DIVULGACIÓN DEL ESPIRITISMO Y PRÁCTICA MEDIÚMNICA
(Síntesis por MariEmi Alonso)
Paralelamente al contexto de libertad en España, ocurrió, en París, el 31 de
marzo de 1869, la desencarnación de Allan Kardec, fundador y
director de la Revue Spírite Journal de
Estudes Psychologiques, el más
importante periódico del movimiento espírita mundial.
La
Revue Spírite
seguirá siendo editada por los sucesores de Allan Kardec. Fernández
Colavida sintió la necesidad de publicar en Barcelona, un periódico
mensual. Así en mayo de 1869, lanzó la Revista Espírita Periódico
de Estudios Psicológicos en febrero de 1876. Se llamó “Revista
de Estudios Psicológicos”. En ese
mismo año, el primero
de julio, el obispo de Barcelona Joaquín Lluch y Garriga divulgó
una circular por medio de la cual declaró prohibida la Revista de
Estudios Psicológicos.
Ante
esa nueva persecución, José María Fernández Colavida, perseveró
en sus tareas espíritas y resaltó: “NO PROFESAMOS ODIO A NADIE,
NI SIQUERA A LOS QUE NOS ODIAN Y PERSIGUEN POR NUESTRAS CREENCIAS”.
El
Periódico El Buen Sentido- del Círculo Cristiano-Espírita de
Lérida, por ejemplo, reprodujo el texto de José María Fernández
Colavida, mientras que el líder espírita Alicantino Manuel Ansó y
Monzó así se expresó en el periódico La Revelación:
”Nosotros a la vez que felicitamos a la Revista de estudios psicológicos de Barcelona por el Fausto acontecimiento de hoy, le aconsejamos que aumente, en cien ejemplares por lo menos, la tirada de sus números sucesivos, ya que del robusto y contraproducente argumento con que el señor obispo pretende combatir el espiritismo, ha de ver aumentado en aquella cantidad el número de sus suscriptores. Esta santa filosofía señor obispo, tienes sus raíces implantadas en el cielo, y no se la mata quemando libros ni aún quemando a los espíritas, pues sería absolutamente imposible llevar a las llamas a los seres de ultratumba, a los mismos espíritus,sus principales autores”.
PRÁCTICA MEDIÚMNICA
En
Barcelona región, residía
una señora llamada Rosé que, pocos días después de casarse en
1850, pasó a sufrir ataques espasmódicos frecuentes. Durante esas
crisis, que duraban tres o cuatro horas, la Señora Rosé tenía
comportamientos extravagantes y, para contenerla, eran necesarias, al
menos, tres personas.
Médicos
fueron consultados y le diagnosticaron enfermedad nerviosa, otros,
locura. A pesar de los tratamientos médicos realizados, las crisis
no cesaban; pensando que los exorcismos la quitarían demonios,
tampoco tuvieron éxito.
Durante
catorce años pasó a recibir tratamientos magnéticos de un amigo
espírita de José María Fernández Colavida. Ese tratamiento atenúa
los síntomas, pero no elimina la causa del problema.
Fernández
Colavida se ofreció a ayudarla y llegó a la conclusión de que la
crisis se debía a una grave obsesión espiritual. Con profundo
sentimiento de caridad, se puso a tratar el caso en el grupo
mediúmnico que dirigía. El espíritu obsesor pasó a manifestarse
por un médium del grupo. Fernández Colavida dialogaba pacientemente
con el Espíritu, que, al principio, era muy agresivo. En su tercera
manifestación, el Espíritu contó que atormentaba a la señora Rosé
por resentimiento y deseo de venganza para que ella le pagara “una
vieja deuda”.
Al
cabo de dos meses de oraciones, pases a la enferma y diálogos
periódicos, el Espíritu se dio cuenta de que al practicar el mal,
sufría mucho. Con la ayuda de Buenos
Espíritus, Fernández Colavida y los demás miembros del grupo
espírita, decidió cambiar de actitud, desistiendo de perseguir a la
Sra. Rosé. Los ataques espasmódicos cesaron y finalmente la Sra.
Rosé pudo dedicarse a su familia y vivir en armonía, mientras que
el Espíritu, arrepentido, pasó a ayudarla por medio de buenos
consejos.
