Continuación: DEL ABISMO A LAS ESTRELLAS
Divaldo Pereira Franco / Víctor Hugo
Es
obvio que nadie puede creer en el efecto, si se obstina en negar la
causa.
Ese
era el cuidado de Mme. De Couberville. Trataba de darle un sentido
lógico, causal y final a la vida, un orden que dominaba todo y al
que todas las cosas se vinculan, a fin de atraer a los oyentes hacia
las experimentaciones posteriores.
En
los análisis que realizaba de las corrientes psíquistas y
metasiquistas del pasado, demostraba el empecinamiento y la
sistemática pasión de los investigadores que se obstinaban en
someter al fenómeno paranormal a su voluntad, reaccionando cuando
eso no ocurría, prefiriendo la simple y cómoda negación.
“Sus
realizaciones y fecundas labores ofrecieron una
amplia y valiosa contribución científica –complementaba, erudita-
al fenómeno mediúmnico, advirtiendo a los estudiosos sobre el
fraude inconsciente, mediante las hipótesis que sostenían
demoradamente.”
Discurriendo
sobre las consecuencias morales del Espiritismo, manejaba los
conceptos con delicadeza, teniendo en cuenta el origen israelita de
los anfitriones, y como tales, las posibles creencias que abrazaban.
A pesar de ello, se refería a las leyes morales extraídas del
Decálogo y al sentido cristiano del mensaje espírita explicado con
superior énfasis en “El Evangelio según el Espiritismo”.
Como
los oyentes, apenas conocían lo que los dogmas de las religiones
explicaban de Jesús, las afirmaciones de Mme. De Couberville sobre
Él, resultaban agradables y perfectamente razonables en el contexto
de los comentarios.
Suzette-Sara
fue cambiado de actitud, paulatinamente, con respecto de las ideas
espirituales. De la natural aversión que la llevaba a refutar, aún
antes de oír, pasó a reflexionar y escuchar antes de rebatir.
Se
aclaraban para ella los puntos oscuros de su comportamiento
intelectual, ante las elucidaciones que ahora le llegaban. Los hechos
no valorizados antes, ahora se encadenaban, obedeciendo a un
equilibrio que hasta entonces se esforzaba por no considerar.
Afluían
a su mente los recuerdos de los sueños de que había sido objeto y
al referirse a ellos, Mme. De Couberville prestamente se sumergió en
explicaciones.
–Cuando
el cuerpo duerme, el Espíritu se desprende parcialmente y entra en
contacto con el Mundo Espiritual, del cual todos procedemos.
Instrucciones, informaciones, esclarecimientos, nos son brindadas por
los Seres Superiores encargados de nuestros destinos. Allí fijamos
también paisajes tristes, sombríos, en los cuales purgan los
culpables o traemos impresos los recuerdos felices, donde viven los
dichosos o tormentosos de los lugares visitados.
“Tal
como ocurre en la Tierra, siempre nos reunimos con aquellos que nos
son afines, manteniendo vinculaciones con lo que realizamos y con lo
que nos complacemos. Como en el mundo físico, el mundo espiritual
está lleno de seres buenos y desgraciados, conforme a los patrones
éticos en que transcurrieron sus existencias.
–El
tiempo transcurrió, los dolores nos pesaron, las vicisitudes dieron
lugar a los favores de la fortuna, pero no se alteró el ambiente
directo y noble de este lugar, ni el tierno amor fraternal que nos
une fuertemente.
–Es
verdad. En lo íntimo, proseguimos soñadores, petites chanteuses
(pequeños
cantores) de la
esperanza, de la ventura, del amor. Las experiencias se sucedieron,
los dolores saquearon nuestra vida, y no obstante, continuamos
amando, sedientos de amor, a pesar de negarnos a reconocerlo.
