INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS SOBRE NUESTROS ACTOS
Allan Kardec consulta a los Espíritus Superiores:
¿Influyen los Espíritus en nuestros pensamientos y en nuestros actos?
Mucho más de lo que os imagináis. Influyen hasta tal punto, que generalmente, son
ellos los que os dirigen.
La respuesta de los Espíritus no nos debe causar extrañeza porque, si analizáramos el tema e hiciéramos una comparación con lo que sucede en nuestras relaciones sociales, llegaremos a la conclusión de que vivimos en permanente sintonía con las personas que nos rodean, sean familiares o no, de las cuales recibimos influencia por medio de las ideas que manifiestan y de los ejemplos que nos dan, del mismo modo que nosotros las influenciamos con nuestras ideas y nuestra conducta.
Lo mismo sucede, naturalmente, con los habitantes del mundo espiritual, pues son ellos los seres humanos desencarnados que, por el simple hecho de haber dejado su envoltura carnal, no cambian su manera de pensar ni las características de su personalidad.
De esa manera, somos el objetivo no solamente de la atención de los Benefactores y Amigos Espirituales- incluidos entre ellos los parientes y amigos de esta y de otras reencarnaciones, los cuales, luego de haber vencido a la tumba desean seguir prestándonos su ayuda – sino también de aquellos otros a quienes perjudicamos con actos de mayor o menor gravedad, haya sido en esta existencia o en existencias anteriores, que los buscan para cobrar la deuda que contrajimos con ellos.
Por lo tanto, la respuesta de los Espíritus a Kardec, nos da una noción exacta del intercambio que existe entre los Espíritus desencarnados y los encarnados, intercambio que es real y constante.
El Espiritismo hace comprensible el proceso por el cual se produce la influencia de los Espíritus en el mundo corporal. Esa influencia tiene su origen en la posibilidad de la transmisión del pensamiento. Para que entendamos cómo se transmite el pensamiento, es necesario que imaginemos que todos los seres encarnados y desencarnados, están sumergidos en el fluido universal que ocupa el espacio, del mismo modo en que nos encontramos en este mundo dentro de la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de la voluntad; él es el vehículo del pensamiento al igual que el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscriptas, mientras que las del fluido universal se extienden al infinito.
Dirigido entonces el pensamiento hacia un ser cualquiera, en la Tierra o en el espacio, de encarnado hacia desencarnado o viceversa, se establece una corriente fluídica entre uno y otro que transmite el pensamiento de uno al otro, tal como el aire transmite el sonido.
La Doctrina Espírita enseña también que a través del periespíritu los Espíritus actúan sobre la materia inerte. Su naturaleza etérea [la del periespíritu] no es un obstáculo, porque se sabe que los motores más poderosos se encuentran en los fluidos más enrarecidos e imponderables. No existe, pues, motivo de asombro, cuando con esa "herramienta" (el periespíritu) los Espíritus producen determinados efectos físicos.
Puesto que actúan sobre la materia, los Espíritus pueden manifestarse de muchas maneras diferentes: a través de efectos físicos, tales como ruidos y los movimientos de objetos; por la transmisión del pensamiento, por la visión, por la audición, por la palabra, por el tacto, por la escritura, el dibujo, la música, etc. En una palabra, por todos los medios que sirvan para ponerlos en comunicación con los hombres.
Se deduce de esas enseñanzas que los Espíritus ejercen su influencia en los acontecimientos de la vida por medio de la transmisión del pensamiento y por su acción directa en el mundo material, aunque todo esto dentro de las leyes de la naturaleza.
Si la influencia de los Espíritus en nuestros pensamientos es de tal intensidad que por lo general son ellos los que nos dirigen, es necesario que sepamos identificar la naturaleza de esa influencia a fin de que no hagamos lugar a las sugerencias de los Espíritus imperfectos.
¿Cómo distinguiremos si un pensamiento sugerido procede de un Espíritu bueno o de un Espíritu malo? – le pregunta Kardec a los Espíritus Superiores–
La respuesta de los Benefactores de la humanidad es un llamado al buen sentido. Ellos dicen:
Estudiad el caso. Los buenos Espíritus sólo aconsejan el bien. A vosotros os compete discernir.
Los Espíritus imperfectos son instrumentos apropiados para poner a prueba la fe y la constancia de los hombres en la práctica del bien. Como eres un Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito. De ahí que atravieses las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en colocarte en el buen camino.
