14 mayo 2025

DIVALDO FRANCO DESENCARNA

Divaldo Franco desencarna a los 98 años

En el día 13 de mayo a las 21:45, ha retornado a la Patria Espiritual,  el médium, orador espiritista y embajador de la paz en el mundo Divaldo Pereira Franco a los 98 años. Divaldo dedicó su vida a la Causa Espírita y al amor al prójimo en Salvador de Bahía (Brasil) y en el mundo.

El velatorio se realizará en el Gimnasio de la Mansión del Camino, desde las 9h hasta las 20h, del día 14 de mayo (miércoles). El sepelio ocurrirá el jueves siguiente, día 15, a las 10h, en el Cementerio Bosque de la Paz.

Nacido el 5 de mayo de 1927, en Feira de Santana, en Bahía, Divaldo fue responsable de más de 20 mil conferencias, realizadas en más de 2.500 ciudades y 71 países alrededor del mundo. Con más de 260 obras publicadas y más de 10 millones de ejemplares vendidos, él dejó un legado literario espiritista que abarca más de 200 autores espirituales en los más diversos temas y géneros textuales. Sus obras, traducidas a 17 idiomas, continúan iluminando el camino de millones de personas con consuelo, esperanza y espiritualidad. Médium misionero y multifacético, Divaldo se convirtió en uno de los mayores médiums y oradores espiritistas de la actualidad.

Fundó, junto a Nilson de Souza Pereira (desencarnado en 2013), el Centro Espírita Camino de la Redención (1947) y la Mansión del Camino (1952), que hoy constituyen un admirable complejo educacional y socioasistencial, con 44 edificaciones, distribuidas en calles, bosques y lago, en el que son atendidas, diariamente, más de 5 mil personas – niños, jóvenes, adultos, ancianos – que buscan ayuda material, educacional y espiritual. Tío Divaldo, como cariñosamente es llamado, fue también un padre y educador incansable, habiendo adoptado más de 650 hijos, que crecieron en las antiguas casas-hogares de la Mansión del Camino. Por todo esto, recibió más de 800 homenajes de instituciones culturales, sociales, religiosas, políticas y gubernamentales, por su total donación a las causas humanitarias.

 Ver más detalles en nuestra página (clic sobre el enlace siguiente)

https://www.centroespiritaanafrancobenidorm.com/p/quien-es-divaldo-pereira-franco.html

03 mayo 2025

LO NECESARIO Y LO SUPERFLUO

¿Qué es para ti necesario y qué es superfluo en tu vida? 




La naturaleza dual del hombre – cuerpo y espíritu – le impone la necesidad de mantener la vida en su doble aspecto. Pero acontece que la mayoría de los habitantes de este Planeta se preocupa solamente por su aspecto material, por eso relega y descuida los intereses espirituales por ignorancia o indiferencia. Entre tanto, el Creador dotó a todos los seres vivos, particularmente el hombre, de los instintos y de la inteligencia apropiados para la conservación de la vida, proporcionándoles los medios para ello. (9)

 

Todo lo que el hombre necesita para el sustento de la vida se encuentra en la Tierra. Es admirable la providencia y la sabiduría divinas que se manifiesta en la Naturaleza para proveer a todas las necesidades del hombre, primitivo o civilizado, en cualquier época. Por un lado, todos los recursos naturales están al alcance de la criatura en la atmósfera, en las aguas y en las entrañas de la Tierra; por otro, se encuentra la necesidad del esfuerzo, del trabajo, la aplicación de la inteligencia, la lucha contra los elementos para poseer el provecho de los medios de manutención. (10)

 

Es importante que el ser humano aprenda a establecer un límite entre lo superfluo y lo necesario evitando, en la medida de lo posible, las exigencias de la sociedad de consumo. Entre tanto sabemos que no es fácil la definición precisa de este límite porque el proceso de civilización creó necesidades que el salvaje desconoce. Todo es relativo, y le compete a la razón regular las cosas.

 

La Civilización desarrolla el sentido moral, y, al mismo tiempo, el sentimiento de caridad que conduce a los hombres a prestarse mutuo apoyo. Los que viven a expensas de las privaciones de los otros, explotan en su provecho los beneficios de la Civilización. De ésta sólo poseen el barniz, así como hay personas que no tienen de la religión más que una máscara. (3)

 

Comprendemos que es natural desear el bienestar. Dios sólo rechaza el abuso, porque es contrario a la conservación. No condena la búsqueda del bienestar si éste no fue adquirido a expensas de otros y no debilitó vuestras fuerzas físicas ni vuestras energías morales. (4)

 

En ese sentido es siempre muy valioso dejar de lado lo superfluo porque eso  desliga al hombre de la materia y eleva su alma. Es meritorio resistir a la tentación que arrastra al exceso o al gozo de las cosas inútiles; es bueno que el hombre se prive de una parte de lo que le es necesario para darlo a quien carece de lo suficiente. (5)

 

Según el Espíritu Bezerra de Menezes, el mundo está repleto de oro. Oro en el suelo. Oro en el mar. Oro en los cofres. Pero el oro no resuelve los problemas de la miseria. El mundo está repleto de espacio. Espacio en los continentes. Espacio en las ciudades. Espacio en los campos. Pero el espacio no resuelve el problema de la codicia. El mundo está repleto de cultura. Cultura en la enseñanza. Cultura en la técnica. Cultura en la opinión. Pero la cultura de la inteligencia no resuelve el problema del egoísmo. El mundo está repleto de teorías. Teorías en las ciencias. Teorías en las escuelas filosóficas. Teorías en las religiones. Pero las teorías no resuelven el problema de la desesperación. El mundo está repleto de organizaciones. Organizaciones administrativas. Organizaciones económicas. Organizaciones sociales. Pero las organizaciones no resuelven el problema del crimen. (11)

 

¿Cuál sería entonces la solución para esos problemas? Bezerra nos da, evidentemente, la respuesta correcta: Para extinguir la llaga de la ignorancia que incentiva la miseria; para disipar la sombra de la codicia que genera alucinación; para exterminar el monstruo del egoísmo que fomenta la guerra; para anular la larva de la desesperación que impulsa la locura; para remover el lodazal del crimen que produce la desdicha, el único remedio eficiente es el Evangelio de Jesús en el corazón humano. (12)

 



Dentro de ese contexto de lo que es superfluo y lo que es necesario para nuestra existencia, nos hacemos eco de las siguientes reflexiones de un Espíritu Protector, quien  en un mensaje dictado en el año 1861, decía:

Cuando reflexiono sobre la brevedad de la vida, me impresiona dolorosamente la incesante preocupación de que es objeto para vosotros el bienestar material, mientras que atribuís tan escasa importancia y no consagráis sino un poco o ningún tiempo a vuestro perfeccionamiento moral, que debe interesaros para la eternidad. Ante la actividad que desplegáis, parecería que se tratara de una cuestión del más alto interés para la Humanidad, cuando, en la mayoría de los casos no es más que poneros en condiciones de satisfacer necesidades desmedidas, la vanidad, o entregaros a excesos.

 

¡Cuántas penas, disgustos y tormentos se impone a sí mismo cada uno; cuántas noches de insomnio para acrecentar una fortuna que con frecuencia ya es más que suficiente! Para colmo de vuestra ceguera, es común ver a personas que por el apetito desmedido de obtener fortuna y los gozos que ésta les proporciona, se esclavizan a un trabajo penoso y se vanaglorian de una existencia a la que consideran de sacrificio y de mérito, como si trabajaran en beneficio de otros y no para ellos mismos.  

 

¿Creéis realmente, que se os tendrán en cuenta los desvelos y esfuerzos realizados cuyos móviles son el egoísmo, la codicia y el orgullo, mientras que descuidáis vuestro futuro y los deberes que impone la solidaridad fraterna a todos aquellos que gozan de las ventajas de la vida social?

