Fernández Colavida (Parte I)
La hoguera consumió 300
publicaciones espíritas, el cura y sus auxiliares se retiraron bajo los
abucheos de la muchedumbre: ¡“Abajo la Inquisición”! mientras recogían algunas
cenizas que se habían esparcido. La circunstancia fue resaltada por el
periódico madrileño La Discusión el 23/10/1861.
“Es una gran torpeza ir a
quemar libros, pero es mayor si se queman en Barcelona. Por eso los ciudadanos
han llevado las cenizas a sus hijos” según la publicación El Clamor Público.
“La España buscaba
quitarle importancia al episodio”: La América 24/10/1861.
“La quema pública y
solemne de 300 Libros recogidos en la aduana y condenados por el brazo
eclesiástico a perecer en la hoguera (La Inquisición). Los libros venían de
Francia”.
El Gobierno: “Ministro de
la Gobernación defendió el derecho de la Iglesia a censurar y quemar libros”.
El parlamento: “González
Serrano eximió a la Iglesia y a las autoridades gubernamentales. No obstante
destacó que era contraproducente prohibir libros”.
“La perversión del espíritu religioso explotado indignamente por ciertos
hombres que imputaban las faltas que acaso estén en sus corrompidos corazones.
La prueba de la fatal tendencia de después de mediados del siglo XIX, con el
consentimiento del gobierno, la autoridad eclesiástica resucitó la hoguera de
la Inquisición”.
Por lo tanto, el auto de
fe de Barcelona1, que
tenía la finalidad de reprimir fuertemente el Espiritismo, alcanzó una
repercusión tan importante que sirvió, en realidad, para divulgarlo ampliamente
aumentando, en grandes proporciones, el número de adeptos.
1 - KARDEC, Allan. El
prolongamiento de la Edad Media: Auto de Fe de las obras de espíritas de
Barcelona. In: PRIVATO GOIDANICH, Simoni (Org.) Revista Espírita –Periódico de
Estudios Psicológicos 1858-1861: Colección de Textos de Allan Kardec, p. 148).
A pesar de que pueden
parecer sorprendentes, las consecuencias favorables del auto de fe de Barcelona
para la divulgación del Espiritismo habían sido previstas por la espiritualidad
superior.
De hecho, luego del
rechazo gubernamental a la petición para reexpedir las publicaciones a Francia
y ante el intento frustrado de obtener el apoyo del Consulado Francés en
Barcelona, Allan Kardec había consultado a su guía espiritual quien le
prenunció que el auto de fe, produciría un
inmenso beneficio para la divulgación del Espiritismo.
Poco después de la
consumación del auto de fe, la previsión del guía espiritual de Allan Kardec
fue configurada por varios Espíritus en España, según dejó registrado José
María Fernández Colavida:
Muchas fueron las preguntas que se hicieron a los invisibles sobre el reprobado auto de fe, y las contestaciones que dieron nuestros hermanos de ultratumba, estuvieron acordes. Decían: “Esto que os parece una desgracia, es un gran bien para la propagación del Espiritismo”.
Un mensaje dictado por Santo
Domingo, espontáneamente, en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas,
dirigida por Allan Kardec, fue aún más revelador. Informó que fue la
espiritualidad superior la que inspiró la realización del auto de fe de
Barcelona con el propósito de impulsar la difusión del Espiritismo.
La estrecha visión
terrenal no siempre comprende inmediatamente los designios superiores y los
medios empleados por la espiritualidad para cumplirlos. Tiende a privilegiar
los hechos en sí sobre las consecuencias, mientras que, desde el punto de vista
espiritual, lo que importa son las consecuencias de los hechos. Según
demuestran los hechos del auto de fe de Barcelona las pruebas difíciles en el
trabajo de divulgación del Espiritismo, debido a los grandes beneficios que se
producen al ser superados, constituyen una de las formas por las cuales la
ayuda espiritual puede manifestarse.
Además, las informaciones
espirituales sobre el auto de fe de Barcelona evidencian que, en el trabajo de
divulgación del Espiritismo, el divulgador encarnado, a pesar de su visibilidad
en el plano físico, es solamente el más diminuto de los miembros de un gran
equipo, en el cual los que tienen el papel preponderante son desencarnados.
