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16 mayo 2020

DE LAS SOMBRAS A LA MADRUGADA

Continuación: DEL ABISMO A LAS ESTRELLAS 

Divaldo Pereira Franco / Víctor Hugo






Es obvio que nadie puede creer en el efecto, si se obstina en negar la causa.
Ese era el cuidado de Mme. De Couberville. Trataba de darle un sentido lógico, causal y final a la vida, un orden que dominaba todo y al que todas las cosas se vinculan, a fin de atraer a los oyentes hacia las experimentaciones posteriores.

En los análisis que realizaba de las corrientes psíquistas y metasiquistas del pasado, demostraba el empecinamiento y la sistemática pasión de los investigadores que se obstinaban en someter al fenómeno paranormal a su voluntad, reaccionando cuando eso no ocurría, prefiriendo la simple y cómoda negación.

Sus realizaciones y fecundas labores ofrecieron una amplia y valiosa contribución científica –complementaba, erudita- al fenómeno mediúmnico, advirtiendo a los estudiosos sobre el fraude inconsciente, mediante las hipótesis que sostenían demoradamente.”

Discurriendo sobre las consecuencias morales del Espiritismo, manejaba los conceptos con delicadeza, teniendo en cuenta el origen israelita de los anfitriones, y como tales, las posibles creencias que abrazaban. A pesar de ello, se refería a las leyes morales extraídas del Decálogo y al sentido cristiano del mensaje espírita explicado con superior énfasis en “El Evangelio según el Espiritismo”.

Como los oyentes, apenas conocían lo que los dogmas de las religiones explicaban de Jesús, las afirmaciones de Mme. De Couberville sobre Él, resultaban agradables y perfectamente razonables en el contexto de los comentarios.

Suzette-Sara fue cambiado de actitud, paulatinamente, con respecto de las ideas espirituales. De la natural aversión que la llevaba a refutar, aún antes de oír, pasó a reflexionar y escuchar antes de rebatir.

Se aclaraban para ella los puntos oscuros de su comportamiento intelectual, ante las elucidaciones que ahora le llegaban. Los hechos no valorizados antes, ahora se encadenaban, obedeciendo a un equilibrio que hasta entonces se esforzaba por no considerar.

Afluían a su mente los recuerdos de los sueños de que había sido objeto y al referirse a ellos, Mme. De Couberville prestamente se sumergió en explicaciones.

Cuando el cuerpo duerme, el Espíritu se desprende parcialmente y entra en contacto con el Mundo Espiritual, del cual todos procedemos. Instrucciones, informaciones, esclarecimientos, nos son brindadas por los Seres Superiores encargados de nuestros destinos. Allí fijamos también paisajes tristes, sombríos, en los cuales purgan los culpables o traemos impresos los recuerdos felices, donde viven los dichosos o tormentosos de los lugares visitados.

Tal como ocurre en la Tierra, siempre nos reunimos con aquellos que nos son afines, manteniendo vinculaciones con lo que realizamos y con lo que nos complacemos. Como en el mundo físico, el mundo espiritual está lleno de seres buenos y desgraciados, conforme a los patrones éticos en que transcurrieron sus existencias.

El tiempo transcurrió, los dolores nos pesaron, las vicisitudes dieron lugar a los favores de la fortuna, pero no se alteró el ambiente directo y noble de este lugar, ni el tierno amor fraternal que nos une fuertemente.

Es verdad. En lo íntimo, proseguimos soñadores, petites chanteuses (pequeños cantores) de la esperanza, de la ventura, del amor. Las experiencias se sucedieron, los dolores saquearon nuestra vida, y no obstante, continuamos amando, sedientos de amor, a pesar de negarnos a reconocerlo.