–Tienes
razón, Miche. Hay en mí un abismal y pavoroso vacío interior. Me
faltan las metas, los objetivos que mantienen la vida. Antes me
arrojaba ansiosa e insaciable en la búsqueda de cosas, de
riquezas…Ahora constato que aquello era un desvío, no una ruta,
una fuga y no una realidad. He sido agraciada por el amor de Julien
que es incomparable, por tu afecto y el de Adelaide, por el
compañerismo de Angélique y la fidelidad de los que hoy nos sirven
y no obstante, no consigo liberarme del pasado. Esta ausencia
mortificante, esta angustia inexplicable será la falta de…
-…
De dios! –remató el joven.- También yo siento Su falta. No
consigo definir lo que pasa en mi interior. Me entrego al trabajo y a
las preocupaciones, me sumerjo en la familia, y al primer instante me
descubro sin ese…
-…
algo, ese Ser que da felicidad a los demás y los satisface- concluyó
Suzette-Sara. – En Mme. De Couberville descubro una tranquilidad
venturosa de la que jamás disfruté. Su fe honesta y racional me
produce un cierto deseo de creer.
“De
hecho, si reflexionamos sin previsión, será fácil descubrir aquel
orden al que Madame se refirió, una finalidad, un determinismo en
todas las cosas. El acaso, ciertamente, no explica procedencia y la
armonía de la vida. No deseo referirme al Dios de nuestros padres…
Que hay una Causa que escapa a la perfecta imaginación, no se puede
dejar de sospechar.”
Luego
de una pausa, prosiguió, cual si reflexionara, a media voz:
-Leí
algunas consideraciones de Maeterlinck (Mauricio Maeterlinck- Célebre
escritor, poeta y filósofo simbolista belga, nacido en Gand el
29-8-1862 y fallecido en Nice el 6-5-1959.), y me detuve a meditar
sobre la valisneria, sencilla planta de los lagos. Tiene vida
subacuática, viviendo la masculina junto a la femenina, en el
profundo silencio de las aguas. Las masculinas flores, se prenden a
la planta por un delicado y corto pedúnculo, en cuanto que las
femeninas se mantienen ligadas por un asta espiralada de gran
dimensión que al desarrollarse alcanza la superficie. Allí duermen
las flores quietas. Cuando viene el momento de la fecundación, la
flor femenina asciende y se abre a la luz, sobre la serenidad de la
superficie. La masculina rompe el pedúculo retentor, sube y se abre,
liberando el polen fecundante, en el momento en que la otra lo
espera, lo recoge, se cierra en una delicada cápsula y retorna al
lugar de donde procedió, para el milagro de la reproducción,
mientras la primera fenece… Cuánta precisión, armonía y
finalidad!
“El
instinto de los animales intriga a los estudiosos.
“el
misterio genético desafía a las más doctas inteligencias.
“Las
leyes de equilibrio que rigen en la selección y manutención de las
especies animales y vegetales, fascinan.
“Y
¿el macrocosmos?
Solamente ahora están siendo detectadas las Leyes de la mecánica
celeste, por los concepcionistas, matemáticos, físicos y astrónomos
que se unen para intentar comprenderlas. El Universo es un desafío.
“Sí,
hay Dios. Y es mucho mayor de lo que lo
dibujó la miserable mente humana, la tacaña vanidad de los hombres.
Es la matriz universal, causa de todo y de todos.”
-La
vida nos hizo o nos hicimos un gran mal, empujándonos al
escepticismo en el que ahora sufrimos sin consuelo… expuso Michel.
–Cuando la pizarra escribió el nombre de René-Pierre yo tuve la
indefinible certeza de que el venerable bienhechor estaba allí con
nosotros, nos envolvía en aquella incomparable mirada sin palabras
con que nos sostenía en las horas más difíciles… Yo creo, sí,
que él volvió. No podría explicarlo con la razón, pero lo sé con
el corazón.
-Me
siento inclinada a creer en lo mismo… La honestidad de Madame
Couberville es irrefutable, su desinterés utilitario es
inconfundible, por tanto, lo que ocurre mediante su intermedio está
marcado por la autenticidad. Me veo obligada a rectificar conceptos y
modificar opiniones. No es fácil. Ya no
se puede dudar que estamos entre dos mundos que se interpenetran. La
moderna Física descubre para la actualidad conocimientos en torno de
la materia y la energía, antes jamás supuestos. Por qué no
considerar la probabilidad del Espíritu como una energía que huye a
nuestra comprensión, no obstante, perfectamente real?