La
cura de la Sra. Rosé pasaría en silencio, como deben haber pasado
otras muchas cosas en las que colaboró Fernández Colavida, puesto
que él siempre
practicaba la caridad, sin el mínimo deseo de ostentación. Sin
embargo, en 1865, el espírita francés Alexandre Delanne, que solía
aprovechar sus viajes de negocios para mantener contacto con
espíritas de otras localidades y divulgar el Espiritismo, visitó
Barcelona y acabó tomando conocimiento del caso.
Alexander
Delanne le contó a su gran amigo Allan Kardec la cura de la Sra.
Rosé, resaltando su satisfacción por haber constatado que, en
Barcelona, del mismo modo que en Francia, la Doctrina Espírita se
propagaba y los adeptos eran dedicados y fervorosos. Allan Kardec,
que ya conocía bien la excelencia del trabajo espírita de Fernández
Colavida, no vaciló en publicar, en la Revue
Spírite, su reconocimiento.
El
Sr. Delanne dice que para cumplir solamente con valor y
perseverancia, fe y caridad pueden dar. Que los hermanos de Barcelona
reciban el testimonio de la fraternal simpatía de la Sociedad de
París.
A
pedido de Alexander Delanne, Fernández Colavida le envió a Allan
Kardec una carta con informaciones detalladas sobre el proceso de
cura de la Sra. Rosé. Sin embargo, antes de narrarlos, aclaró, con
humildad:
-”Trabajábamos en
silencio, sin querer atribuirnos ningún mérito, sin embargo, el
relato de esa cura serviría, sin duda, de estímulo a otros
creyentes que, como nosotros, se consagran a esa obra de caridad, por
lo que no vacilamos en enviárselo.”
El
Sr. Colavida enfatizó sobre
el trabajo de la Espiritualidad
Superior y la
contribución que la propia enferma había dado a su recuperación
por medio de su fe, su fervor, su confianza en Dios y su
transformación moral.
Allan
Kardec, aprovechó el ejemplo de ese trabajo mediúmnico para extraer
una enseñanza general sobre la relación entre la práctica
mediúmnica y la divulgación del Espiritismo.
Decía
que Fdez. Colavida y los miembros del Grupo Espírita
de Barcelona comprendían el Espiritismo en su pureza y, por lo
tanto, renunciaban a todo amor propio. No se exhibían ni buscaban
glorias. Hacían el bien sin ostentación, sin vanagloriarse de las
curas que obtenían. Encontraban recompensas en la satisfacción de
haber aliviado a una persona afligida, no en la aprobación de los
hombres. De ese modo, se granjeaban el apoyo de los buenos Espíritus,
que jamás tienen afinidad con personas orgullosas.
El
Codificador observó que, además de constituir un ejemplo de
humildad, de abnegación, de completo desinterés material y moral,
la cura producida en Barcelona fue una excelente lección práctica
que muestra los resultados a los cuales se puede llegar por medio de
la fe, de la perseverancia y de una sabia e inteligente dirección de
los trabajos de un grupo espírita.
Tomando
como ejemplo, una vez más, al grupo espírita dirigido por Fernádez
Colavida, Allan Kardec resaltó:
–--”Son centros
verdaderamente serios donde se hacen más adeptos sinceros, porque
los asistentes son tocados por la buena impresión que reciben,
mientras que, en los centros ligeros y frívolos, las personas son
atraídas solamente por curiosidad, que no siempre se satisface.
Comprenden el verdadero objetivo de la Doctrina, que es emplearla
únicamente para hacer el bien tanto a los desencarnados como a los
encarnados; eso es poco divertido para ciertas personas, se debe
admitir, pero es más meritorio para aquellos que a ello se dedican.
Estamos felices de ver que se multiplican los centros que se entregan
a esos trabajos útiles; allí, las personas se instituyen ayudando a
los demás, y los temas de estudio no les afectan. Esos (centros) son
los más sólidos, sustentáculos de la Doctrina”.
La
divulgación espírita comprende actividades, visibles al público,
también las labores más discretas, en general ignoradas por la
humanidad, pero siempre conocidas por Dios.