 

Sólo habéis pensado en vuestro cuerpo; su bienestar, sus placeres fueron los únicos objetivos de vuestra preocupación egoísta. Y por él – que perece - despreciasteis vuestro Espíritu, que vivirá siempre. Es por eso que ese amo tan delicadamente atendido y mimado se ha transformado en vuestro tirano, domina a vuestro Espíritu que se ha convertido en su esclavo. ¿Será esa la finalidad de la existencia que Dios os otorgó? (1)

 

Si aprendemos a establecer un límite entre lo necesario y lo superfluo, no debemos temer el futuro ni pensar que pasaremos privaciones. Los Espíritus Superiores nos afirman que “La Tierra producirá lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes, cuando los hombres sepan administrar los bienes que ella les brinda, según las leyes de justicia, de caridad y de amor al prójimo. Cuando reine la fraternidad entre los diversos pueblos como entre las provincias de un mismo país, lo momentáneamente superfluo de uno suplirá la insuficiencia temporaria del otro, y cada uno tendrá lo necesario. De esa manera, el rico se considerará como un hombre que posee grandes cantidades de semillas. Si las distribuye, éstas producirán cien veces más para él y para los otros. Pero si él las come solo, si las desperdicia y deja que se pierda el excedente de lo que haya comido, las semillas nada producirán, y no habrá lo suficiente para todos. Si las almacena en su granero, los parásitos las devorarán.

 

Por eso es que Jesús dijo: No acumuléis tesoros en la Tierra”, porque son perecederos; “acumuladlos en el cielo”, donde son eternos. En otras palabras: no les deis a los bienes materiales más importancia que a los espirituales, y sabed sacrificar a los primeros en provecho de los segundos. (2)

 

Teniendo en cuenta la importancia de nuestra felicidad espiritual, algo debemos hacer para educar nuestros impulsos consumistas y dominar el deseo de la posesión y de la acumulación de bienes. Es necesario confiar más en la Providencia Divina, y aceptar la segura orientación de Jesús: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

 

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber? ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os inquietéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal. (6)

 

Analizando esas orientaciones de Jesús, entendemos que uno de los grandes problemas del ser humano respecto de la preocupación por acumular bienes, es la inseguridad. El origen de la inseguridad está en el hecho de que sobredimensionamos nuestras necesidades esenciales. Pensamos demasiado en nosotros mismos y vivimos tan angustiados, tan tensos, tan preocupados por los pequeños problemas que bullen en nuestra mente porque les concedemos excesiva atención, que no tenemos tiempo para detenernos y pensar en Dios, que alimenta a la humilde ave hasta la saciedad y que viste de belleza incomparable la hierba del campo. Él es nuestro amparo fundamental, nuestra más legítima bendición, nuestro futuro más promisorio, nuestra verdadera felicidad.

 

Podrán argumentar: si lo esperamos todo del Creador, estaremos condenados a la indolencia, causa que genera problemas más serios que la misma inseguridad. Pero esto es un error. Lo que Jesús pretende es que no conservemos temores en nuestro corazón y que veamos en Dios nuestra providencia, nuestro apoyo para vivir en paz. Al recomendar que busquemos por sobre todas las cosas el Reino de Dios, donde todas nuestras aspiraciones se realizarán, estaba muy lejos de invitarnos a la inercia.

 

 Al ser el Reino un estado de conciencia, una especie de limpieza y de poner en orden la casa mental, es evidente que no se trata de una tarea para indolentes, porque exige una férrea disciplina interior, un ingente trabajo de renovación propia, una lucha exhaustiva contra nuestras tendencias inferiores. (7)

 


Para vivir el mensaje evangélico es preciso aprovechar la bendición del tiempo y valorar las oportunidades que se presentan . A cada día, explica el Maestro, le basta sus males. Quien se preocupa mucho por el futuro, compromete el presente. Hoy es nuestra legítima oportunidad de aprender y trabajar, servir y edificar. (8)

 




Presentamos a continuación algunos preceptos que fueron sugeridos por el Espíritu André Luiz. Son preceptos que nos pueden servir de guía para ayudarnos a educar nuestra ansiedad de consumir y acumular bienes, con el fin de poder acometer con más seguridad nuestro crecimiento espiritual:


  • No conviertas tu hogar en un museo. 
  • El utensilio inútil en casa, puede ser de utilidad en casa ajena. 
  • El desapego comienza por las cosas pequeñitas, y el objeto conservado sin ser utilizado en la morada pone de manifiesto los sentimientos del morador. 
  • La verdadera muerte comienza en la inmovilidad. 
  • Quien hace circular los préstamos de Dios, renueva su propio camino. 
  • Transforma los enseres inútiles en fuerzas vivas del bien. 
  • Saca de la despensa los alimentos olvidados y distribúyelos fraternalmente entre los compañeros cuyos estómagos están atormentados. 
  • Revisa el guardarropas, libera las perchas de las prendas que no usas, y llévalas a los transeúntes desnudos de la calle. 
  • Deposita los pares de zapatos que te sobran en los pies descalzos que transitan a tu alrededor. 
  • Elimina el excedente del mobiliario y aumenta la alegría de las viviendas carentes. Observa lo que guardas en cajones y placares, y bríndale aplicación a los objetos que ya no utilizas en tu uso personal. 
  • Transforma en patrimonio ajeno los libros cubiertos de polvo que no consultas y entrégalos al lector que carece de recursos para adquirirlos. 
  • Examina tu dinero, y da un poco más de lo que donas en los simples compromisos de la fraternidad, mostrando así gratitud por lo recibido por añadidura de la Divina Misericordia. 
  • Es preciso prevenir hoy contra el remordimiento de mañana. El exceso en nuestra vida crea la necesidad de nuestro semejante. (13)

 




Allan Kardec inquirió a los Espíritus superiores sobre lo necesario y lo superfluo en El Libro de los Espíritus en los siguientes parágrafos:


704. Puesto que Dios ha dado al hombre la necesidad de vivir, ¿le ha proporcionado siempre los medios para ello? 

“Sí, y si no los encuentra es porque no los comprende. Dios no ha podido dar al hombre la necesidad de vivir sin proporcionarle los medios para ello, por eso Él hace que la tierra produzca lo que sus habitantes necesitan; pues sólo lo necesario es útil; lo superfluo nunca lo es.”

 

705. ¿Por qué la tierra no siempre produce lo suficiente para proporcionar al hombre lo necesario? 

“¡Porque el hombre es ingrato y la descuida! No obstante, ella es una excelente madre. El hombre también suele acusar a la naturaleza de lo que constituye el efecto de su propia impericia o de su imprevisión. La tierra produciría siempre lo necesario si el hombre supiera contentarse con ello. Si la tierra no lo abastece, es porque el hombre emplea en lo superfluo lo que podría destinar a lo necesario. Mira al árabe en el desierto: siempre encuentra de qué vivir, porque no se crea necesidades ficticias. En cambio, cuando la mitad de los productos se desperdicia en satisfacer fantasías, ¿debe el hombre asombrarse de no encontrar nada al día siguiente, y tiene razón de quejarse si está desprovisto cuando llegan los tiempos de escasez? En verdad os digo, no es la naturaleza la imprevisora, sino el hombre, que no sabe administrarse.”

 

706. Por bienes de la tierra, ¿sólo debemos entender los productos del suelo? 

“El suelo es la fuente principal de donde derivan los otros recursos, porque en definitiva esos recursos no son más que una transformación de los productos del suelo. Por eso hay que entender por bienes de la tierra todo lo que el hombre puede disfrutar en este mundo.”

 

707. Algunos individuos suelen carecer de medios de subsistencia, incluso entre la abundancia que los rodea. ¿A quién deben culpar por eso? 

