adelanto moral que todas las leyes disciplinarias que lo frenan, pero no lo cambian.



Sin la preexistencia del alma, la doctrina del pecado original sería inconciliable con la noción de justicia divina, ya que responsabilizaría a todos los hombres por el pecado de uno solo. Carecería, además, de sensatez y justicia si, ateniéndonos a tal doctrina, creyéramos que ese alma no existía en la época en que se cometió la falta, por la cual se pretende responsabilizarla. Con la preexistencia, sabemos que el hombre trae consigo al renacer el germen de las imperfecciones y defectos que no ha corregido y que se traducen en instintos innatos y tendencias determinadas hacia tal o cual vicio. Allí reside su auténtico pecado original, por el cual sufre naturalmente sus consecuencias, mas, con una diferencia capital, su sufrimiento se origina en errores propios y no en los de un tercero.



Además, existe una segunda diferencia que alivia, consuela y representa equidad: cada existencia ofrece al hombre los medios para redimirse y reparar, así como para progresar, ya sea liberándose de alguna imperfección o adquiriendo nuevos conocimientos, hasta el momento en que su purificación sea completa y no tenga más necesidad de la vida corporal y pueda vivir entonces la vida de los espíritus, eterna y bienaventurada.



Debido a esa misma razón, quien ha progresado moralmente trae al renacer cualidades naturales, al igual que quien ha progresado intelectualmente posee ideas innatas, se identifica con el bien, lo practica sin esfuerzo, sin cálculo, y, por así decirlo, sin pensar siquiera.



En cambio, quien está obligado a combatir sus malos instintos permanece todavía en estado de guerra interno. El primero ya venció, el segundo lucha por vencer. Por consiguiente, hay virtud original, como hay saber original y pecado, o dicho con más propiedad, vicio original.



El Espiritismo experimental estudió las propiedades de los fluidos espirituales y su acción sobre la materia. Ha demostrado la existencia del periespíritu, presentido por los antiguos y designado por San Pablo “cuerpo espiritual”, es decir, el cuerpo fluídico que acompaña al alma después de la destrucción del cuerpo tangible.



Sabemos hoy que el periespíritu es inseparable del alma, que es uno de los elementos constitutivos del ser humano y el vehículo transmisor del pensamiento que durante la vida corporal sirve del lazo entre el espíritu y la materia. El periespíritu juega un papel muy importante en el organismo y en un sinnúmero de enfermedades que están ligadas estrechamente con la Fisiología y la Psicología.



El estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos espirituales y de los atributos fisiológicos del alma abre nuevos horizontes a la ciencia y explica una infinidad de fenómenos incomprensibles hasta hoy, debido a la ignorancia de la ley que los gobierna. Estos fenómenos son negados por el materialismo porque se relacionan con lo espiritual, a la vez que calificados de milagros o sortilegios por otras creencias. Tales son, entre otros, los fenómenos de doble vista y de visión a distancia, de sonambulismo, ya sea natural o provocado, de efectos físicos, catalepsia y letargia, presciencia, presentimientos, transfiguraciones, apariciones, transmisión de pensamiento, fascinación, curas instantáneas, obsesiones y posesiones, etcétera.

Demostrando que tales fenómenos obedecen a leyes tan naturales como las que rigen para los fenómenos eléctricos, así como las condiciones normales en que se producen, el Espiritismo destruye el imperio de lo maravilloso y sobrenatural, y, en consecuencia, la fuente de la mayor parte de las supersticiones. Al mismo tiempo que hace comprender la posibilidad de ciertos hechos hasta hoy considerados quiméricos, rechaza otros, demostrando su imposibilidad e irracionalidad. (La Genesis. Capítulo I. 35-40. Allan Kardec).

 

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825. ¿Hay en el mundo posiciones en que el hombre pueda jactarse de disfrutar de una libertad absoluta?

“No, porque todos vosotros os necesitáis mutuamente, tanto los pequeños como los grandes.”



826. ¿En qué condición el hombre podría gozar de una libertad absoluta?

“En la del ermitaño en un desierto. Desde el momento en que dos hombres están juntos, tienen derechos que respetar y, por consiguiente, ya no gozan de una libertad absoluta.”



833. ¿Hay en el hombre algo que escape a todo tipo de coacción y por lo cual goce de una libertad absoluta?

“Por el pensamiento el hombre goza de una libertad sin límites, pues el pensamiento no conoce obstáculos. Se puede impedir su manifestación, pero no aniquilarlo.”



835. La libertad de conciencia, ¿es una consecuencia de la libertad de pensar?

“La conciencia es un pensamiento íntimo que pertenece al hombre, al igual que el resto de sus pensamientos.”



