RABINDRANATH TAGORE
PÁJAROS LIBRES
Los míos, son cantos que el corazón
expresa como elogios rebosantes de emoción.
Las mías,
son canciones que la ternura libera de las entrañas del alma y las
lanza hacia los vientos viajeros, para rebasar las distancias.
Tengo
la sensibilidad agudizada por el amor y libero la dulce música de la
esperanza que yace en la ventana de mi pequeñez.
Difundo
por el aire las notas del pentagrama que la vida entona en lo más
profundo de mi ser.
Buscando a mi Rey y mi Señor, modulo
mi verbo y llamo, y canto, y suplico.
Pájaros libres,
vuelan conquistando el espacio en dirección al Infinito, y se visten
de luz.
Durante los fuertes monzones y en la estación
seca, mis pájaros cantan en libertad, de la misma forma,
enriqueciendo el paisaje con sonidos y enmarcándolo con
belleza.
Mis cantos son poemas vivos de amor que se
liberan de la estrecha jaula de la emoción donde nacen y alcanzan la
vastedad, como pájaros felices.
Acepta mis melodías, mi Señor, y haz que
sean siempre como pájaros libres portadores de paz que proclaman una
primavera perenne para todos los desdichados del mundo.
Así
cantaré, y los míos, serán poemas y canciones inmortales.
UN LUGAR DE AMOR
En cada individuo existe un refugio inmaculado,
virgen, inexplorado, silencioso, profundo....
En cada criatura permanece un mundo,
santo e ignorado, nunca antes habitado,
esperando, enriquecido con ternura...
Hay, en el abismo de cada alma,
una roca, un lugar, una isla, un paraíso,
un rincón maravilloso por descubrir...
En cada corazón aguarda
un espacio abierto para el alba,
un campo inmenso para ser trabajado,
tierra de Dios, un lugar de ensueño,
un baluarte para el futuro...
En cada vida hay vicisitudes,
como en toda alegría
hay una suave melancolía
preludio de aflicción.
Sin embargo, hay un lugar en mí,
en la isla de mis sentimientos no revelados,
un abismo de esperanza,
un océano de alegría,
un cosmos fantástico,
para ofrecerte,
¡mi Señor!
Ven, amado mio, Rey y Señor,
disuelve mi ansiedad,
guíame por el camino de la salvación.
Y acoge dicho país extraño y solitario,
reinando en él e iluminándolo
con Tu luz celestial,
para que pueda avanzar felizmente,
hasta agotar mis fuerzas,
en Tu servicio libertador.
Ven, mi Rey, a mi refugio
y haz de mi vida un himno de servicio.
Y por Ti será una perenne canción de amor.
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