“Al egoísmo de los hombres, que no siempre hacen lo que deben. Con todo, la mayoría de las veces esos individuos deben culparse a sí mismos. Buscad y encontraréis.96 Estas palabras no quieren decir que basta mirar al suelo para encontrar lo que se desea, sino que es preciso buscarlo con ardor y perseverancia, y no con desidia, sin dejarse desalentar por los obstáculos que muy a menudo no son más que medios de poner a prueba vuestra constancia, paciencia y firmeza.” 

 

Si bien la civilización multiplica las necesidades, también multiplica las fuentes de trabajo y los medios de subsistencia. No obstante, es preciso convenir en que en ese aspecto le queda todavía mucho por hacer. Cuando la civilización haya cumplido su obra, nadie podrá decir que carece de lo necesario, salvo que sea por su propia culpa. La desgracia de muchos se debe a que se internan en un camino que no es el que la naturaleza les ha trazado, en cuyo caso les hace falta la inteligencia para triunfar. Hay lugar para todos bajo el sol, pero con la condición de que cada uno ocupe el suyo y no el de los demás. 


La naturaleza no puede ser responsable de los vicios de la organización social ni de las consecuencias de la ambición y del amor propio. Con todo, habría que ser ciego para no reconocer el progreso que se ha realizado en ese aspecto en los pueblos más adelantados. Gracias al loable esfuerzo conjunto que la filantropía y la ciencia no cesan de llevar a cabo para mejorar la condición material de los hombres, y a pesar del crecimiento incesante de las poblaciones, la insuficiencia de la producción ha disminuido –al menos en gran medida– y ni siquiera los años más calamitosos del presente se pueden comparar con los de poco tiempo atrás. 


La higiene pública, ese elemento tan esencial para la fuerza y la salud, que nuestros padres no conocían, es objeto de una atención especializada. El infortunio y el sufrimiento encuentran lugares donde refugiarse. En todas partes la ciencia es aplicada para contribuir al aumento del bienestar. ¿Significa eso que hemos alcanzado la perfección? ¡No, por cierto! Sin embargo, lo que se ha hecho nos da la medida de lo que puede hacerse con perseverancia, si el hombre es suficientemente sabio para buscar su felicidad en las cosas positivas y serias, y no en utopías que lo retrasan en vez de hacerlo adelantar.

 



708. ¿No hay situaciones en que los medios de subsistencia no dependen en modo alguno de la voluntad del hombre, y en que la privación de lo más indispensable es una consecuencia de la fuerza de las circunstancias?

 “Se trata de una prueba, a menudo cruel, que el hombre debe sufrir, y a la que sabía que estaría expuesto. Su mérito radica en la sumisión a la voluntad de Dios, en caso de que su inteligencia no le proporcione ningún medio para salir de la dificultad. Si la muerte lo alcanza, debe someterse a ella sin quejarse, y pensar que la hora de la verdadera liberación ha llegado y que la desesperación de los últimos instantes puede hacerle perder el fruto de su resignación.”

 

709. Los que en determinadas situaciones críticas se han visto obligados a sacrificar a sus semejantes para alimentarse con sus despojos, ¿han cometido un crimen? De ser así, dicho crimen, ¿se ve atenuado por la necesidad de vivir, que resulta del instinto de conservación? 

“Ya he respondido al decir que hay más mérito en sufrir todas las pruebas de la vida con valor y abnegación. En el caso citado, existe asesinato y crimen de lesa naturaleza: falta que debe ser doblemente castigada.”

 

710. En los mundos donde el organismo es más depurado, ¿tienen los seres vivos necesidad de alimentarse? 

“Sí, pero sus alimentos son adecuados a su naturaleza. Esos alimentos no serían suficientemente sustanciosos para vuestros estómagos groseros. De igual modo, ellos no podrían digerir los vuestros.”

 

                                                                                         





REFERENCIAS

1. KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Capítulo XVI. Ítem 12.

2. __________. Cap. XXV. Ítem 8.

3. __________. El Libro de los Espíritus. Pregunta 717.

4. __________. Pregunta 719.

5. __________. Pregunta 720a.

6. BIBLIA. Biblia de Jerusalén. Equipo e traductores de la edición española de 1999. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao. (Mateo, 6: 25 y 34) págs. 2185- 2186.

7. SIMONETTI, Richard. A Voz do Monte. Ítem: A distância do Reino.

8. __________. Ibídem.

9. SOUZA, Juvanir Borges de. Tempo de Transição. Cap. 5: Necessário e supérfluo.

10. __________. Ibídem.

11. XAVIER, Francisco Cândido & VIEIRA, Waldo. El Espíritu de Verdad. Por Diversos Espíritus. Cap. 1: Problemas del mundo. Mensaje del Espíritu Bezerra de Menezes.

12. __________. Ibídem.

13. __________. Cap. 2: Tú y el exceso. Mensaje del Espíritu André Luiz


24 abril 2025

VISITA DEL PAPA A BRASIL

 Divaldo Franco: o médium, o Papa e o Santo - LêAqui


La Visita del Papa Francisco a Brasil

Divaldo Franco habla sobre la visita del Papa Francisco a Brasil, refiriéndose a él como una de las figuras más importantes del siglo XXI y un verdadero apóstol, discípulo amado de San Francisco de Asís. 

Explica la elección del nombre "Francisco" por parte del Papa, mencionando la sugerencia de un cardenal de que recordara a San Francisco, y la decisión del Papa de adoptar simplemente "Francisco", sin numeración, por primera vez en la historia. Divaldo contrasta esta elección con la asociación histórica de los jesuitas con la Inquisición, destacando que el nombre es un homenaje a la humildad de San Francisco de Asís.

La Humildad de San Francisco Javier

Divaldo Franco describe a San Francisco Javier como un ejemplo de humildad, destacando su dedicación a la evangelización en Filipinas, India y Japón. 

Menciona su muerte durante un viaje para evangelizar China, al cruzar el Río Amarillo. Contrasta la humildad de San Francisco con la opulencia del Vaticano, señalando que el Papa, quien administra el destino de mil millones de católicos, rechazó una cruz y un anillo de oro, optando por uno de plata bañado en oro, rompiendo tradiciones vaticanas y mostrando su desprendimiento.

La Iglesia como Madre: Un Mensaje de Aceptación

Divaldo Franco relata una conversación en la que le preguntaron sobre la postura de la iglesia hacia personas consideradas explotadoras, deshonestas, políticos corruptos, homosexuales, madres solteras y quienes se han casado varias veces. Respondió que la iglesia es como una madre, acogedora y abierta a todos, independientemente de sus elecciones. Aunque se opone al aborto, su objetivo principal es ofrecer afecto y apoyo a quienes la buscan.

Juicio y Condena por la Iglesia

Divaldo Franco critica la condena de la iglesia hacia madres solteras que piden bautizar a sus hijos, considerándolo similar a pedir un aborto. También menciona la condena de homosexuales y lesbianas. Franco afirma no juzgar ni condenar a nadie, contrastando su postura con la de la institución religiosa.

La Simplicidad de San Francisco

Divaldo Franco destaca la humildad del Papa Francisco, quien rechazó residir en la Cámara Papal tras dejar Buenos Aires, prefiriendo un hotel sencillo. También renunció a ropa y calzado lujosos, usando los mismos que llevaba en el metro de Buenos Aires. Contrasta esto con otros que vestían ropa de diseñador valorada en miles de dólares.

La Visita a Brasil y las Protestas

Divaldo Franco describe la visita del Papa a Brasil en un junio turbulento, con protestas masivas (100 mil personas) contra la deshonestidad del gobierno. A pesar de poseer vestiduras con joyas, el Papa viajó con una simple túnica blanca, enfatizando humildad en medio de la tensión política.