Tienes razón, Miche. Hay en mí un abismal y pavoroso vacío interior. Me faltan las metas, los objetivos que mantienen la vida. Antes me arrojaba ansiosa e insaciable en la búsqueda de cosas, de riquezas…Ahora constato que aquello era un desvío, no una ruta, una fuga y no una realidad. He sido agraciada por el amor de Julien que es incomparable, por tu afecto y el de Adelaide, por el compañerismo de Angélique y la fidelidad de los que hoy nos sirven y no obstante, no consigo liberarme del pasado. Esta ausencia mortificante, esta angustia inexplicable será la falta de…

-… De dios! –remató el joven.- También yo siento Su falta. No consigo definir lo que pasa en mi interior. Me entrego al trabajo y a las preocupaciones, me sumerjo en la familia, y al primer instante me descubro sin ese…

-… algo, ese Ser que da felicidad a los demás y los satisface- concluyó Suzette-Sara. – En Mme. De Couberville descubro una tranquilidad venturosa de la que jamás disfruté. Su fe honesta y racional me produce un cierto deseo de creer.

De hecho, si reflexionamos sin previsión, será fácil descubrir aquel orden al que Madame se refirió, una finalidad, un determinismo en todas las cosas. El acaso, ciertamente, no explica procedencia y la armonía de la vida. No deseo referirme al Dios de nuestros padres… Que hay una Causa que escapa a la perfecta imaginación, no se puede dejar de sospechar.”

Luego de una pausa, prosiguió, cual si reflexionara, a media voz:

-Leí algunas consideraciones de Maeterlinck (Mauricio Maeterlinck- Célebre escritor, poeta y filósofo simbolista belga, nacido en Gand el 29-8-1862 y fallecido en Nice el 6-5-1959.), y me detuve a meditar sobre la valisneria, sencilla planta de los lagos. Tiene vida subacuática, viviendo la masculina junto a la femenina, en el profundo silencio de las aguas. Las masculinas flores, se prenden a la planta por un delicado y corto pedúnculo, en cuanto que las femeninas se mantienen ligadas por un asta espiralada de gran dimensión que al desarrollarse alcanza la superficie. Allí duermen las flores quietas. Cuando viene el momento de la fecundación, la flor femenina asciende y se abre a la luz, sobre la serenidad de la superficie. La masculina rompe el pedúculo retentor, sube y se abre, liberando el polen fecundante, en el momento en que la otra lo espera, lo recoge, se cierra en una delicada cápsula y retorna al lugar de donde procedió, para el milagro de la reproducción, mientras la primera fenece… Cuánta precisión, armonía y finalidad!

El instinto de los animales intriga a los estudiosos.

el misterio genético desafía a las más doctas inteligencias.

Las leyes de equilibrio que rigen en la selección y manutención de las especies animales y vegetales, fascinan.

Y ¿el macrocosmos? Solamente ahora están siendo detectadas las Leyes de la mecánica celeste, por los concepcionistas, matemáticos, físicos y astrónomos que se unen para intentar comprenderlas. El Universo es un desafío.

Sí, hay Dios. Y es mucho mayor de lo que lo dibujó la miserable mente humana, la tacaña vanidad de los hombres. Es la matriz universal, causa de todo y de todos.”

-La vida nos hizo o nos hicimos un gran mal, empujándonos al escepticismo en el que ahora sufrimos sin consuelo… expuso Michel. –Cuando la pizarra escribió el nombre de René-Pierre yo tuve la indefinible certeza de que el venerable bienhechor estaba allí con nosotros, nos envolvía en aquella incomparable mirada sin palabras con que nos sostenía en las horas más difíciles… Yo creo, sí, que él volvió. No podría explicarlo con la razón, pero lo sé con el corazón.

-Me siento inclinada a creer en lo mismo… La honestidad de Madame Couberville es irrefutable, su desinterés utilitario es inconfundible, por tanto, lo que ocurre mediante su intermedio está marcado por la autenticidad. Me veo obligada a rectificar conceptos y modificar opiniones. No es fácil. Ya no se puede dudar que estamos entre dos mundos que se interpenetran. La moderna Física descubre para la actualidad conocimientos en torno de la materia y la energía, antes jamás supuestos. Por qué no considerar la probabilidad del Espíritu como una energía que huye a nuestra comprensión, no obstante, perfectamente real?