-Retirando
de las religiones –adujo Michel-, las características pasiones,
trivialidades y miserias humanas, esto es: desnudándolas, todas
proceden, como aseveró Mme. de Couberbille con buenos fundamentos,
de Dios, de la inmortalidad del alma, de la justicia… Sin embargo,
me parece que el proceso reencarnacionista, contrariamente a la
unidad de la vida, explica, sin duda, innumerables enigmas
teológicos, filosóficos, morales…
-Eso
es irrefutable! –confirmó Suzette.- Vuelvo a pasar por el cedazo
de la razón los acontecimientos que sucedieron en torno de nuestra
familia, que alteraron más de una vez nuestras vidas y la de nuestra
familia, que alteraron más de una vez nuestras vidas y la
reencarnación nos da ayuda vigorosa como para entender todas esas
extrañas tramas. Conmigo misma, cuántas cosas han sucedido…!
En
la emoción del momento la médica estuvo a punto de desnudar su alma
al hermano querido, que dialogaba con los sentimientos desprovistos
de cualquier reserva, entretanto, el poderoso control que se imponía
la hizo detenerse.
-Puedo
comprender- la reconfortó el joven, que mucho le debía-, tus
dolores, desde aquellos infortunados días. Cuánto silenciaste en
luchas acerbas, hoy lo sé, en sacrificios que redundaban en el
beneficio de nuestras hermanas y en el mío…
Las
lágrimas fusionaron los dos corazones. Necesitaban llorar –en
secreto y en fraterna comunión, lavar el lecho de dolores por donde
corre el río de la vida y aquel momento, de confidencias y
esperanzas, acogía las ansiedades de ambos, mitigando sus extrañas,
sordas e ignoradas aflicciones.
Con
las manos entrelazadas, como si estuvieran transfundiendo fuerzas de
las que necesitaban para las luchas humanas, volvieron al Solar en
silencio, dirigiéndose a sus respectivas alcobas.
-Le
confieso –interrumpió Suzette Sara-, que cuando retornemos a la
Capital, me sentiría muy dichosa si se me permitiera participar en
ese agradable círculo de… caridad. (No estaba acostumbrada a
pronunciar o ejercitar la caridad, no obstante,
se sentía dulcificada en ese instante, favorablemente estimulada).
Deseo asegurarle que su presencia en nuestra casa, que espero
transforme en continuación de su hogar, se está convirtiendo en una
de las más gratas alegrías de nuestra vida.
“Como
el Sol de la madrugada, usted ha llegado hasta nosotros gentilmente,
sin prisa, con equilibrio, para disiparnos las tinieblas, las nieblas
de nuestro mundo interior. Bendigo el momento en que Angélique nos
habló de usted y la trajo a nuestra convivencia…”
–Por
favor, querida amiga, no se exprese así. Le soy deudora de este
encuentro y de las alegrías que estoy disfrutando en este hogar ,
así como del reposo y del bienestar que gozo a su lado y junto a sus
afortunados familiares.
Después
de una ligera reflexión Mme.de Couberville agregó:
–Creemos
que las simpatías, los afectos, así como las antipatías y las
animosidades proceden del pasado espiritual de los seres. La
Psicología se enriquece a la luz de la reencarnación, solucionando
innumerables de sus incontables enigmas. Hay encuentros de seres en
la Tierra que, indudablemente, son reencuentros, buenos o malos,
felices o funestos… El río de la vida fluye incesantemente. Quizá
ya nos conocíamos desde antes de estos días.
–Es
probable, por lo menos, me parece lógico. Mentalmente relaciono
algunos hechos y personas, que ahora, vistos bajo este ángulo,
asumen hermosas configuraciones que antes no había tenido en cuenta.
–La
reencarnación es el nuevo Edipo
descifrando las esfinges de la
existencia planetaria. Todos los misterios se diluyen y se
caracterizan las legítimas fases del mecanismo de la vida.
(Edipo-Hijo de Laio, rey de Tebas y de
Yocasta. Edipo adivinó el enigma de la Esfinge y ésta, furiosa, se
arrojó al mar. Fue aclamado rey y desposó a su madre, sin saberlo.