Anécdota sobre el Papa y la Multitud

Franco narra cómo el Papa se perdió entre una multitud durante una visita. La seguridad se alarmó, pero él, tranquilo, saludó desde una ventana, encantando a la gente. Al preguntarle si temía a la multitud, respondió: "Un pastor no teme a sus ovejas", citando la parábola del pastor que deja 99 ovejas por salvar una.

Acción del Papa Francisco

El Papa ordenó quitar los vidrios blindados del "Papa Móvil" para estar más cerca de la gente. Durante sus viajes, salía a abrazar a personas, incluso con parálisis cerebral, como en Brasil. También visitó una favela y sorprendió al entrar a una iglesia evangélica.

La Visita del Papa y la Fraternidad

El Papa, considerado el hombre más poderoso y rico del mundo, entró a una iglesia evangélica y pidió rezar un Padre Nuestro con el pastor. Tras la oración, la multitud lo siguió, reconociéndolo como el verdadero pastor.

El Discurso y la Riqueza de la Iglesia

Divaldo Franco contrasta la humildad espiritual con la riqueza material de la Iglesia, mencionando que posee un millón de inmuebles en Italia y que el Museo Vaticano supera al Louvre o al British Museum.

La Cura del Paralítico

Relata cómo Pedro y Juan curaron a un paralítico en nombre de Jesús, a pesar de no tener riquezas materiales.

La Importancia del Amor y la Transición Planetaria

Franco enfatiza que el amor de Jesús se manifiesta en gestos como un abrazo o una palabra consoladora. Predice que la violencia y el crimen desaparecerán, convirtiéndose en objetos de museo cuando el amor reine en la Tierra.

Mensaje de Esperanza y Paz

Expresa su fe en la regeneración del planeta y desea paz y esperanza a todos, confiando en la guía divina.

Reflexiones sobre el Error y la Nueva Era

Afirma que errar es humano, pero persistir en el error es inaceptable. La nueva era propone corrección y superación personal.

La Visión de Divaldo Franco sobre el Papa Francisco

Divaldo ve al Papa como un enviado de Dios, cuya bondad trasciende religiones. Lo considera uno de los mayores misioneros actuales.

Reacción a la Declaración de un Líder Político

Un líder político declaró que lo importante es ayudar a los necesitados, no la religión. Franco lo elogia, comparándolo con Pedro y Juan, quienes no tenían oro pero sí amor.

Milagros y Humildad de Pedro y del Papa

Relata cómo Pedro curaba y destaca que el Papa, pese a su autoridad, pide oraciones, mostrando humildad.

La Fuerza de la Oración y la Ciencia

Franco menciona estudios científicos que demuestran que la oración y el bien elevan la vibración celular, mientras que el odio la daña.

Los Efectos de la Música en la Salud

La música, como la 5ª Sinfonía de Beethoven, puede armonizar células, mientras que canciones violentas generan toxicidad emocional.

Encuentro de Divaldo Franco y el Papa Francisco

El Papa sostuvo la mano de Franco por largo tiempo, ignorando a embajadores en espera. Se destaca la obra social de Franco en Salvador de Bahía, atendiendo a miles de niños.

Legado y Visión Espírita de Divaldo Franco

Franco tuvo una visión del Papa junto a San Francisco, Clara y Juana de Arco, quien reveló que el Papa fue uno de los primeros 200 espíritus de la antigüedad en reencarnar.

Simbolismo del Encuentro

El encuentro simboliza respeto mutuo y unidad espiritual.

La Convergencia de la Fe y la Caridad

La unión entre el Papa y Divaldo Franco muestra que la verdadera grandeza está en servir con amor, trascendiendo dogmas.

Traducción del video subido por Practicando el Bem: "Divaldo Revela laVerdadeira Grandeza do Papa Francisco" 

29 marzo 2025

PRINCIPIOS ESPÍRITAS I



 Como ciencia, el Espiritismo se dirige a la razón; ¿pero cómo se dirige al corazón humano?

1 ° Como consolador en la prueba; 2 ° Haciéndole amar la vida, la naturaleza, el universo, como una obra solidaria y armoniosa, totalmente impregnada de amor, poesía, belleza.

 

 ¿Cómo consuela el Espiritismo al hombre en sus pruebas?

– Dándole a entender que el sufrimiento es una educación necesaria para su destino; que engrandece el alma, forma el juicio, templa el carácter, refina las sensaciones, e inspira el sentimiento noble de piedad, por el cual nos parecemos más a Dios.


Estos son los consuelos que todavía se dirigen a la razón; pero las verdaderas penas del corazón, tales como la pérdida de aquellos a los que queremos, de una madre, de un niño, de un amigo, etc., ¿no son absolutamente penas inconsolables?

− No hay penas inconsolables. Precisamente son las que el Espiritismo consuela mejor, ya que, gracias a su enseñanza y gracias a sus prácticas, sentimos alrededor nuestro la presencia de nuestros difuntos queridos. Su fluido nos envuelve; nos hablan, a veces se dejan ver y hasta fotografiar. La fe religiosa da solamente la esperanza: el Espiritismo da la certeza y hace tocar la realidad.


¿El Espiritismo niega pues a la muerte? 

− No, pero la libra de espantos y temores de los perjuicios que la rodean. El Espiritismo nos hace amar la vida y nos enseña a no temer a la muerte.


¿Cómo hace amar la vida el Espiritismo?

− Presentándola como una de las etapas necesarias de nuestro destino. Además, nos da a entender cómo la existencia humana, a pesar de su duración y sus apariencias efímeras, se relaciona con plano general de evolución, de amor y de belleza que constituye el universo.

(...) La suprema dicha consiste en el goce de todos los esplendores de la Creación, que ninguna lengua humana podría expresar y que ni la imaginación más desarrollada podría concebir. 


Consiste en el conocimiento y la penetración de todas las cosas, en la carencia de todas las penas físicas y morales, en una satisfacción íntima, en una serenidad de alma que nada turba, en el amor puro que une todos los seres, resultado de ningún roce ni contacto con los malos, y, sobre todo, en la visión de Dios y en la contemplación de sus misterios revelados a los más dignos. 


Consiste también en las funciones, cuyo encargo es una dicha. Los espíritus puros son los mesías mensajeros de Dios para la transmisión y la ejecución de sus voluntades. Llevan a cabo las grandes misiones, presidiendo a la formación de los mundos y a la armonía general del Universo, cometido glorioso al cual se llega con la perfección. Los espíritus de rango más elevado son los únicos iniciados en los secretos de Dios, inspirándose en su pensamiento, puesto que son sus representantes directos(...) 

(Cielo e Infierno. Allan Kardec).


 ¿Cómo se relaciona la vida humana con el plano general del universo?



− Como la parte se relaciona con el todo; así como el detalle se reduce del conjunto. El universo es el océano eterno de la vida; la existencia humana procede de allí en su principio y regresa allí a su fin.


 ¿No es justamente lo que se conoce por panteísmo?

− En forma alguna, porque el ser humano, es decir el espíritu encarnado o desencarnado, conserva su personalidad y su identidad en la vida universal, como ciertas corrientes que circulan en el océano sin mezclar sus aguas con él.


 ¿Si la vida humana no existiera, faltaría entonces alguna cosa en el universo?

− Ciertamente, porque el hombre resume en si mismo todas las vidas de los diversos reinos de la naturaleza: del mineral, del vegetal, del animal, y los completa por la conciencia y la libertad. La vida humana es el fenómeno consciente de la naturaleza.


¿La naturaleza es, pues, eterna?

La naturaleza es el efecto; solo la causa es eterna: es Dios.


 Entonces, ¿Dios es el autor de la naturaleza?

− Sí; por todas partes encontramos su fuerza, su inteligencia, su amor y el reflejo de su belleza.


¿La naturaleza es entonces el reflejo de Dios?

− Sí; la naturaleza es una transparencia bajo la cual se descubre a Dios; cada uno de los fenómenos de la naturaleza es el símbolo de un pensamiento divino.


