VISIÓN ESPÍRITA DEL SUICIDIO
Hay varias causas que conducen al ser humano al suicidio, todas indicativas de la ignorancia de cómo funciona la Justicia y la Misericordia Divina.
Materialismo severo, soledad, depresión, enfermedades incurables, violencia y
maltratos, abusos de todo tipo, la pobreza extrema, el fanatismo religioso, negligencia y abandono de la familia, pérdidas afectivas, alcoholismo, drogadicción, trastornos mentales, desesperanza, obsesión de espíritus.
EL SUICIDIO - UNA SOLUCIÓN INSOLUBLE
El suicidio es un mal terrible que se incrementa en la humanidad y que es necesario trabajar para esclarecer sobre sus consecuencias.
Esta rigidez mental que se resuelve por la solución trágica es una enfermedad compleja.
Concienciación de las criaturas al respecto sobre las consecuencias del acto en la otra vida, el dolor que lacra a los miembros de la familia y el del ultraje a las Leyes Divinas, es un método saludable para reducir la incidencia de esa solución insalvable.
Dialogar con amabilidad y paciencia con las personas que son propensas al suicidio; sugerirles que se den un poco más de tiempo, mientras que el problema cambia de configuración; evitar ofrecer bases ilusorias a las esperanzas fugaces de reducir el tiempo de vida; estimular la recuperación personal; encender una luz en el túnel de la desesperación, entre otros recursos, constituyen la terapia preventiva que se fortalecerá junto con la práctica de la oración, de las lecturas espirituales, con los pases y en el uso del agua fluidificada.
El que intenta suicidarse y no lo consigue es un candidato natural para una recaída, que culmina cuando se le presenta el móvil desencadenador del deseo.
El suicidio es el vestigio más grosero de la fragilidad humana, que vincula al hombre con el primarismo del que se ha de liberar.
El hombre es, de hecho, la mayor realización del pensamiento divino en la Tierra que camina hacia la gloria total mediante las luchas y los sacrificios del día a día.
Suicidio, todo lo que usted necesita saber por Richard Simonetti
En Suicidio, todo lo que usted necesita saber Richard Simonetti compila buena parte de las numerosas informaciones que trae el Espiritismo al respecto. Si alguna vez has pensado en el suicidio ¡lee este libro!, si conoces a alguien que pueda estar pensando en el suicidio por favor ¡envíale este libro! El suicidio es una puerta falsa, equivocada y muy dolorosa para salir de esta vida, no por el dolor que pueda representar la muerte si no por el que viene después. Abre una luz a la esperanza, porque los dolores de hoy pronto te parecerán insignificantes, resiste, persiste, soporta un poco más, y entretanto lee este libro.
Es sorprendente el número de personalidades ilustres de la Humanidad que entran por esa puerta falsa, que apenas los precipita a sufrimientos mil veces acentuados.
Si la existencia estuviese delimitada por el nacimiento y la muerte, sin duda, el suicidio seria la gran solución para los problemas y dolores de la Tierra.
Somos seres inmortales. Ya vivíamos antes de la cuna y continuaremos viviendo después del túmulo, donde recogeremos las consecuencias de lo que hicimos de nuestra vida y de nuestro cuerpo.
Falta a todos aquellos que se precipitan en el suicidio un conocimiento mínimo sobre el asunto. Es exactamente este conocimiento el que nos ofrece el Espiritismo, al establecer contacto entre la Tierra y el Más Allá, convidándonos a reflexionar sobre la experiencia dañina de los suicidas, que afirman, invariablemente, en sus confidencias:
— ¡Ah!¡ Si yo hubiese sabido!
Sin duda, otro habría sido el rumbo de sus pensamientos, evitando el abismo.
El objetivo de este libro es ofrecerle condiciones para reflexionar sobre la cuestión del suicidio.
Con un sistema de preguntas y respuestas, intento abordar aquí todas las facetas relacionadas con el suicidio, a la luz de la Enseñanza Espírita.
Estoy seguro de que, si usted lo lee atentamente, acabará por convencerse de que es preferible enfrentar los desafíos de la Tierra, que precipitarse en tormentos señalados hace milenios por las religiones tradicionales, de una forma distante y especulativa. Hoy tenemos una visión cercana, amplia y estremecedora, de lo que ocurre con el suicida, gracias a ese “catalejo para visualizar el Más Allá”, que es el Espiritismo.
Estoy seguro, también, de que usted tendrá siempre a mano este libro para ofrecerlo a amigos, conocidos, familiares, vecinos y colegas de trabajo, concienciándolos de que, según la expresión popular, el suicidio “no es el camino fácil”.
Dios lo bendiga, amigo, con el fortalecimiento de sus convicciones sobre la inmortalidad, proporcionado por la Doctrina Espírita, a fin de que jamás permita, en situación alguna, afirmar la peligrosa idea de que sería mejor morir.
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Suicidio según "EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS"
“El suicidio no borra la falta. Quien incurre en él, suma otra falta a la anterior. Cuando se tuvo valor para hacer el mal, también se lo debe tener para sufrir sus consecuencias. Dios juzga, y a veces, según la causa, puede atenuar el rigor de su justicia.”