-Retirando de las religiones –adujo Michel-, las características pasiones, trivialidades y miserias humanas, esto es: desnudándolas, todas proceden, como aseveró Mme. de Couberbille con buenos fundamentos, de Dios, de la inmortalidad del alma, de la justicia… Sin embargo, me parece que el proceso reencarnacionista, contrariamente a la unidad de la vida, explica, sin duda, innumerables enigmas teológicos, filosóficos, morales…

-Eso es irrefutable! –confirmó Suzette.- Vuelvo a pasar por el cedazo de la razón los acontecimientos que sucedieron en torno de nuestra familia, que alteraron más de una vez nuestras vidas y la de nuestra familia, que alteraron más de una vez nuestras vidas y la reencarnación nos da ayuda vigorosa como para entender todas esas extrañas tramas. Conmigo misma, cuántas cosas han sucedido…!

En la emoción del momento la médica estuvo a punto de desnudar su alma al hermano querido, que dialogaba con los sentimientos desprovistos de cualquier reserva, entretanto, el poderoso control que se imponía la hizo detenerse.

-Puedo comprender- la reconfortó el joven, que mucho le debía-, tus dolores, desde aquellos infortunados días. Cuánto silenciaste en luchas acerbas, hoy lo sé, en sacrificios que redundaban en el beneficio de nuestras hermanas y en el mío…

Las lágrimas fusionaron los dos corazones. Necesitaban llorar –en secreto y en fraterna comunión, lavar el lecho de dolores por donde corre el río de la vida y aquel momento, de confidencias y esperanzas, acogía las ansiedades de ambos, mitigando sus extrañas, sordas e ignoradas aflicciones.

Con las manos entrelazadas, como si estuvieran transfundiendo fuerzas de las que necesitaban para las luchas humanas, volvieron al Solar en silencio, dirigiéndose a sus respectivas alcobas.

-Le confieso –interrumpió Suzette Sara-, que cuando retornemos a la Capital, me sentiría muy dichosa si se me permitiera participar en ese agradable círculo de… caridad. (No estaba acostumbrada a pronunciar o ejercitar la caridad, no obstante, se sentía dulcificada en ese instante, favorablemente estimulada). Deseo asegurarle que su presencia en nuestra casa, que espero transforme en continuación de su hogar, se está convirtiendo en una de las más gratas alegrías de nuestra vida.

Como el Sol de la madrugada, usted ha llegado hasta nosotros gentilmente, sin prisa, con equilibrio, para disiparnos las tinieblas, las nieblas de nuestro mundo interior. Bendigo el momento en que Angélique nos habló de usted y la trajo a nuestra convivencia…”

Por favor, querida amiga, no se exprese así. Le soy deudora de este encuentro y de las alegrías que estoy disfrutando en este hogar , así como del reposo y del bienestar que gozo a su lado y junto a sus afortunados familiares.

Después de una ligera reflexión Mme.de Couberville agregó:

Creemos que las simpatías, los afectos, así como las antipatías y las animosidades proceden del pasado espiritual de los seres. La Psicología se enriquece a la luz de la reencarnación, solucionando innumerables de sus incontables enigmas. Hay encuentros de seres en la Tierra que, indudablemente, son reencuentros, buenos o malos, felices o funestos… El río de la vida fluye incesantemente. Quizá ya nos conocíamos desde antes de estos días.

Es probable, por lo menos, me parece lógico. Mentalmente relaciono algunos hechos y personas, que ahora, vistos bajo este ángulo, asumen hermosas configuraciones que antes no había tenido en cuenta.

La reencarnación es el nuevo Edipo descifrando las esfinges de la existencia planetaria. Todos los misterios se diluyen y se caracterizan las legítimas fases del mecanismo de la vida. (Edipo-Hijo de Laio, rey de Tebas y de Yocasta. Edipo adivinó el enigma de la Esfinge y ésta, furiosa, se arrojó al mar. Fue aclamado rey y desposó a su madre, sin saberlo. Cuando fue informada por un oráculo, Yocasta se suicidó, ahorcándose; Edipo se arrancó los ojos y partió hacia Tebas conducido por su hija Antígona.)