 ¿Cómo es que tan pocos hombres ven la naturaleza de esa manera?

− Porque el mayor número de hombres mira estas cosas con un ojo cansado por la costumbre o falseado por la pasión. El hombre que guardó la juventud del corazón y la pureza de la mirada ve la naturaleza y la vida en la verdadera luz. Es en este sentido que Jesús dijo: «felices los corazones puros, porque verán a Dios» y también: «si su mirada es simple, todo su cuerpo será iluminado.»



¿Pero esta forma de comprender la naturaleza no es exclusivamente mística puesto que la ciencia moderna ve allí sólo un fenómeno puramente material?

− Precisamente es el error de la ciencia contemporánea ver en la naturaleza sólo el fenómeno material; y es también su castigo no poder, a causa de ello, abarcar la ley de la naturaleza ni la vida profunda de los seres que encierra. El espírita, como su nombre indica, busca siempre en todas partes "el espíritu " de las cosas; y es el espíritu que le responde y le instruye.


¿Así, el espírita está en comunión más íntima con la naturaleza?

− Ciertamente; esa es la comunión verdadera y universal. En medio de la naturaleza, el espírita nunca está solo. El mundo de los espíritus le rodea, una protección invisible le envuelve; por todas partes descubre un misterio y oye voces. Siente que un amor inmenso queda en el fondo de toda vida; que cada ser repite un canto del gran poema y aporta su nota particular al concierto universal.



Dijo antes que el Espiritismo tenía también una estética especial, ¿se entiende como una concepción de la Belleza?

− Es la única estética, la única que es adecuada a la razón universal: la estética espiritualista.


 ¿Qué es la estética?

− Es la ciencia de las leyes de la belleza.


¿Qué es la belleza?

− Es aquello que gusta al espíritu y encanta los ojos.


¿Por qué lo que es bello es aquello que gusta al espíritu y a los ojos?

− Porque lo bello está conforme con la naturaleza, como la naturaleza, a su vuelta, está conforme con la idea divina, que es el modelo eterno.

¿La naturaleza es pues la expresión de la belleza?

− Sí, la naturaleza es el primer hecho estético que se impone a nuestro pensamiento y a nuestras miradas. Es la regla impecable, el modelo de donde las artes sacarán siempre la medida de su inspiración.


¿Cómo expresa el hombre la belleza de la naturaleza?

− Por las artes.

 ¿Qué son las artes?

− Las artes son la expresión material de los tres elementos que constituyen la belleza, es decir la idea, la forma y la vida.


 ¿Dónde saca el artista la idea o mejor el ideal de sus obras?

 − En la contemplación interior de una belleza increada, divisada como un espejismo de la belleza eterna, que es Dios visto en sus obras. Es esta visión interna que llamamos concepción del genio e inspiración.


¿El artista no debe simplemente imitar entonces a la naturaleza?

− Si, pero no debe ser el copista servil, como lo pretende la escuela denominada realista. Debe tomarle solamente las formas sensibles, los signos materiales necesarios para dar cuerpo al ideal que está en él. Cuanto más un artista se acerca al ideal, más expresa la realidad; lo mismo que cuanto más nos acercamos a un alma, mejor poseemos y conocemos al hombre entero.




¿Cuál diferencia hay entre las Artes, las Ciencias y la Industria?

− Son esas, tres formas de la actividad humana que tienen cada una su objeto particular, pero que se solidarizan por la unidad del plazo que deben alcanzar. La industria tiene como objeto la utilidad bajo todas sus formas: oficios, invenciones, descubrimientos, etc.; la ciencia tiene como objeto las leyes que rigen la esencia de las cosas y de los seres, es decir la verdad; las artes tienen como objeto la belleza, que es el esplendor de la verdad, es decir el brillo del Ser en el universo.


¿La Verdad y la Belleza no deben unirse para constituir el Bien?

− Evidentemente, la verdad, la belleza y el bien son una sola y única cosa; son tres facetas de un solo y único diamante: la verdad, que es la ciencia, la belleza, que es el arte, deben resumirse en el bien, que es el amor. «Toda ciencia, dijo un pensador, que no nos lleva al amor es una ciencia estéril que se traiciona a si misma.»


(...)En efecto, el Espiritismo nos demuestra el porvenir bajo un nuevo aspecto más a nuestro alcance. Según él, la dicha está más cerca de nosotros, está a nuestro lado, en los Espíritus que nos rodean y que nunca han cesado de relacionarse con nosotros. 


La moral de los elegidos y de los condenados no está aislada; existe incesante solidaridad entre el cielo y la tierra, entre todos los mundos de todos los universos; la dicha consiste en el mutuo amor de todas las criaturas llegadas a la perfección y en la constante actividad cuyo objeto es el de instruir y conducir hacia aquella misma perfección a los que están atrasados. 


El infierno está en el corazón del mismo culpable que haya castigo en sus propios remordimientos, pero no es eterno, y el perverso, entrando en el camino del arrepentimiento, encuentra la esperanza, sublime consuelo de los desgraciados.


 ¡Qué inagotables manantiales de inspiración para el arte! ¡Que obras maestras de todo género no podrán originar las nuevas ideas, reproduciendo las escenas tan múltiples de la vida espiritista! En vez de representar despojos fríos e inanimados, se ve a la madre teniendo a su lado a la hija querida en su forma radiante y etérea; la víctima perdonando a su verdugo; el criminal huyendo en vano del espectáculo sin cesar renaciente de sus culpables acciones; el aislamiento del egoísta y del orgulloso en medio de la multitud: la turbación del Espíritu que nace a la vida espiritual, etc., etc. 


Y si el artista quiere levantarse por encima de la esfera terrestre hasta los mundos superiores, verdaderos edenes en que los Espíritus adelantados gozan de la felicidad adquirida, o reproducir algunas escenas de los mundos inferiores, verdaderos infiernos en que reinan como soberanas las pasiones, ¡que conmovedoras escenas, que cuadros palpitantes de interés no reproducirá! 


Si, el Espiritismo abre al arte un campo nuevo, inmenso e inexplorado aún, y cuando el artista reproduzca con convicción el mundo espiritista, tomar en semejante origen las más sublimes inspiraciones, y su nombre vivirá en los futuros siglos, porque a las preocupaciones materiales y efímeras de la vida presente, sustituirá el estudio de la vida futura y eterna del alma (...) (Obras Póstumas. Kardec.)



Entonces, ¿todo debe resumirse en el amor?

− Sí, el amor es el principio y el fin de las cosas; todo procede de él; todo debe regresar a él. Es la ley de progreso para los pueblos; es la condición del adelanto para el individuo. Toda la ley del destino se encuentra en esta palabra.


¿Cómo es el amor ley del progreso para los pueblos?

− Lo mismo que Dios hizo los granos de arena para vivir unidos en la misma orilla, los granos de trigo para abrazarse sobre la misma espiga y los granos de uva sobre el mismo racimo, así hizo a los hombres para vivir unidos en la familia, luego en la ciudad, en el país, y finalmente en la humanidad. Es la condición esencial de la civilización.


(...) La ley grabada en la conciencia se enseña a todos. Dios ha hecho de la dicha el precio del trabajo y no del favor, a fin de que indudablemente tuviesen los hombres el mérito de ella. Cada uno es libre de trabajar o de no hacer nada para su adelanto. El que trabaja mucho y pronto, antes es recompensado, mientras que el que se extravía en la ruta o pierde su tiempo, retarda su llegada, y no puede culpar a nadie sino a sí mismo. El bien y el mal son voluntarios y facultativos. Siendo libre el hombre, no es impulsado fatalmente ni hacia el uno ni hacia el otro. (Cielo e Infierno. Allan Kardec).


¿Entra pues en el plano del amor, es decir en plano de Dios, que todos los hombres sean hermanos y que todos los pueblos se unan un día en la fraternidad universal?