Cuando fue informada por un oráculo, Yocasta se suicidó,
ahorcándose; Edipo se arrancó los ojos y partió hacia Tebas
conducido por su hija Antígona.)
–Los
hechos asumen contornos enteramente nuevos, toman una apariencia
diferente y lógica, encadenándose los acontecimientos dentro de un
programa de perfecta elaboración.
Al
hacerse un ambiente propicio a causa de la armonía que había
surgido entre ellas por la hermosa conversación mantenida, Mme. de
Couberville dijo:
–Siento
la presencia del abnegado Vianney. Hagamos silencio, en una actitud
de recogimiento mental y oigámoslo.
La
señora se reclinó más cómodamente en la chaise longue, se
aquietó, mientras que Suzette Sara, desconociéndose ante las
circunstancias jamás esperada, sin las reacciones habituales, se
puso a meditar con respeto y unción profundos. Sentía una
emotividad dominadora, pronta a romperse en lágrimas. El Corazón,
marchando en disritmia, denunciaba la ansiedad que la envolvía.
Sin
mayores alteraciones que una débil palidez en el rostro, los ojos
cerrados como si durmiese tranquila, los labios de Eléonore se
entreabrieron y una suave cuán musical voz, con ligera modulación
masculina, la saludó, prosiguiendo afable:
–Todos
estamos destinados a la sublime luz. La vida es el más precioso
tesoro que se conoce. No siendo el hombre su autor, no le compete
interrumpirla a su gusto.
Suzette
Sara se asustó, aún cuando sabía del contenido del que se
revestiría la entrevista. Lo proveía, intuitivamente. Deseó
interrumpir el mensaje, pero se contuvo. Adquirió una fuerza
vigorosa para enfrentarse con la verdad que la alcanzaba sin
disfraces y sin rebusques. Algo le decía en la conciencia que no
debería huir más, Se aquietó y esperó.
–Las
criaturas no elaboran la vida; actúan como co-creadores en la Obra
de Nuestro Padre. Asumir el compromiso de interceptar, interrumpir,
destruir lo que se puede hacer o rectificar, es grave y pesado
delito. Por tal razón, nadie se puede erigir en árbitro de la
existencia, decidiendo quien debe o no vivir, proseguir o iniciar el
compromiso carnal. Carece de las condiciones mínimas exigibles para
efectuar un análisis profundo, ante la acción abortiva o la
decisión por la eutanasia. Empeñar todos los recursos hasta el
final a fin de preservar, asistir, conceder medios para la vida, es
un deber impostergable de todos, y mucho más de aquellos que se
comprometen a través del sacerdocio médico a ejecutar el arte de
curar.
“Vivir
es un premio divino que ninguna persona puede desconsiderar
impunemente. Aun cuando las circunstancias se presentan adversas y la
criatura sufra continuos reveses, la vida es una bendición. Razones
poderosas así determinan que ocurra. Si la piedad pretende
colaborar, que haga uso de los recursos que mantienen la existencia,
no de aquellos que la interrumpen.
“De
la misma forma, la maternidad se subalterniza a factores que no
pueden ser defraudados.
“El
hombre inescrupuloso, el padre irresponsable que fecunda y abandona,
no escapará a la conciencia ni huirá de la Divina Vigilancia. Nadie
defrauda los dones de la vida sin verse obligado a una penosa
rehabilitación.
“El
justificativo de que la mujer abandonada no debe cargar a solas el
peso del hijo por nacer, no es lo correcto. El dilapidador de su
esperanza, de su paz, no conseguirá huir de la Justicia de Dios.
Tampoco ella podrá
huir, si cae en el crimen.
“Expresándonos
así, no pretendemos reprobar tu procedimiento, por cuanto actuando
con libertad como lo hiciste, responderás en la cárcel de los
remordimientos y amarguras al despertar de la conciencia.
“Venimos
a pedirte, que no te perjudiques más ni hagas infeliz a nadie,
apoyada en la mentirosa ilusión de que ayudas. Sabes que no socorre
quien yerra, conviviendo, ocultando su error, incidiendo en el crimen
y generando mayores desventuras…
“La
existencia te sonríe y puedes, debes recomenzar. Olvida el pasado
negativo y rehazlo con misericordia y amor.