Los hechos asumen contornos enteramente nuevos, toman una apariencia diferente y lógica, encadenándose los acontecimientos dentro de un programa de perfecta elaboración.

Al hacerse un ambiente propicio a causa de la armonía que había surgido entre ellas por la hermosa conversación mantenida, Mme. de Couberville dijo:

Siento la presencia del abnegado Vianney. Hagamos silencio, en una actitud de recogimiento mental y oigámoslo.

La señora se reclinó más cómodamente en la chaise longue, se aquietó, mientras que Suzette Sara, desconociéndose ante las circunstancias jamás esperada, sin las reacciones habituales, se puso a meditar con respeto y unción profundos. Sentía una emotividad dominadora, pronta a romperse en lágrimas. El Corazón, marchando en disritmia, denunciaba la ansiedad que la envolvía.

Sin mayores alteraciones que una débil palidez en el rostro, los ojos cerrados como si durmiese tranquila, los labios de Eléonore se entreabrieron y una suave cuán musical voz, con ligera modulación masculina, la saludó, prosiguiendo afable:

Todos estamos destinados a la sublime luz. La vida es el más precioso tesoro que se conoce. No siendo el hombre su autor, no le compete interrumpirla a su gusto.

Suzette Sara se asustó, aún cuando sabía del contenido del que se revestiría la entrevista. Lo proveía, intuitivamente. Deseó interrumpir el mensaje, pero se contuvo. Adquirió una fuerza vigorosa para enfrentarse con la verdad que la alcanzaba sin disfraces y sin rebusques. Algo le decía en la conciencia que no debería huir más, Se aquietó y esperó.

Las criaturas no elaboran la vida; actúan como co-creadores en la Obra de Nuestro Padre. Asumir el compromiso de interceptar, interrumpir, destruir lo que se puede hacer o rectificar, es grave y pesado delito. Por tal razón, nadie se puede erigir en árbitro de la existencia, decidiendo quien debe o no vivir, proseguir o iniciar el compromiso carnal. Carece de las condiciones mínimas exigibles para efectuar un análisis profundo, ante la acción abortiva o la decisión por la eutanasia. Empeñar todos los recursos hasta el final a fin de preservar, asistir, conceder medios para la vida, es un deber impostergable de todos, y mucho más de aquellos que se comprometen a través del sacerdocio médico a ejecutar el arte de curar.

Vivir es un premio divino que ninguna persona puede desconsiderar impunemente. Aun cuando las circunstancias se presentan adversas y la criatura sufra continuos reveses, la vida es una bendición. Razones poderosas así determinan que ocurra. Si la piedad pretende colaborar, que haga uso de los recursos que mantienen la existencia, no de aquellos que la interrumpen.

De la misma forma, la maternidad se subalterniza a factores que no pueden ser defraudados.

El hombre inescrupuloso, el padre irresponsable que fecunda y abandona, no escapará a la conciencia ni huirá de la Divina Vigilancia. Nadie defrauda los dones de la vida sin verse obligado a una penosa rehabilitación.

El justificativo de que la mujer abandonada no debe cargar a solas el peso del hijo por nacer, no es lo correcto. El dilapidador de su esperanza, de su paz, no conseguirá huir de la Justicia de Dios. Tampoco ella podrá huir, si cae en el crimen.

Expresándonos así, no pretendemos reprobar tu procedimiento, por cuanto actuando con libertad como lo hiciste, responderás en la cárcel de los remordimientos y amarguras al despertar de la conciencia.