“Quien actúa de ese modo no hace bien. Con todo, como cree lo contrario, Dios se lo toma en cuenta, pues se trata de una expiación que el suicida se impone a sí mismo. La intención atenúa la falta, pero no por eso deja de haber falta. Por otra parte, cuando hayáis abolido los abusos de vuestra sociedad y vuestros prejuicios, ya no tendréis esa clase de suicidios.”
El que se quita la vida para evitarse la vergüenza de una mala acción, prueba que tiene más aprecio por la estima de los hombres que por la de Dios, pues habrá de ingresar en la vida espiritual cargado con sus inquietudes. Además, se ha privado de los medios de rescatarlas durante la vida. Dios suele ser menos inexorable que los hombres.
Perdona el arrepentimiento sincero y toma en cuenta la reparación. El suicidio no repara nada.
“¡Otra locura! Que haga el bien y estará más seguro de alcanzarla. El suicida retrasa su entrada en un mundo mejor, y él mismo pedirá volver para concluir esa vida que interrumpió debido a una idea falsa. Una falta, sea cual fuere, nunca abre el santuario de los elegidos.”
Todo sacrificio hecho a expensas de la propia felicidad es un acto altamente meritorio ante Dios, porque consiste en la práctica de la ley de caridad. Ahora bien, dado que la vida es el bien terrenal que más aprecia el hombre, el que renuncia a ella por el bien de sus semejantes no comete un atentado, sino que lleva a cabo un sacrificio.
No obstante, antes de hacerlo, debe reflexionar acerca de si su vida no podría ser más útil que su muerte.
“Es más culpable, pues ha tenido tiempo de razonar su suicidio. En el que lo comete instantáneamente hay, a veces, una especie de extravío que se parece a la locura. El otro será castigado mucho más, porque las penas siempre son proporcionales a la conciencia que se tiene de las faltas cometidas.”
Cuando una persona ve que le aguarda una muerte inevitable y terrible, ¿es culpable de abreviar unos instantes sus padecimientos mediante una muerte voluntaria?
“Siempre se es culpable de no aguardar el término que Dios ha fijado. Por otra parte, ¿se está seguro de que ese término ha llegado, a pesar de las apariencias? ¿No se podría recibir un auxilio inesperado en el último momento?”
“Siempre es falta de resignación y de sumisión a la voluntad del Creador.”
954.Una imprudencia que comprometa la vida sin necesidad, ¿es
“Obedecen a un prejuicio, y suelen hacerlo más por la fuerza que por su propia voluntad. Creen que cumplen un deber, y esa no es la característica del suicidio.
956. Aquellos que, dado que no pueden soportar la pérdida de los seres queridos, se quitan la vida con la esperanza de ir a su encuentro, ¿alcanzan su objetivo?
“Para ellos, el resultado es muy diferente del que esperan. En lugar de reunirse con el objeto de su afecto, se alejan de él por mucho más tiempo, pues Dios no puede recompensar un acto de cobardía, ni el insulto que se le dirige al dudar de su providencia. Pagarán ese instante de locura con penas más graves que las que creen abreviar; y no tendrán, para compensarlas, la satisfacción que esperaban.”
Las consecuencias del suicidio son muy diversas. No hay penas fijas y, en todos los casos, siempre son relativas a las causas que lo ocasionaron. Con todo, una consecuencia de la que el suicida no puede escaparse es la contrariedad. Por lo demás, la suerte no es la misma para todos, sino que depende de las circunstancias. Algunos expían su falta de inmediato; otros lo hacen en una nueva existencia, que será peor que aquella cuyo curso interrumpieron.”
La observación muestra, en efecto, que las consecuencias del suicidio no siempre son las mismas. No obstante, las hay que son comunes a todos los casos de muerte violenta y resultan de la interrupción brusca de la vida.
La afinidad que persiste entre el Espíritu y el cuerpo produce, en algunos suicidas, una especie de repercusión del estado del cuerpo en el Espíritu.
Así, el Espíritu siente, a pesar suyo, los efectos de la descomposición, y experimenta una sensación llena de angustia y de horror. Ese estado puede persistir tanto tiempo como debería haber durado la vida que esos suicidas interrumpieron. Dicho efecto no es general. Con todo, en ningún caso el suicida se libra de las consecuencias de su falta de valor, y tarde o temprano expía su falta de un modo u otro.
La religión, la moral, todas las filosofías condenan el suicidio como contrario a la ley natural. Todas nos dicen, en principio, que nadie tiene el derecho de abreviar voluntariamente su propia vida. Pero ¿por qué no tenemos ese derecho? ¿Por qué no somos libres de poner término a nuestros padecimientos? Estaba reservado al espiritismo demostrar, con el ejemplo de los que sucumbieron, que el suicidio no sólo es una falta entendida como infracción a una ley moral, consideración de poco peso para algunos individuos, sino también un acto estúpido, puesto que con él no se gana nada, sino todo lo contrario. El espiritismo no nos enseña esto en teoría, sino con los hechos que presenta ante nuestros ojos.
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