841. Por respeto a la libertad de conciencia, ¿debemos permitir que se difundan doctrinas perniciosas, o podemos –sin atentar contra esa libertad– intentar que vuelvan al camino de la verdad aquellos que se han extraviado por seguir principios falsos?

“Sin duda podéis intentarlo, e incluso debéis hacerlo. Pero enseñad, según el ejemplo de Jesús, mediante la dulzura y la persuasión, y no por la fuerza, lo cual sería peor que la creencia de aquel a quien queréis convencer. Si hay algo que está permitido imponer, es el bien y la fraternidad. Con todo, no creemos que el medio de lograr que se los admita sea obrar con violencia, pues la convicción no se impone.”



842. Dado que todas las doctrinas abrigan la pretensión de ser la única expresión de la verdad, ¿mediante qué señales podemos reconocer a aquella que tiene derecho a presentarse como tal?

“Será la que haga más hombres de bien y menos hipócritas, es decir, hombres que lleven a la práctica la ley de amor y caridad en su mayor pureza y en su aplicación más amplia. Mediante esa señal reconoceréis que una doctrina es buena, pues toda doctrina cuya consecuencia sea sembrar la desunión y establecer una demarcación entre los hijos de Dios, sólo puede ser falsa y perniciosa.”

 

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La libertad es la facultad que le permite al individuo decidir u obrar según su voluntad. De esta manera, el (...) hombre es por naturaleza, dueño de sí mismo, es decir, que tiene el derecho de hacer todo lo que crea conveniente o necesario para la conservación y el desenvolvimiento de su vida. Esa libertad no es absoluta, y no podría serlo, por la sencilla razón de que al convivir en sociedad, tiene el deber de respetar ese mismo derecho en cada uno de sus semejantes. (10)



Para que el hombre pudiera gozar de libertad absoluta, sería necesario que viviera aislado como el eremita en el desierto. Desde el momento en que dos hombres estén juntos, existen entre ellos derechos recíprocos que les corresponde respetar. (01) Por lo tanto, la libertad es relativa y debe ser adecuada a la libertad del otro, porque la libertad y el derecho de una persona terminan donde comienzan la libertad y el derecho del otro.



La comprensión de la ley de libertad nos hace entender que para progresar nos necesitamos unos a otros y que todos tenemos derechos recíprocos que es necesario respetar, puesto que cualquier perjuicio que provoquemos a nuestro semejante como consecuencia de actos que hayamos realizado, no quedará impune ante la Ley de Dios. Es por esta razón que la enseñanza de Jesús de no hacer a los otros lo que no nos gustaría que los otros nos hagan (Mateo, 7: 12) – enseñanza conocida como regla de oroestablece los límites de nuestra libertad y nos orienta acerca de cómo vivir en sociedad según los derechos y los deberes que nos corresponden. Ante Dios, el hombre es responsable de su pensamiento.



Se ha comprendido debidamente la ley de libertad cuando aprendemos a establecer una relación entre la libertad de pensar y la libertad de conciencia. Como sabemos, la libertad de pensar es absoluta en el ser humano: En cuanto al pensamiento el hombre goza de ilimitada libertad porque no hay manera de ponerle obstáculos. (...) (04)



Volando en las alas del pensamiento, la mente espiritual refleja sus propias ideas tanto como las ideas de las mentes con las cuales establece afinidad, según los procesos naturales de sintonía. En los seres primitivos (la mente) aparece debajo de la ganga del instinto; en las almas humanas surge en medio de las ilusiones que invaden la inteligencia, y en los Espíritus Perfeccionados se muestra como precioso brillante que revela la Gloria Divina. Cuando desde nuestra posición espiritual, confinados como nos hallamos entre la animalidad y lo angelical, nos dedicamos al estudio de la mente, tendemos a considerarla como el campo de nuestra conciencia despierta dentro de la franja evolutiva en la cual el conocimiento adquirido nos permite obrar. (13)



Se comprende así que el pensamiento a todo le infunde acción, (...) es creativo y transformador, destruye y vuelve a construir para alcanzar como resultado el acrisolamiento, la sublimación. (...) (14)



En ese contexto, la conciencia representa, tal como nos esclarecen los Espíritus de la Codificación, un pensamiento íntimo que pertenece al hombre, como todos los otros pensamientos. (06)



Es el (...) centro de la personalidad, centro permanente e indestructible que subsiste y se mantiene a través de todas las transformaciones del individuo. La conciencia no es solamente la facultad de percibir, sino también el sentimiento que tenemos de vivir, obrar, pensar y querer. Es única e indivisible. (...) (12)