Venimos a pedirte, que no te perjudiques más ni hagas infeliz a nadie, apoyada en la mentirosa ilusión de que ayudas. Sabes que no socorre quien yerra, conviviendo, ocultando su error, incidiendo en el crimen y generando mayores desventuras…

La existencia te sonríe y puedes, debes recomenzar. Olvida el pasado negativo y rehazlo con misericordia y amor.

Sabes, a través de la tormentosa experiencia personal, el dolor que provoca una maternidad frustrada… Por qué desquitarte del justo impedimento que te pesa, segando oportunidades que la delincuencia de otras infelices traen a tu complicidad?

No te juzgamos, no te censuramos. Te llamamos la atención sobre lo que debes hacer. Lo que te comprometiste a realizar y la forma cómo vienes procediendo.

Agiliza tus pasos, refrena el sufrimiento íntimo, olvida los dolores –que necesitabas sufrir por razones pretéritas que más tarde comprenderás- y edifica la esperanza, preserva el bien, fomenta la alegría de vivir.”

La voz silenció por un momento, en cuanto la médica, perturbada y sin ninguna reacción, se sentía dominada por la fuerza de la verdad, a pesar del dolorido tono con que era presentada.

También veo en tu tela mental a Mme. Bointreaux y sus amigas, desfilando entre sombras, intoxicadas de soberbia, vencidas, caminando entre desdichas…

Si relacionamos por sus nombres a algunos de aquellos que se vincularon a ti más directamente, lo hacemos para ahuyentar de ti la sospecha en torno de la evasiva cómoda e irresponsable conclusión de que éste es un encuentro originado por la alucinación o que surge de las artimañas hábiles del inconsciente o en última instancia, de que la médium recogió de tu mente estas informaciones por el proceso de la telepatía.

No hay muerte, sino vida pulsando en otra dimensión.

Busca a JESÚS, A QUIEN DESCONOCES. NO LE DESDEÑES POR PRECONCEPTO DE RAZA Y CREENCIA EN LAS QUE NO ENCUENTRAS SUBSTANCIA NI VALOR.

LEE EL EVANGELIO Y DESCUBRIRÁS EL FILÓN MÁGICO DE LA VENTURA REAL.

TU SECRETO NO SERÁ CONOCIDO, PERO NO ES POR TI IGNORADO Y ESTO ES UN CRISOL PARA TI MISMA.

La sensitiva se encuentra en trance sonambúlico, lo que podrás constatar con tus conocimientos médicos. No recordará nada de éste, nuestro encuentro.

Aprovecha este momento hija o perderás casi una eternidad para la recuperación.

Alguien más te ha hablado antes, otras veces, y como te apartaste de él por rebeldía, hoy vengo en su nombre.”

Después de las últimas palabras del santo Vianney, Suzette Sara se arrodilló, tomó las manos de la médium y las besó en un torrente de lágrimas.

Toda una vida se había sintetizado en aquel momento sagrado. No había nada en la Tierra que pudiera compararse a aquella hora trascendente de espiritualidad.

-Yo creo en Vos, Dios mío! Ayúdame en mis dudas, socórreme!

-Levántese, amiga mía, la ayudó Mme. de Couberville, que despertaba –un cristiano comienza la lucha de pie y enfrenta el provenir con optimismo y alegría.

Estaremos juntas en la batalla de la fe, -agregó, inspirada por el Mensajero de la misericordia-, no tema y coraje para marchar hacia el bien.”

Las dos señoras se abrazaron, afectuosamente, en un elocuente silencio con el que sellaban la entrada del Cristo en el corazón de Suzette-Sara, mediante la fe, que de allí en más, brillaría para siempre en su espíritu.

Las primeras sombras descendían suavemente sobre el Chateau, ahora iluminado por una inapagable y eterna claridad.

Cuando los familiares y amigos retornaron con algazara, encontraron en el rostro habitualmente melancólico de Suzette-Sara la presencia de indefinible luz que se irradiaba en suaves tonos de alegría.

Comenzaba a salir de las angustias en que se debatía, para encaminarse hacia los paisajes de una vida mejor.


O   o   O   o   O   o   O   o   O








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