− Sí, es la ley del amor devolver todo a la unidad, es decir a la imagen y semejanza de Dios, que es uno.


¿Esta noción del amor humanitario no destruye la noción del patriotismo?

− De ninguna manera, pero la explica y la modifica según la misma ley de la naturaleza y de los progresos de la historia.

¿Cómo hace eso?

− La ley de la naturaleza y la de la historia piden que el círculo del amor progresivamente se extienda en el curso de los siglos. La humanidad, en cada una de sus etapas, el hombre, en cada una de sus existencias, se afinan y se dilatan más. Es para amar cada vez más que los hombres y los pueblos están sometidos a la ley ineluctable de las reencarnaciones aquí abajo y en otros mundos del espacio. La vida individual y la vida colectiva evolucionan por ciclos: el primero, es la familia; el segundo, la ciudad; la tercera, la patria; la cuarta, la humanidad; el último, el universo.


(...)El principio siempre es el mismo: para los Espíritus elevados la patria es el universo. 


En la Tierra, es el lugar donde se encuentra la mayor cantidad de personas con las que simpatizan.” La situación de los Espíritus y su modo de ver las cosas varían hasta lo infinito en virtud de su grado de desarrollo moral e intelectual. 


Por lo general, los Espíritus de un orden elevado sólo permanecen en la Tierra por poco tiempo. Todo lo que se hace en este mundo es tan mezquino en comparación con las grandezas de lo infinito; las cosas a las cuales los hombres otorgan más importancia son tan pueriles para los Espíritus, que estos encuentran aquí pocas razones para sentirse atraídos, a menos que se los haya convocado para cooperar en el progreso de la humanidad. 


Los Espíritus de un orden intermedio vienen a la Tierra con mayor frecuencia, aunque consideran las cosas desde un punto de vista más elevado que cuando estaban vivos. 


Los Espíritus vulgares, en cierto modo, están asentados aquí, y constituyen el conjunto de la población circundante del mundo invisible. Han conservado con escasas variantes las mismas ideas, los mismos gustos y las mismas inclinaciones que cuando tenían la envoltura corporal. Se entrometen en nuestras reuniones, en nuestros asuntos y entretenimientos, en los que toman parte más o menos activa, según su carácter. Como no pueden satisfacer sus pasiones, gozan junto con los que se entregan a ellas, y los incitan a hacerlo. No obstante, entre esos Espíritus los hay más serios, que ven y observan para instruirse y perfeccionarse (...) 

(Libro de los Espíritus. Kardec. #317).



¿A qué ciclo de la historia humana hemos llegado actualmente?

− Al ciclo de transición entre al amor a la patria y al del género humano.


¿Así, el patriotismo está llamado a desaparecer?

− En su noción exclusiva y celosa, sí; en su noción histórica e íntima, ¡no!


¿Qué entiende usted por esto?

− Hay un patriotismo estrecho y feroz que es el egoísmo de los pueblos, ése debe perecer. El que un hombre viva a este lado de la frontera, y otro más allá, no resulta que deban odiarse, pelearse y matarse. Pero hay un patriotismo que cada hombre lleva en su corazón, que está hecho de emociones íntimas, alegrías y dolores comunes, memorias sagradas; ése jamás perecerá; forma parte integrante de la conciencia humana. 


No obstante, esta noción íntima se dilata y se engrandece con el progreso de la vida, la supresión de las distancias que separan los pueblos, el carácter internacional de las relaciones que las reúnen. Un día, este patriotismo será absorbido por la humanidad entera; la verdadera patria estará por todas partes dónde el hombre puede nacer, amar y morir. La difusión del Espiritismo ayudará a esta transformación.


¿Y después del amor de la humanidad, será el amor universal?

− Sí. El pensamiento y el amor siguen la misma ley. Lo mismo que el progreso del pensamiento humano consiste en abrazar horizontes cada vez más vastos, y que el genio del hombre puede ser adecuado al universo, así el corazón humano también, debe dilatarse, ensancharse indefinidamente por los crecimientos del amor. Es por la ley que el hombre se acerca a Dios. Nos hicimos «a su imagen y a su semejanza» solo por la facultad que poseía nuestro espíritu de abrazar todo el universo en un solo y único arranque de amor.




¿No estamos todavía muy lejos de realizar este ideal de amor y de bondad universales?



− Colectivamente, sí; individualmente, ¡no! Existen actualmente sobre la Tierra almas que han llegado a tal grado de evolución que sus aspiraciones son más vastas y más grandes que el mundo donde viven. Sus sacrificios, por ejemplo, sus actos de amor son la fuerza más grande del género humano. Es con las almas sublimes que Dios prepara las grandes transformaciones morales del futuro.


¿Podemos esperar que un día la humanidad colectiva alcance este ideal de amor y de bondad, que es solamente reparto de algunas almas de élite?

− Sí, sea en este mundo, sea en otros. Es la ley de los mundos que ellos también deben ascender en la luz y en el amor al mismo tiempo que los espíritus encarnados en su superficie


¿Así los mundos habitados también evolucionan en el amor universal?

− Sí. Lo mismo que soles innumerables son llevados, con sus comitivas de planetas, hacia un centro irresistible que los atrae, así las almas y el mundo gravita alrededor del sol eterno, alrededor de la Inteligencia suprema: Dios. Esta ascensión, esta subida del universo hacia las cumbres constituye el progreso ilimitado en la luz, el movimiento, la actividad, la alegría serena. Es la vida eterna en la acepción plena de la palabra, que resume todo el destino de los seres, toda historia de los pueblos, toda evolución universal.


(...) El amor no tiene límites, llena el espacio, dando y recibiendo a sus divinos consuelos. “El mar se extiende en perspectiva infinita. Su último límite parece confundirse con el cielo, y el espíritu se deslumbra con el magnífico espectáculo de estas dos grandezas. Así es que el amor, más profundo que las olas, más infinito que el espacio, debe reuniros a todos, hombres y espíritus, en la misma comunión de caridad, y obrar la admirable fusión de lo que es finito y de lo que es eterno.”(...) 

(Cielo e infierno. Allan Kardec).


(...) El Espíritu que tiene el sentimiento de la armonía, es como el Espíritu que ha adquirido un caudal intelectual; ambos gozan de la propiedad inalienable que han amasado. 


El Espíritu inteligente que enseña la ciencia a los que la ignoran, goza la dicha de enseñar, porque sabe la felicidad que procura a los que instruye; lo mismo sucede con el que hace vibrar el éter a los acordes de la armonía que está en él, pues goza de la dicha de ver satisfechos a los que le escuchan. 


La armonía, la ciencia y la virtud son las tres grandes concepciones del Espíritu: la primera le arrebata, la segunda le ilumina y la tercera le eleva. Poseídas en toda su plenitud, se confunden y constituyen la pureza. 


¡Oh! Espíritus puros que tenéis la armonía, la ciencia y la virtud, ¡descended a nuestras tinieblas e iluminad nuestro camino! ¡Mostradnos la guía que habéis tomado con el fin de que sigamos vuestras huellas! (...) 

(Obras Póstumas. Allan Kardec.)



Bibliografía consultada

-        Denis, León. Síntesis doctrinaria y Espiritismo práctico.

-        Kardec, Allan. El libro de los Espíritus.

-        Kardec, Allan. El Cielo y el Infierno

-        Kardec, Allan. Obras Póstumas


15 marzo 2025

LAZOS CORPORALES Y ESPIRITUALES

 


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Los lazos de la sangre no establecen necesariamente los lazos entre los espíritus. ¿Qué quiere decir?


El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del cuerpo, porque éste existía antes de la formación del cuerpo; el padre no es el que crea el espíritu de su hijo, pues no hace más que darle una envoltura corporal; pero tiene el compromiso de procurar su desarrollo intelectual y moral para hacerlo progresar.


