919. ¿Cuál es el medio práctico más eficaz para mejorar se en esta vida y resistir a la solicitación del mal?
«Un sabio de la antigüedad os lo dijo: Conócete a ti mismo».
-Comprendemos toda la sabiduría de esta máxima; pero la dificultad consiste en conocerse a sí mismo. ¿Qué medio hay para conseguirlo?
«Haced lo que durante mi vida terrena: al terminar el día interrogaba a mi conciencia,pasaba revista a lo que había hecho y me preguntaba si no había infringido algún deber, si nadie había tenido que quejarse de mi. Así fue como llegué a conocerme y a ver lo que en mí debía reformarse.
Aquel que cada noche, recordase todas sus acciones de durante el día y se preguntase el mal o el bien que ha hecho, suplicando a Dios y a su ángel guardián que le iluminasen, adquirirá una gran fuerza para perfeccionarse, porque, creedlo, Dios le asistiría.
Proponeos, pues, cuestiones, y preguntaos lo que habéis hecho, y el objeto con qué, en circunstancia tal, habéis obrado; si habéis hecho algo que en otro hubieseis censurado; si habéis ejecutado alguna acción que no os atreveríais a confesar. Preguntaos también lo siguiente: Si a Dios le pluguiese llamarme en este momento, ¿tendría, al entrar en el mundo de los espíritus donde nada hay oculto, que temer la presencia de alguien? Examinad lo que hayáis podido hacer contra Dios, contra vuestro prójimo y contra vosotros mismos, en fin. Las contestaciones serán reposo para vuestra conciencia, o indicación de un mal que es preciso curar.»
El conocimiento de sí mismo es, pues, la clave del mejoramiento individual, pero diréis ¿cómo juzgarse un@ a si mism@? ¿No tenemos la ilusión del amor propio que amengua las faltas y las excusa?
El avaro se cree económico y previsor, el orgulloso no cree tener más que dignidad. Esto es muy cierto, pero tenéis un medio de comprobación que no puede engañaros.
Cuando estéis indecisos acerca del valor de una de vuestras acciones, preguntaos cómo la calificaríais, si fuese de otra persona. Si la censuráis en otro, no podrá ser más legítima en vosotros, pues no tiene Dios dos medidas para la justicia.
Procurad también saber lo que piensan los otros, y no olvidéis la opinión de vuestros enemigos; porque éstos no tienen interés en falsear la verdad, y a menudo Dios los pone a vuestro lado como un espejo, para advertiros con mayor franqueza que un amigo.
Aquel, pues, que tenga la voluntad decidida de mejorarse, explore su conciencia a fin de arrancar de ella las malas inclinaciones, como de un jardín las plantas nocivas; pase balance moral del día transcurrido, como lo pasa el comerciante de sus ganancias y pérdidas, y yo le aseguro que el uno le será más provechoso que el otro.
Si puede decirse que ha sido buena su jornada, puede dormir tranquil@ y esperar sin temor el despertar a otra vida.»
Haceos, pues, preguntas claras y terminantes y no temáis el multiplicarías, que bien puede emplearse algunos minutos para lograr una dicha eterna. ¿Acaso no trabajais diariamente con la mira de recoger medios que os permitan
descansar en la ancianidad? ¿No es semejante descanso objeto de todos vuestros deseos,objeto que os hace sufrir trabajos y privaciones momentáneas?
Pues bien, ¿qué es ese descanso de algunos días, interrumpido por las flaquezas del cuerpo, en comparación del que espera al hombre de bien? ¿No vale esto la pena de hacer algunos esfuerzos?
Ya sé que muchos dicen que el presente es positivo, e incierto el porvenir, mas precisamente esta es la idea que estamos encargados de desvanecer en vosotros, porque queremos haceros comprender aquel porvenir de tal modo, que no deje duda alguna en vuestra alma. Por esto, al principio, llamamos vuestra atención con fenómenos aptos para excitar vuestros sentidos, y luego os damos instrucciones que cada uno de vosotros está obligado a propagar. Con este objeto hemos dictado El libro de los espíritus.
SAN AGUSTÍN
Muchas faltas que cometemos nos pasan desapercibidas. En efecto, si siguiendo el consejo de San Agustín, interrogásemos con más frecuencia nuestra conciencia, veriamos cuantas veces hemos faltado sin pensarlo por no examinar la naturaleza y móvil de nuestras acciones.La forma interrogativa es algo más precisa que una máxima que a menudo no nos aplicamos.Exige respuestas categóricas, afirmativas o negativas que no consienten alternativa; son otros tantos argumentos personales, y por la suma de las respuestas puede computarse la suma del bien y del mal que en nosotros existe.
De "El libro de los Espíritus" por Allan Kardec.
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