“Sabes,
a través de la tormentosa experiencia personal, el dolor que provoca
una maternidad frustrada… Por qué desquitarte del justo
impedimento que te pesa, segando oportunidades que la delincuencia de
otras infelices traen a tu complicidad?
“No
te juzgamos, no te censuramos. Te llamamos la atención sobre lo que
debes hacer. Lo que te comprometiste a realizar y la forma cómo
vienes procediendo.
“Agiliza
tus pasos, refrena el sufrimiento íntimo, olvida los dolores –que
necesitabas sufrir por razones pretéritas que más tarde
comprenderás- y edifica la esperanza, preserva el bien, fomenta la
alegría de vivir.”
La
voz silenció por un momento, en cuanto la médica, perturbada y sin
ninguna reacción, se sentía dominada por la fuerza de la verdad, a
pesar del dolorido tono con que era presentada.
“También
veo en tu tela mental a Mme. Bointreaux y sus amigas, desfilando
entre sombras, intoxicadas de soberbia, vencidas, caminando entre
desdichas…
“Si
relacionamos por sus nombres a algunos de aquellos que se vincularon
a ti más directamente, lo hacemos para ahuyentar de ti la sospecha
en torno de la evasiva cómoda e irresponsable conclusión de que
éste es un encuentro originado por la alucinación o que surge de
las artimañas hábiles del inconsciente o en última instancia, de
que la médium recogió de tu mente estas informaciones por el
proceso de la telepatía.
“No
hay muerte, sino vida pulsando en otra dimensión.
“Busca
a JESÚS, A QUIEN
DESCONOCES. NO LE DESDEÑES POR PRECONCEPTO DE RAZA Y CREENCIA EN LAS
QUE NO ENCUENTRAS SUBSTANCIA NI VALOR.
LEE
EL EVANGELIO Y DESCUBRIRÁS EL FILÓN MÁGICO DE LA VENTURA REAL.
“TU
SECRETO NO SERÁ CONOCIDO, PERO NO ES POR TI IGNORADO Y ESTO ES UN
CRISOL PARA TI MISMA.
“La
sensitiva se encuentra en trance sonambúlico, lo que podrás
constatar con tus
conocimientos médicos. No recordará nada de éste, nuestro
encuentro.
“Aprovecha
este momento hija o perderás casi una eternidad para la
recuperación.
“Alguien
más te ha hablado antes, otras veces, y como te apartaste de él por
rebeldía, hoy vengo en su nombre.”
Después
de las últimas palabras del santo Vianney, Suzette Sara se
arrodilló, tomó las manos de la médium y las besó en un torrente
de lágrimas.
Toda
una vida se había sintetizado en aquel momento sagrado. No había
nada en la Tierra que pudiera compararse a aquella hora trascendente
de espiritualidad.
-Yo
creo en Vos, Dios mío! Ayúdame en mis dudas, socórreme!
-Levántese,
amiga mía, la ayudó Mme. de Couberville, que despertaba –un
cristiano comienza la lucha de pie y enfrenta el provenir con
optimismo y alegría.
“Estaremos
juntas en la batalla de la fe, -agregó, inspirada por el Mensajero
de la misericordia-, no tema y coraje para marchar hacia el bien.”
Las
dos señoras se abrazaron, afectuosamente, en un elocuente silencio
con el que sellaban la entrada del Cristo en el corazón de
Suzette-Sara, mediante la fe, que de allí en más, brillaría para
siempre en su espíritu.
Las
primeras sombras descendían suavemente sobre el Chateau, ahora
iluminado por una inapagable y eterna claridad.
Cuando
los familiares y amigos retornaron con algazara, encontraron en el
rostro habitualmente melancólico de Suzette-Sara la presencia de
indefinible luz que se irradiaba en suaves tonos de alegría.
Comenzaba
a salir de las angustias en que se debatía, para encaminarse hacia
los paisajes de una vida mejor.
O o O o O o O o O
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