¿Tienen alguna afinidad espíritus de una misma familia?

Los espíritus que se encarnan en una misma familia, sobre todo entre próximos parientes, muchas veces son espíritus simpáticos unidos por relaciones anteriores, que se manifiestan por su afecto durante la vida terrestre; pero puede suceder también que estos espíritus sean completamente extraños unos de otros, divididos por antipatías igualmente anteriores, y que igualmente se traducen por su antagonismo en la tierra para servirles de prueba.


Los verdaderos lazos de la familia no son, pues, los de la consanguinidad, sino los de la simpatía y de la comunión de pensamientos que unen a los espíritus "antes, durante y después" de su encarnación.


De donde se deduce que dos seres de padres diferentes, pueden ser más hermanos por el espíritu que si lo fueran por la sangre; pueden atraerse, buscarse, gozar juntos, mientras que dos hermanos con sanguíneos pueden rechazarse, como se ve todos los días; problema moral que sólo el Espiritismo podía resolver por la pluralidad de las existencias.


Hay, pues, dos clases de familia: "las familias por lazos espirituales y las familias por lazos corporales".


Las familias por lazos espirituales son duraderas, se fortifican por la purificación y se perpetúan en el mundo de los espíritus a través de las diversas emigraciones del alma.


Las familias por lazos corporales son frágiles como la materia, se extinguen con el tiempo y muchas veces se disuelven moralmente desde la vida actual.



¿Recordáis qué dijo Jesús cuando le comentaron que su madre y sus hermanos habían llegado no podían acercarse hasta él?

Esto es lo que ha querido hacer comprender Jesús, diciendo a sus discípulos: Esta es mi madre y éstos son mis hermanos, mi familia por los lazos del espíritu, porque cualquiera que haga la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, este es mi hermano, mi hermana y mi madre.


La hostilidad de sus hermanos está claramente expresada en lo que relata Marcos, puesto que dice: “Se propusieron cogerle bajo el pretexto de que estaba enajenado". Al anunciarle su llegada, conociendo sus sentimientos con respecto a El, era natural que dijera, hablando de sus discípulos desde el punto de vista espiritual: "Aquí están mis verdaderos hermanos"; su madre se encontraba con ellos, generaliza la enseñanza, lo que no implica de ninguna manera que pretendiese que su madre según el cuerpo, no le era nada según el espíritu, y que no tuviese por ella sino indiferencia; su conducta, en otras circunstancias, ha probado suficientemente lo contrario.


  • La ingratitud de los hijos y los lazos de familia

La ingratitud es uno de los frutos más inmediatos del egoísmo; subleva siempre los corazones honrados; pero la de los hijos con respecto a sus padres, tiene aún un carácter más odioso; desde este punto de vista nos detendremos más particularmente para analizar las causas y los efectos. En este caso también el Espiritismo viene aclarando uno de los problemas del corazón humano.


Cuando el espíritu deja la tierra, lleva consigo las pasiones o las virtudes inherentes a su naturaleza, y en el espacio, va perfeccionándose o quedándose estacionado hasta que quiere ver la luz. Algunos, pues, han partido llevándose consigo odios poderosos y deseos de venganza no satisfecha; pero a algunos de aquellos más avanzados que los otros, les es permitido entrever un lado de la verdad; reconocen el funesto efecto de sus pasiones, y entonces es cuando toman buenas resoluciones; comprenden que para ir a Dios sólo hay una palabra de pase: "caridad"; pues no hay caridad sin olvido de los ultrajes y las injurias; no hay caridad con odios en el corazón y sin perdón.


Entonces, por un esfuerzo inaudito, miran a los que detestaron en la tierra; pero a su vista se despierta su animosidad; se rebelan a la idea de perdonar aún más que a la de renunciarse a sí mismos, y sobre todo, a la de amar a aquellos que tal vez destruyeron su fortuna su honor y su familia. Sin embargo, el corazón de esos desgraciados está conmovido; titubean y vacilan agitados por estos sentimientos contrarios; si la buena resolución vence, ruegan a Dios e imploran a los buenos espíritus para que les den fuerza en el momento más decisivo de la prueba.


En fin, después de algunos años de meditación y de oraciones, el espíritu aprovecha una carne que se prepara en la familia de aquél que ha detestado, y pide a los espíritus encargados de transmitir las órdenes supremas el ir a cumplir en la tierra los destinos de esa carne que acaba de formarse.


¿Cuál será su conducta en esta familia?

Dependerá de mayor o menor persistencia en sus buenas resoluciones. El contacto incesante de los seres que aborreció, es una prueba terrible bajo la cual sucumbe algunas veces, si su voluntad no es muy fuerte. De este modo, según la buena o la mala resolución que les dominará, será amigo o enemigo de aquellos entre los cuales está llamado a vivir. Así se explican los odios, las repulsiones instintivas que se notan en ciertos niños y que ningún acto anterior parece justificar; nada, en efecto, en esta existencia ha podido provocar esta antipatía; para que uno pueda encontrar la causa, es preciso mirar lo pasado.


Comprended hoy el gran papel de la Humanidad; comprended que cuando producís un cuerpo, el alma que se encarna en él viene del espacio para progresar; sabed vuestros deberes; y poned todo vuestro amor en aproximar esta alma a Dios; esta es la misión que os está confiada, y por la que recibiréis la recompensa si la cumplís fielmente. Vuestros cuidados, la educación que la daréis, ayudarán a su perfeccionamiento y a su bienestar futuro.


Pensad que a cada padre y a cada madre, Dios preguntará: ¿Qué habéis hecho del niño confiado a vuestro cuidado? Si se ha quedado atrasado por vuestra falta, vuestro castigo será el verle entre los espíritus que sufren, dependiendo de vosotros el que hubiese sido feliz. Entonces vosotros mismos, abatidos por los remordimientos, procuraréis reparar vuestra falta, solicitaréis una nueva en carnación para vosotros y para él, en la cual le rodearéis de mejores cuidados, y él, lleno de reconocimiento, os rodeará con su amor. No desechéis, pues al hijo que en la cuna rechaza a su madre, ni al que paga con ingratitudes; no es la casualidad la que os ha hecho así, ni la que os lo ha dado. Una intuición imperfecta del pasado se revela, y de esto podéis juzgar que el uno o el otro ha aborrecido mucho o ha sido muy ofendido: que el uno o el otro ha venido para perdonar o expiar. ¡Madres! abrazad, pues, al hijo que os causa tristeza, y decíos: Uno de nosotros dos es el responsable.


Mereced los goces divinos que Dios concede a la maternidad, enseñando a este niño, que está en la tierra para perfeccionarse, a amar y bendecir. Mas muchos de entre vosotros, en lugar de echar fuera los malos principios innatos de las existencias anteriores por medio de la educación, entretenéis y desarrolláis estos mismos principios por una culpable debilidad o por indolencia; pero más adelante vuestro corazón ulcerado por la ingratitud de vuestros hilos, será para vosotros, desde esta vida, el principio de vuestra expiación.


La tarea no es tan difícil como podríais creerlo, no exige la ciencia del mundo; lo mismo puede cumplirla el sabio que el ignorante, y el Espiritismo viene a facilitarla, haciendo conocer la causa de las imperfecciones del corazón humano.


Desde la cuna, el hijo manifiesta los instintos buenos o malos que trae de su existencia anterior; es preciso aplicarse a estudiarlos; todos los males tienen su principio en el egoísmo y en el orgullo; vigilad pues, las menores señales que revelan el germen de estos vicios, y dedicaos a combatirlos sin esperar que echen raíces profundas; haced como el buen jardinero que arranca los malos vástagos a medida que los ve apuntar en el árbol.