Fernández
Colavida dejó al movimiento espírita orientaciones importantes para
la prevención de los escollos en el ejercicio de la mediumnidad y,
por consiguiente, en la divulgación del Espiritismo. Entre esas
orientaciones, se destaca la imperiosa necesidad de la transformación
moral de los dirigentes y médiums así como del estudio serio de las
obras de Allan Kardec, especialmente de El libro de los médiums:
–- “La
Mediumnidad tiene sus escollos
inevitables, si falta el método y la buena dirección y sobra el
orgullo, la vanidad y sobre todo la excesiva curiosidad y ligereza
que tanto abunda en la mayor parte de los centros.
Además del estudio profundo que necesita
nuestra sublime filosofía, el que por cualquier
causa se vea en la necesidad de dirigir uno o más médiums y
evocadores, pues de otro modo no es fácil sustentarse a las
perniciosas influencias de Espíritus sofisticadores, que engalanados
con nombres ilustres, se hacen aceptar como buenos, obsesando a los
médiums y a los centros, para aceptar teorías absurdas.
El Espíritu acredita su procedencia más por
el fondo que por la forma, no se impone nunca; es siempre oportuno,
raras veces obliga a los médiums a ejercer su facultad
distrayéndoles de sus deberes y obligaciones terrestres, sin una
necesidad muy precisa y saludable”.
Es necesario tener el criterio de la razón y
de la lógica de los que necesitamos tantos años para formar un
cuerpo de doctrina, alejarse del orgullo y la vanidad ó sucumbir a
las influencias de Espíritus sofisticadores. Reparamos en todo para
demostrar una vez más que, sin un estudio detenido, tanto los
médiums como los evocadores se exponen a sufrir desengaños y
consecuencias nada agradables”.
Fernández Colavida alerta sobre las características de un centro “un
semillero de obsesiones” que son graves perjuicios para la
divulgación del Espiritismo y recomendaba la transformación moral y
del estudio de la Doctrina Espírita, la unión de los espíritas, en
lugar del aislamiento, para evitar los desvíos doctrinarios:
--”Hay centros y
reuniones en que se da la curiosidad más que el verdadero estudio,
más la ligereza que la formalidad y más la pretensión y banalidad
que el don de mediumnidad o el propósito de instruirse estudiándolo
todo, escudriñándolo todo y comprobándolo todo. A esos centros se
les llama “semilleros de obsesión” –falsos profetas del
Espiritismo. Por lo general en ellos se aprende poco ó nada. Los
hipócritas contradictores del Espiritismo, que se introducen en los
centros más ligeros que estudiosos”.
El
Espiritismo ha enseñado a distinguir los unos de los otros, ha dado
la voz de alerta contra los otros, los falsos cristos y falsos
profetas de la erraticidad, ignorados hasta nuestros tiempos,
verdaderos demonios que al dejar la carne, llevan consigo los
defectos del alma y en su estado errante continúan aferrados a sus
pasiones, siendo tiranos, déspotas, hipócritas y viciosos como
cuando estaban encarnados en la materia. Son los llamados malos
genios, que aprovechándose de la ligereza de los médiums ó de la
inexistencia de sus directores, provocan escenas groseras y prácticas
absurdas para hacer caer en ridículo al Espiritismo.
Muchos
debemos al Estudio y perseverancia del maestro Kardec, así es que no
nos cansaremos nunca de repartir sus instrucciones y he aquí lo que
dice, con respecto a éste asunto, el infatigable apóstol del
Espiritismo:
–“Uno de los caracteres distintivos de éstos
Espíritus, que quieren imponerse y hacer aceptar sus ideas
extravagantes y sistemáticas, es pretender, aún siendo ellos solos
de su opinión, tener razón contra todo el mundo. Su táctica es
evitar la discusión y cuando se ven combatidos victoriosamente por
las armas irresistibles de la lógica, rehúsan desdeñosamente
responder y prescriben a sus médiums que se alejen de los centros en
que son acogidas sus ideas. Este aislamiento es muy fatal para los
médiums: parece que sufren sin poderlo evitar, el yugo de estos
Espíritus obsesores, que les conducen como ciegos y les llevan a
menudo por caminos perniciosos-.”
El
número de estos Espíritus irá desapareciendo a medida que los
hombres sean más estudiosos que curiosos, y los incorregibles que se
complacen sugestionándose a su influencia quedarán solos; porque
las personas sencillas y de buena fe conocerán sus farsas y querrán
ir a centros más formales en donde estudio y buena senda les den
buenos resultados.