Si sobre ti actuaran malas influencias, es porque las atraes cuando deseas el mal; porque los Espíritus inferiores corren a prestarte ayuda en el mal tan pronto desees practicarlo. Sólo cuando quisieras el mal pueden ayudarte en la práctica del mal. Si fueses propenso al asesinato, tendrías en torno de ti una nube de Espíritus que alimentarían en tu interior esa inclinación. Pero, también otros te rodearán y se esforzarán por inducirte hacia el bien, lo que restablece el equilibrio de la balanza y permite que seas dueño de tus actos.
De tal modo Dios confía a nuestra conciencia la elección del camino por el que vamos a transitar, y la libertad de ceder a alguna de las influencias contrarias que se ejercen sobre nosotros.
Por consiguiente, es de nuestra exclusiva competencia neutralizar la influencia de los Espíritus imperfectos. Los Espíritus Superiores son suficientemente claros cuando nos indican de qué manera lograr eso: Si practicáis el bien y depositáis en Dios vuestra confianza, rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores y aniquilaréis el dominio que pretendan ejercer sobre vosotros.
Guardaos de aceptar las sugerencias de los Espíritus que os provocan malos pensamientos, que insinúan la discordia entre vosotros y que os sugieren las malas pasiones. Desconfiad especialmente de los que exaltan vuestro orgullo, porque esos os atacan por el lado débil. Ésa es la razón por la cual Jesús, en la oración dominical, os enseñó a decir: ¡Señor! No nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
El Espiritismo trajo valiosas enseñanzas acerca de la importancia de nuestra actitud mental en el sentido del bien, para que no nos desviemos del camino que nos compete seguir rumbo a la perfección, que es nuestra meta. De ese modo, es necesario disciplinar nuestros pensamientos, a fin de que atraigamos buenos Espíritus, pues ellos nos ayudarán a recorrer ese camino para que resulte menos arduo y esté pleno de realizaciones espirituales.
El Espíritu extraño se
identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no puede tener lugar
sino cuando entre los dos hay simpatía y, si puede decirse así, afinidad.
El alma ejerce sobre el
Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de su
semejanza o diferencia; así, pues, los buenos tienen afinidad por los buenos y
los malos por los malos; de donde se sigue que las cualidades morales del
individuo tienen una influencia capital sobre la naturaleza de los Espíritus
que se comunican por su intermediario.
Si es perverso, los
Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor y están siempre prontos
para tomar el puesto de los buenos que se han llamado.
Las cualidades que atraen
con preferencia a los buenos Espíritus son:
la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el
desprendimiento de las cosas materiales; los defectos que les alejan son:
el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la
sensualidad y todas las pasiones por las cuales el hombre se une a la materia”.
“Todas
las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a
los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el
orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha
perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto,
hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que, habiendo sido
la presa de los Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en
primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las
más amargas decepciones”.
“El orgullo se traduce en
los médiums por señales no equivocas sobre las cuales es tanto más necesario el
llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza
sobre la veracidad de sus comunicaciones.
En primer lugar es una
confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infalibilidad
del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no
viene de ellos por que se creen el privilegio de la verdad.
El prestigio de los grandes
nombres con los cuales se adornan los Espíritus para justificar que les
protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados,
rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de
cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en
escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su
Espíritu, es casi una profanación.
Se ofuscan por la menor
contradicción, por una simple observación crítica, y algunas veces llegan hasta
aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento
provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están
satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar
a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes.
Los Ambientes fluídicos
El pensamiento del encarnado actúa sobre los
fluidos espirituales, así como el de los no encarnados y se transmite de
Espíritu a Espíritu por las mismas vías y, conforme sea bueno o malo, sanea o contamina
los fluidos del ambiente.
Los fluidos corruptos por
los malos efluvios de los Espíritus inferiores, pueden ser saneados por el
alejamiento de ellos y esto se consigue eliminando lo que para ellos era foco
de atracción. El cultivo de los buenos pensamientos y sentimientos, trasforma
los fluidos del ambiente en buenos fluidos, los cuales tienen el poder de
repeler a los malos fluidos. Cada encarnado dispone, en su periespíritu, de una
fuente fluídica permanente, a la que puede movilizar para que se opere esa
renovación.