Si dejáis desarrollar el egoísmo y el orgullo, no os admiréis si más tarde os pagan con ingratitudes. Cuando los padres han hecho todo cuanto han podido para el adelantamiento moral de sus hijos, si no pueden conseguir su objeto, no pueden hacerse cargos, y su conciencia puede estar tranquila; pero al pesar muy natural que experimentan por el mal éxito de sus esfuerzos, Dios reserva un grande, un inmenso consuelo, por la "certeza" de que sólo es un atraso, y que les será permitido acabar en otra existencia la obra empezada en ésta, y que un día el hijo ingrato les recompensará con su amor.


Dios no ha hecho las pruebas superiores a las fuerzas del que las pide; no permite sino las que se puedan cumplir; si no se consigue el objetivo, no es la posibilidad la que le falta, sino la voluntad.


¿Qué pensar de las personas que al haberles pagado sus beneficios con ingratitudes, ya no hacen bien por miedo de encontrar ingratos?

Estas personas tienen más egoísmo que caridad, por que hacer el bien sólo para recibir muestras de reconocimiento es no hacerlo con desinterés, y el bien desinteresado es el bien agradable a Dios. También hay orgullo, porque se complacen en la humildad del obligado que viene a poner el reconocimiento a sus pies.


Es necesario ayudar a los débiles siempre, aunque antes se sepa que aquellos a quienes se hace bien, no quedarán agradecidos. Sabed que si aquellos a quienes se hace el servicio olvidan el favor, Dios os lo tomará más en cuenta que si fueseis recompensados por el reconocimiento de vuestro obligado. "Dios permite que algunas veces os paguen con ingratitudes para probar vuestra perseverancia en hacer el bien".


¿Las buenas obras se pierden al no ser reconocidas?

Por otra parte, ¿qué sabéis vosotros si este favor olvidado por el momento, reportará más tarde buenos frutos? Por el contrario, estad seguros de que es una semilla que germinará con el tiempo. Desgraciadamente vosotros sólo veis el presente, y trabajáis para vosotros y no para los demás. Las buenas obras acaban por ablandar los corazones más endurecidos; puede que sean desconocidas en la tierra; pero cuando el espíritu esté desembarazado de su velo carnal, se acordará, y este recuerdo será su castigo; entonces le pesará su ingratitud, querrá reparar su falta y pagar su deuda en otra existencia, aceptando a menudo una vida de abnegación hacia su bienhechor.


Este es el modo cómo, sin vosotros saberlo; habréis contribuido a su adelantamiento moral y reconoceréis más tarde toda la verdad de esta máxima. Una buena obra nunca se pierde. Pero habréis trabajado también para vosotros, porque tendréis el mérito de haber hecho el bien con desinterés, sin dejaros desanimar por los desengaños. ¡amigos míos, si conocieseis todos los lazos que en la vida presente os unen a vuestras existencias anteriores, si pudieseis abrazar la multitud de relaciones que unen los seres unos a otros para su progreso mutuo, admiraríais mucho más aun la sabiduría y la bondad del Creador, que os permite volver a vivir para llegar hasta El (Guía protector. Sens, 1862).


¿Cómo suele ser nuestra actitud ante las situaciones más difíciles en la vida?

Llega un día en que el individuo se cansa de sufrir o en que su orgullo al fin se ha dominado, y entonces es cuando Dios abre sus brazos paternales al hijo pródigo que se echa a sus pies. "Las situaciones más difíciles en la vida son casi siempre indicio de un fin de sufrimientos y de un perfeccionamiento del espíritu, cuando son aceptadas por amor a Dios". Este es un momento supremo, y entonces es cuando sobre todo conviene no desfallecer murmurando, si no se quiere perder el fruto y tener que empezar otra vez.


En lugar de quejaros, dad gracias a Dios, que os ofrece la ocasión de vencer para daros el premio de la victoria. Entonces, cuando al salir del torbellino del mundo terrestre entréis en el de los espíritus, seréis allí aclamado al haber superado todas las pruebas.



¿Cuáles pueden ser las situaciones más difíciles de la vida que más nos cuesta superar?

De todas las pruebas, las más poderosas son las que afectan al corazón; hay quien soporta con valor la miseria y las privaciones materiales y sucumbe bajo el peso de la tristeza doméstica, mortificado por la ingratitud de los suyos.


Esto es una aguda agonía, pero, ¿quién puede mejor, en estas circunstancias, reanimar el valor moral, sino el conocimiento de las causas del mal y la certeza de que, si hay grandes trastornos, no hay desesperaciones eternas, porque Dios no puede querer que su criatura sufra siempre? ¿Qué cosa hay más consoladora y que dé más valor, que el pensamiento de que depende de sí mismo y de sus propios esfuerzos abreviar el sufrimiento, destruyendo en sí las causas del mal?


Para esto, es preciso no concretar las miradas a la Tierra y no ver sólo una existencia; es preciso elevarse, dominar el infinito del pasado y del porvenir; entonces la gran justicia de Dios se revela a vuestras miradas y esperáis con paciencia, porque os explicáis lo que os parecen monstruosidades en la Tierra; las heridas que recibís en ella sólo os parecen rasguños.


Con este golpe de vista echado al conjunto, los lazos de familia aparecen bajo su verdadera luz; éstos no son ya los lazos frágiles de la materia que reúnen sus miembros, sino lazos duraderos del espíritu que se perpetúan y consolidan purificándose, en lugar de romperse con la encarnación.


Los espíritus a quienes la semejanza de gustos, la identidad del progreso moral y el afecto conducen a reunirse, forman familias; estos mismos espíritus en sus emigraciones terrestres, se buscan para agruparse como lo hacen en el espacio; de aquí nacen las familias unidas y homogéneas, y si en sus peregrinaciones se separan momentáneamente, se encuentran después felices por su nuevo progreso.


Pero como no deben trabajar sólo para sí, Dios permite que los espíritus menos adelantados vengan a encarnarse entre ellos, para tomar consejos y buenos ejemplos en provecho de su adelantamiento; algunas veces ponen la disensión entre ellos; pero esta es la prueba, esta es la tarea. Acogedles, pues, como a hermanos, ayudadles, y más tarde, en el mundo de los espíritus, la familia se felicitará por haber salvado del naufragio a los que a su vez podrán salvar a otros. (San Agustín. París, 1862).

EL PRINCIPIO DEL AMOR

(Nuevo Testamento interpretado versículo por versículo por Russell Norman Champlin)


Jesús fue enviado al mundo por el amor del Padre. Ejerció una gran compasión por las multitudes. El capítulo 15 del Evangelio de Juan es una demostración de esta actitud, y muchos de los principios del Sermón de la Montaña se apoyan en esta base.


Tenemos que sentir por los demás lo que sentimos por nosotros mismos. Sabemos lo que es el amor propio y lo practicamos, porque casi todos nuestros actos se basan en el egoísmo: nos ocupamos de nosotros mismos, de nuestros planes de futuro, nos vestimos y cuidamos nuestra salud.


En el seno de la familia hacemos más evidente este principio de amor, pues amamos a los miembros íntimos de nuestro círculo familiar, y nuestra gran preocupación es su bienestar. Ahora bien, lo que Jesús quiere es precisamente que nuestro amor se expanda hasta abrazar a todo el mundo, incluso a nuestros enemigos. El camino del amor es el más corto para el desarrollo y el progreso espiritual. El propio Jesús fue el ejemplo supremo de cómo debe funcionar este principio. El amor no sólo dice que no hay que provocar la violencia, sino que instruye incluso a ser pacificadores activos. (Mateo 5:9).


Quien cultiva en su vida el modelo de Jesús, alimentándolo en su ser interior, se transformará más rápidamente en la imagen de Cristo, que es el gran propósito de la existencia humana.

Colofón: carta a los Corintios por Pablo de Tarso

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.


Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.


Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.


El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.


El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.


El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.


Cuando sienta lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto en mi.


Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.


En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.




ACTUALIDAD

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