Los
Espíritas formales deben estar interesados. El Espiritismo no admite
farsas de ninguna clase, no tiene pontífices ni sacerdotes y no
creeremos nunca con los que aparentan humildad para ser tenidos en
olor de santidad, por más que nos muestren fenómenos que no arguyen
bondad ni privilegios. Los espíritas formales deben estar
interesados en que desaparezcan los abusos de los unos y la
ignorancia de los otros y a esto deben encaminarse todos sus
esfuerzos.
Los
que se crean que pueden andar por sus propios caminos, sin el apoyo
de la Ciencia Espírita hija de la experiencia y de grandes estudios,
volved a vuestro punto de partida, mostrad que sois verdaderamente
humildes, leed, estudiad, y aprended si queréis ser maestros, no
aumentéis las víctimas de vuestro fanatismo, consultad con nuestros
hermanos, y no olvidéis que en Espiritismo, como en todo, la
enseñanza es mutua y simultánea.
Si
creéis en todo, la enseñanza Espíritus, sin tomaros las molestia
de inquirir y saber si viene de Dios ¿no estaréis expuestos a los
mismos errores que los que levantaron altares a los ídolos y a los
que tenían charlatanes por profetas?...
No
os aisléis; tened presente que el Espiritismo ha venido a unir a la
humanidad en una sola familia, con unos mismos sentimientos, con unas
aspiraciones, bajo las mágicas palabras de Fraternidad Universal,
que es uno de sus lemas. Si creéis que podéis enseñarnos mucho os
escucharemos con recogimiento; si consideráis que las lecciones que
nosotros recibimos pueden servir para vosotros, aprovecharlas sin
ninguna clase de prevención, y hacednos ver los errores en que
fácilmente podemos incurrir e indudablemente incurrimos por nuestro
atraso.
José
María Fdez. Colavida comentaba que al
observar los desvíos doctrinarios que son perjudiciales no sólo
para la divulgación del Espiritismo, sino también para las propias
personas que los practican y exhortaba a que los dirigentes y
médiums estudiarán las obras de Allan Kardec y realizarán un
autoanálisis para constatar si lo que hacen está, de hecho, de
acuerdo con las enseñanzas de esas obras:
Se
nos ha hablado y con mucha insistencia de ciertos grupos de
determinadas localidades y hasta algunos de Barcelona, que además de
practicar en sus sesiones actos pueriles y hasta ridículos,
patrocinan las más absurdas teorías, sin tener en cuenta que con
esto no hacen más que alejar del Espiritismo a muchas personas de
buen sentido que a él vendrían más pronto.
Perjudicándose
también a sí mismos, pues siempre se perjudica el que se empeña en
obcecarse en cualquier terreno que sea.
No
queremos entrar hoy en detalles, y nos limitamos a suplicar a todos
los que forman parte de esos círculos, que lean atentamente el Libro
de los Médiums en particular, sin olvidar el de los Espíritus, y
vean si lo que en ellos se dice está conforme con lo que hacen y
creen.
José
María Fernández Colavida enfatizaba también que las orientaciones
recibidas de terceros deben ser puestas en práctica solamente
después de haberse comprobado que están de acuerdo con las obras de
Allan Kardec.
A
todos nuestros/as hermanos/as, espíritas sinceros/as y de buena fe,
les rogamos encarecidamente no den oídos a aquellos que consciente o
inconscientemente las inclinan a admitir todas esas prácticas que
empañan la doctrina espírita, porque o ellos mismos empañan y
trabajan con siniestras miras, o son instrumentos inconscientes de
influencias perversas.
Apartan al Espiritismo de su hermosa vía; vean que en el Espiritismo no hay fórmulas ni ceremonias de ninguna clase, y por consiguiente que no es de su incumbencia, todo eso, que en su nombre se hace.
Según
demuestra el ejemplo de Don José María Fernández Colavida, la
práctica mediúmnica solamente contribuye a la divulgación del
espiritismo si es
realizada con plena fidelidad a las enseñanzas espíritas.
En
reuniones abiertas al público las
prácticas mediúmnicas no respaldadas en
enseñanzas espíritas o los fenómenos
atribuidos a ellas no ayudan; según afirmó Allan Kardec “(…)
nunca se ofrecerá en un espectáculo,
ni se presentará jamás en los escenarios.”
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