En cuanto a la contaminación
fluídica producido por los encarnados, es muy evidente que el ambiente se modifica
si se observa el mismo procedimiento anterior, acerca del cultivo de los buenos
pensamientos y sentimientos, en el caso de los malos Espíritus. Los ambientes
en los que pululan los malos Espíritus están en buena medida impregnados de
fluidos deletéreos, que afectan de forma muy perjudicial la salud de los
encarnados, que los absorben a través de los poros periespirituales.
André Luiz comenta que “el
culto familiar del Evangelio no es tan sólo un curso de iluminación interior,
sino también un proceso avanzado de defensa exterior por las claridades espirituales
que enciende a su alrededor. El hombre que ora trae consigo inalienable coraza.
El hogar donde se cultiva la oración se transforma en una fortaleza. Las entidades
de las sombras experimentan grandes choques al contacto con las vibraciones
luminosas de este santuario doméstico, y es por eso que se mantienen a
distancia buscando otros rumbos.
Los Espíritus ejercen una incesante acción sobre el mundo moral e incluso sobre el mundo físico. Obran sobre la materia y el pensamiento, y constituyen una de las potencias de la Naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicables o mal explicados hasta hace poco, que sólo pueden ser comprendidos racionalmente a través del Espiritismo. (04)
Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los buenos Espíritus nos inducen al bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con coraje y resignación. Los malos nos impulsan al mal; gozan cuando nos ven sucumbir y asemejarnos a ellos. (05)
Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Las ocultas se producen a través de la buena o mala influencia que ejercen sobre nosotros, sin que lo sepamos. Cabe a nuestro juicio discernir las buenas de las malas inspiraciones. Los Espíritus se manifiestan espontáneamente o mediante la evocación.
Los Espíritus son atraídos por la simpatía que les produce la naturaleza moral del ambiente que los evoca. Los Espíritus Superiores se complacen en las reuniones serias donde predominan, en aquellos que las componen, el amor al bien y el deseo sincero de instruirse y mejorar. La presencia de estos aleja a los Espíritus inferiores, quienes por el contrario, encuentran libre acceso y pueden obrar con plena libertad entre personas frívolas o impulsadas exclusivamente por la curiosidad, así como donde existieran instintos perniciosos. (06)
Distinguir los buenos de los malos Espíritus es muy fácil. Los Espíritus superiores utilizan en todas las ocasiones un lenguaje digno, noble, impregnado de la más elevada moralidad. El de los Espíritus inferiores, por el contrario, es inconsecuente, a menudo trivial y hasta grosero. (06)
La moral de los Espíritus superiores se resume, como la del Cristo, en esta máxima evangélica: Hacer a los otros lo que quisiéramos que los otros nos hagan, es decir hacer el bien, no el mal. En este principio encuentra el hombre una regla universal de conducta que lo guiará hasta en las mínimas acciones.
Enseñan (los Espíritus Superiores), que en el mundo de los Espíritus, donde nada puede ocultarse, el hipócrita será desenmascarado y quedarán en evidencia sus torpezas; que la presencia inevitable y continua de aquellos con los que hayamos procedido mal, es uno de los castigos que nos están reservados; que los estados de inferioridad o superioridad de los Espíritus están en correspondencia con penas o gozos desconocidos en la Tierra.
También enseñan que no existen las faltas irremisibles que no se puedan reparar mediante la expiación. Un medio de obtener esto lo encuentra el hombre en las diferentes existencias que le permiten avanzar según sus deseos y esfuerzos por la senda del progreso, hacia la perfección que es su destino final.
Tres condiciones principales se pueden indicar como favorecedoras para aquellas personas que sufren el asedio de espíritus inferiores, a saber:
a) Estudio (Evangelio Espírita y Codificación)
b) Trabajo (incesante actividad en el Bien)
c) Amor en el corazón (convertir la propia existencia en una expresión de la fraternidad).
Este comportamiento pondrá fin a todo efecto producido por causa de los errores cometidos, por lo que verdugos y víctimas de hoy estarán, redimidos y hermanados, cultivando en los Planos Superiores el Sublime Ideal de la Fraternidad Legítima.
BIBLIOGRAFÍA
KARDEC, Allan. La Génesis. Capítulo XIV. Ítem 18
KARDEC, Allan. El libro de los Espíritus. Introducción Item VI
PERALVA, Martíns. Estudiando la mediumnidad. pag. 100
XAVIER, Francisco. Los mensajeros. Por el Espíritu André Luiz. Cap. 37
XAVIER, Francisco. Misioneros de la Luz. Por el Espíritu André Luiz. Capítulo 6.
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