Aunque la visión
espiritual es lo que orienta el trabajo de divulgación del Espiritismo y los
trabajadores desencarnados son los protagonistas, no se sabe dejar de destacar
el papel de Fernández Colavida en el episodio. La espiritualidad superior
inspiró la realización del auto de fe no solamente porque sería la mejor forma,
en aquel contexto, de impulsar la divulgación del Espiritismo, sino también
porque Fernández Colavida estaba
preparado espiritualmente, debido a su comprensión y vivencia del
Espiritismo, para triunfar sobre esa prueba de fuego.
Las pruebas difíciles
también son un reconocimiento a la capacidad que tiene el trabajador espírita
de vencerlas.
El 17 de julio de 1857, Antonio
Palau y Termes Catedrático de Teología y obispo de Barcelona tomó la
decisión drástica en Barcelona. Determinó quemar en la plaza pública 300 libros
y periódicos enviados a Fernández Colavida desde Francia.
Cuando Antonio Palau desencarnó
su Espíritu se manifestó en el Centro Espírita que llevaba Fernández Colavida.
Su primer mensaje, transmitido en París, había revelado su arrepentimiento. De
hecho, ante Fernández Colavida, Antonio Palau no solo expresó su incentivo al
trabajo espírita, sino que se comprometió a ayudar. Anunció que en la ciudadela
de Barcelona, donde hizo quemar las publicaciones espíritas, se pasaría a
cultivar jardines, que suscitarían los
agradables sentimientos en vez de tristes recuerdos de los terribles actos de
represión cometidos en aquel sitio.
En 1868, el Gobierno atendió a la voluntad del pueblo barcelonés y determinó la demolición de la fortaleza. En su lugar, se construyó un parque con hermosos jardines que le suscitaron a Fernández Colavida: Los tiempos llegarán también, en que se verán cumplidas aquellas palabras de Isaías: “Las Naciones se convencerán y sus espadas forjarán arados y de sus lanzas, hoces”.
En 1868, el Gobierno atendió a la voluntad del pueblo barcelonés y determinó la demolición de la fortaleza. En su lugar, se construyó un parque con hermosos jardines que le suscitaron a Fernández Colavida: Los tiempos llegarán también, en que se verán cumplidas aquellas palabras de Isaías: “Las Naciones se convencerán y sus espadas forjarán arados y de sus lanzas, hoces”.
En 1888, tuvo lugar la
Exposición Universal en Barcelona. En el mismo año se realizó el Primer
Congreso Internacional Espírita en Barcelona.
El parque fue un campo
fértil para el cultivo de elevados sentimientos tanto de Antonio Palao (obispo
desencarnado) como de José María Fernández Colavida.
El auto de fe (por los libros quemados)
constituyó el factor desencadenante para que el obispo después de la muerte
física, despertara su conciencia, se despojara de la intolerancia y mostrara un
arrepentimiento sincero, así como su disposición a la reparación,
comprometiéndose a ayudar en las tareas espíritas.
En cuanto a Fernández Colavida, además de los beneficios para su trabajo de divulgación del Espiritismo, la prueba de fuego que fue el auto de fe representó una valiosa oportunidad de progreso espiritual, al posibilitarle la práctica de virtudes y el desarrollo íntimo de cualidades morales.
Para Fernández Colavida,
Antonio Palau no fue un verdugo. Además de la elevación moral revelada en sus
comunicaciones espirituales, Antonio Palau fue, aunque de forma involuntaria,
un colaborador en la divulgación del Espiritismo, al haber ordenado el auto de
fe que tuvo mucha repercusión; por su arrepentimiento y reparación dejó de ser
verdugo y vino a ser un bienhechor.
Hemos de saber vivenciar
el Espiritismo, en aquellas actitudes ajenas al Espiritismo; pero que pueden
ayudar a nuestro perfeccionamiento espiritual. Ellas y ellos pueden llegar a
ser nuestros bienhechores –como nos lo ha demostrado Antonio Palau hacia José
María Fernández Colavida.
Fernández Colavida invita a todas las
personas como bienhechoras, es decir, utilizar las actitudes ajenas, sean
cuales sean, para progresar espiritualmente, profundizando el autoconocimiento,
la transformación moral y la adquisición de elevados conocimientos, trabajando
más y mejor para la Ciencia Espírita.
Joanna de Ángelis psicografiado por Divaldo Pereira Franco.
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