Entre tanto, a medida que los Espíritus evolucionan, la conciencia del bien y del mal está mejor definida en ellos, de modo que la libertad de conciencia, al regular las relaciones interpersonales, refleja (...) una de las características de la auténtica civilización y del progreso. (07)



La conciencia, entendida como facultad de determinar evaluaciones morales o juicios de valor, es un atributo mediante el cual el hombre puede conocer y juzgar tanto su realidad como la realidad de los otros. Los juicios realizados por la conciencia y las interpretaciones de los hechos y de los acontecimientos cotidianos presentan limitaciones porque están fundamentados en los parámetros morales que cada uno establece para sí mismo. La conciencia es el fruto de las experiencias y creencias individuales elaboradas en el contexto cultural donde está insertada la criatura humana, y se pone de manifiesto en concordancia con la evolución espiritual del ser. De esta manera, mientras que la libertad de pensar es ilimitada, la libertad de conciencia es restringida, porque depende del nivel evolutivo del Espíritu. La conciencia que no está esclarecida puede alimentar ideas malsanas, generar y provocar acciones moral y éticamente abusivas, que derivan en la manifestación de sufrimientos y desarmonías para sí misma y para el prójimo. Los impedimentos a la libertad de conciencia, la propagación de doctrinas perniciosas y la esclavitud humana son ejemplos de los desvíos provocados por Espíritus imperfectos dominados por el orgullo y el egoísmo. Debemos actuar con cautela cuando condenamos las acciones, ideas o creencias de las personas para no atentar contra la libertad de conciencia. No obstante, es oportuno tener en cuenta, que reprimir (...) los actos exteriores de una creencia si ocasionan perjuicios a terceros, no es atentar contra la libertad de conciencia, porque esa represión en nada afecta la libertad a la creencia, que se conserva íntegra. (08)



Por otro lado, siempre que nos sea posible, podemos y debemos orientar hacia el camino de la verdad a quienes se extraviaron, valiéndonos, según el ejemplo de Jesús, de la dulzura y de la persuasión, pero no de la fuerza. (09)



Como nos esclarecen los Espíritu Superiores, si (...) algo se puede imponer, es el bien y la fraternidad. Pero no creemos que la violencia sea el mejor medio para conseguir que se los acepte. La convicción no se impone. (09)



Otro abuso de la manifestación de la conciencia es la esclavitud, es decir, la sumisión de la voluntad, el cercenamiento de la libertad de trasladarse, de obrar y de pensar del ser. Independientemente de la forma en que se manifieste, la esclavitud es contraria a la ley de Dios porque es un abuso de la fuerza, aunque forme parte de las costumbres de un pueblo. La ley humana que consagra la esclavitud es contraria a la Naturaleza porque asemeja al hombre a los irracionales y lo degrada física y moralmente. (02)



La esclavitud humana es un mal. El (...) mal es siempre el mal, y no hay sofisma que logre que una mala acción se transforme en buena. Pero, la responsabilidad del mal es relativa a los medios de que disponga el hombre para comprenderlo. Aquel que saca provecho de la ley de esclavitud, siempre será culpable de violar la ley de la Naturaleza. (03)



A pesar del sufrimiento que existe en el Planeta, lo cierto es que la Humanidad ha progresado y que se ha generalizado mundialmente la preocupación por valorizar la paz entre los pueblos y los individuos: De un siglo a otro, el hombre encuentra menos dificultades para pensar sin trabas, y en cada nueva generación, se amplían las garantías individuales en lo referente a la inviolabilidad del fuero interno. (...) En cuanto a las discrepancias religiosas, las llamas de las hogueras han sido sustituidas por las luces del esclarecimiento, y en la catequesis filosófica o política, tengamos la certeza de que, de aquí en adelante, se intentará emplear cada vez más la fuerza de la persuasión en vez de la imposición por la fuerza. (11)


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Bibliografía:


1. KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus. Pregunta 826.

2. __________. Pregunta 829. Comentario.

3. __________. Pregunta 830.

4. __________. Pregunta 833.

5. __________. Pregunta 834.

6. __________. Pregunta 835.

7. __________. Pregunta 837.

8. __________. Pregunta 840. Comentario.

9. __________. Pregunta 841. 

10. KARDEC, Allan. La Génesis. Capítulo 1. 35-40.

11. CALLIGARIS, Rodolfo. As Leis Morais.

12. __________. Ibídem.

13. DENIS, Léon. El problema del Ser, del Destino y del Dolor. Tercera Parte. Ítem XXI.

14. XAVIER, Francisco Cândido. Pensamiento y Vida. Por el Espíritu Emmanuel. Capítulo 1.

15. __________. Ibídem.

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